Foto: Susana Godoy |
¿Que no? ¿Qué más queréis saber? Hay veces que es imposible transmitir sensaciones fuertes con palabras, de hecho, las imágenes que acompañan a este artículo seguramente sean mucho más efectivas que mis explicaciones, pero bueno, si os empeñáis, procederé...
Hacía mucho tiempo que no iba al Loco. Quizá demasiado. Es una sala importante para mi, un cobijo, una especie de prolongación del comedor de mi casa. Pero incluso en esas circunstancias, a veces la vida se impone y te impide frecuentar incluso este tipo de refugios espirituales.
Mi regreso, dada mi falta de tiempo y tono vital, lo había planeado cuidadosamente. Escogí bien: desde el día en que se anunció por el foro de miembros del Loco Fanclub del que formo parte el concierto de este joven francés que con su bigotito, su tupé, su traje brillante y su guitarra vintage sonreía simpático en la portada de un disco tan chulo como I've Come A Long Way (2019), supe que esa era la cita que aprovecharía para regresar, tanto como espectador, como en mi faceta de humilde plumilla que ahora pretende narrar lo que aconteció.
Foto: Susana Godoy |
Desde entonces, no ha cejado en su empeño y dueño ya de una carrera en solitario en la cual ha invertido el alma, ha editado dos discos en solitario en los que ha demostrado plenas capacidades a la hora de tomar el control sobre una carrera, que al parecer va viento en popa. El segundo de esos discos -el citado I've Come A Long Way- es, sin duda, una colección de canciones de sobrada solvencia, pletórica, que proporciona una materia prima en principio infalible para el directo, de ahí mi interés a priori por este sujeto.
¿Se vieron confirmados mis auspicios? Pues sí, desde el segundo uno. Ante una sala bastante bien surtida de gente, teniendo en cuenta el carácter de recién llegado a nuestros escenarios del artista en cuestión, un Alexis de sonrisa resplandeciente bajo ese bigotito tan francés, tomó las riendas de su show. Un show que sí, está medido al milímetro y seguramente, si volviéramos a verle pasadas unas semanas veríamos exactamente lo mismo, punto por punto, pero que dentro de ese guión preestablecido, fue lo suficientemente convincente como para que todas esas sesudas consideraciones importen un pimiento.
Con unos guitarrazos saturados de pedal que más propios eran de un concierto de stoner rock dio aviso el chaval de que iba a empezar su descarga, utilizando un término salsero. Era la exuberante intro de How Can I Get Over, tras la cual la tonalidad de su instrumento adquirió una brillantez más propia del Fender Deluxe que la hacía sonar y la banda se unió para dar forma a un sonido imponente. Desde este primer tema, una máquina de ritmo se plantó ante nuestros ojos para hacernos disfrutar. El baile ya no pararía.
Con un manejo de los tiempos, del repertorio en sí y del protagonismo de cada músico más propios de alguien que llevara 50 años tocando que de un imberbe muchacho como éste, el de Burdeos se metió a la gente en su bolsillo con simpatía, sin despeinarse y con una capacidad comunicativa poco común entre lo que uno tiene oportunidad de ver por los escenarios de su ciudad. Un verdadero profesional que sabe aunar a la perfección dicha condición con su entusiasmo por la música que está tocando y así transmitírselo al respetable, que encandilado baila y baila.
Foto: Susana Godoy |
Un par de bises, con un guiño erudito a ese tema enorme que es Them Changes de Buddy Miles sirvieron para poner la guinda a un imponente show que, por supuesto, es toda una carta de recomendación para que Alexis y su banda vuelvan por aquí cuando quieran y llenen a rebosar la sala que elijan. Hablamos de uno de esos artistas que hacen hervir la sangre y eso, en los tiempos que corren, es algo tan necesario como infrecuente, así que apunten bien grande y en negrita, si no vinieron el jueves pasado al Loco, el nombre Alexis Evans en su lista de deseos.
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