La carrera en solitario de Iñigo Soler se abre con “Ahora que está en blanco”. Un primer trabajo que ha grabado junto a Pau Paredes en Estudio Fluxus que toma los días de la semana como hilo argumental; siete cortes que laten casi en estado puro pero al mismo tiempo se nutren del esmero y talento en pequeños arreglos que fluyen a través de un proceso libre y experimental.
Tras conocerle con Spheniscidae (su primer proyecto), Mare y los aún en activo Geografies, Iñigo Soler decide regresar completamente en solitario, al menos en cuanto al sello más personal de las canciones. El conjunto lo trabaja junto a Pau Paredes en un ejercicio de honestidad, marcándose un disco con personalidad protagonizado por esa elegancia y romanticismo que siempre ha ido paseando Iñigo con sencillez.
Sigue presente el existencialismo pero en esta ocasión lo transporta a la cotidianidad del ritmo vital. Cada día viene bien narrado en todo lo que nos agarramos para combatir con la rutina y en aquellas realidades que devienen en la vida; algunas no siempre bien adoptadas, otras más deseadas. De lunes a domingo recorremos un caleidoscopio de estados de ánimo e Iñigo lo canta con alma profunda y abundante luminosidad. Aunque algunas notas estén invadidas de esa melancolía que tanto nos gusta de él.

En el último día es donde encontramos más parecido a aquello que frecuentaba con Spheniscidae. Nos gusta que al lanzarse de nuevo con su nombre propio realmente esté desmarcándose de sus anteriores etapas. Que sí, que es una tema muy comentado eso de lo de la zona de confort, pero lo que realmente da credibilidad a que se sienta esta nueva época como algo tan personal, es ese viraje y como no, contemplar con alegría la madurez de un artista al que hemos seguido desde el principio. "Domingo (todos tus gruñidos)" nos despierta todos esos sentimientos que vivíamos hace ya más de un lustro; tiene esas atmósferas misteriosas que tanto nos atrapaban, esos giros inesperados en toda la canción (aunque viajen sobre una línea más o menos semejante), y esa capacidad de ir in crescendo o de repartir magia con sus juegos de voces.
Hemos caído rendidos en el disco aunque muchas veces seamos de los que intentamos escapar (a costa de lo que sea) de la tediosa rutina.
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