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lunes, febrero 25, 2019

Los Estanques, Los Estanques (2019, John Colby Sect/Inbophonic Records)

Este lp homónimo es ya el tercer ofrecimiento discográfico de Los Estanques, excitante banda capitaneada por Iñigo Bregel, en poco más de dos años. Suman así variedad, capacidad melódica y deleite instrumental en una trayectoria que se antoja ya meteórica.



Es hasta insultante el talento de Iñigo Bregel. El otro día nos asaltaba la lamentable noticia de que al grupo les fue robado un portátil en que tenían ya listo un cuarto disco, con este tercero a punto de editarse, y otro inédito de Crayolaser, proyecto paralelo. Es como digo, lamentable. Que pillen al ladrón y le escarmienten. Pero desde luego, no deja de asombrar la extrema capacidad de producción que tiene esta especie de Prince estatal, que, además, igual que aquél hiciera con sus Revolution, ha sabido encontrar los compañeros adecuados para su viaje. Junto a Iñigo -cabeza indiscutible en lo compositivo y en la ejecución- Fernando Bolado, Germán Herrero y Andrea Conti, contribuyen con la pericia necesaria para llevar a directo las complejas estructuras que imagina el primero. Ardua tarea, vaya que sí.

No dudamos que un tipo tan extremadamente dotado como Bregel sabrá reconstruir todo lo que le robaron, pero de momento podemos quedarnos satisfechos con este nuevo capítulo de su efervescencia creativa, que hace crecer aún más el ya de por sí amplio espectro musical mostrado en sus dos anteriores (y espectaculares) elepés. La incontinencia musical de Los Estanques estalla y refulge aquí en mil direcciones sin perder una personalidad que además, cada vez está más definida.

Grabado como siempre en plan do it yourself, nada más empezar el disco homónimo de estos cántabro-madrileños, se desata una estampida en la forma de tres superlativas canciones (dejando al margen Ahora, la intro). El ciclón heavy-psych de Joder se encarga de empezar bien fuerte una secuencia que conocerá poco freno, merced a la rutilancia pop del single de adelanto del disco, un Clamando Al Error de potente magnetismo melódico que abre la puerta a la gran novedad: una querencia por sonidos negroides funk y disco, de la que ellos dan cuenta de una manera, como siempre, singular. Hacen suyo el groove funk de los Meters con Suerte, tercera burrada seguida del lote y cómo no, tremendamente adictiva.

A partir de ahí todo se dispara: vuelve el rock progresivo con Amor-Odio, la delicatessen melódica con la encantadora Deceso Inmortal, el toque jazzístico que aporta La Loa Que Añoré, de nuevo la negritud con Desde Ahora Hasta El Final, una canción que incluso podría ser atribuible a La Casa Azul si no fuera por ese cierto acento psicodélico marca de la casa.

Más mezcla entre psicodelia y funk trae Ahora El Tiempo Te Sobra, allanando el camino para más
groove, el que trae No Te Subestimes, ejercicio de intrincada estructura que va haciendo más ácido el camino del disco, que prosigue hacia la recta final con Vincenzo Il Caminante, pieza de marcado acento prog cantada en italiano -se atreven con todo- y que aporta una ensoñación que hasta ese momento se echaba en falta, más que nada para respirar un poco, teniendo en cuenta que el final con la maravillosa Carne de Cañón y la también cósmica Mientras Tanto... quita totalmente el aliento.

Por más que busquemos dudo que encontremos otros Estanques en todo nuestro panorama musical patrio. Y es que esta capacidad para dar forma a una vuelta de tuerca a todas las tradiciones del pop para generar algo que no conoce en absoluto el mimetismo y es cada vez más reconocible como una marca registrada, es algo que no es tan sencillo de encontrar repetido por ahí. Lo de Iñígo y sus chicos da hasta rabia, sí. Qué facilidad, qué desparpajo, qué efervescencia creativa, que ni siquiera requiere de filtros. Y teniendo en cuenta su juventud, qué carrerón les espera. Y nosotros que lo vivamos.

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