No son un grupo para todos los públicos y no porque no tengan una legión de fans, que los tienen. Son más bien uno de
esas bandas de club, de sentarse, pedir un buen trago y dejar que la música
invada la mente y nos transforme el estado de ánimo. Cave llevaban sin venir a Granada, si la memoria no me falla, desde
aquel Fonorama de 2012 en el que ya dejaron muy buen sabor de boca.
Entre la
psicodelia y el rock experimental setentero, este grupo de procedente de
Chicago no se prodiga demasiado en grabaciones y ahora, tras un lustro sin
presentar trabajo, vuelven a los escenarios con “Always”, un disco para
disfrutar mientras dejas que la mente se evada.
Con una puesta en escena minimalista pero canciones
tremendas, hipnóticas, puro groove ejecutado con precisión y limpieza, su
mezcla de kraut-rock psicodélico, free-funk y space rock han hecho que se les
compare con grupos como Neu!, Funkadelic o Stereolab, todo depende de cuál haya
sido tu época de referencia. Prácticamente instrumental en todo el show, el
grupo, que editó su primer trabajo en 2006 con Important Record, antes de ser
fichados por Drag City en 2010 trasladó lo más elaborado de sus groove
sintéticos, los riff interminablemente repetitivos y sonidos que se meten de
lleno en el rock lisérgico que persigue llevar al público a un trance del que
sólo sales con los últimos aplausos.
SorprendÃa, por momentos, el movimiento repetitivo de cuerpos
y cabezas con que el público acompañaba los temas sin llegar a bailar como en
otros conciertos de este ciclo, pero sin dejar de moverse porque, de alguna
forma, te sentÃas atrapado por la rÃtmica cadencia de los temas.
Una propuesta más que interesante, traÃda nuevamente por la
siempre arriesgada mano de Serpiente
Negra que esta vez ha apostado por el fuzz, el groove y el funk agitados (que
no mezclados) para disfrutar de un lunes noche, cerveza en mano, mientras la
lluvia empapaba las calles granadinas y, dentro de Planta Baja, asistÃamos a un espectáculo en el que poco importaba
el tiempo, o el clima, sólo importaba la música.
Crónica: VÃctor Alonso
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