En Sevilla se lleva cociendo algo realmente bueno en cuanto al rock de raÃz americana se refiere. Y hace ya tiempo que empezamos a descubrir a algunas bandas compuestas por músicos veteranos, en algunos casos de vuelta de muchas cosas, que están haciendo de la escena hispalense una de las más ricas e interesantes del panorama nacional. My Yellowstone contribuyen a la causa con un nuevo trabajo, corto, directo y atinadÃsimo, con el que esperar a que pase la dichosa cuarentena y poder empezar a pasearlo por los escenarios donde se les permita hacerlo. Tardarán, como todos, pero merecerá la pena mientras tanto ir empapándose de estas cuatro estupendas canciones.
¿Qué es eso del folk-rock?
¿Y qué, después de todas las vueltas que ha dado la industria y los desprejuicios
de tantas bandas de mente y corazón abiertos, puede aportar a la promoción de
una banda que se la etiquete como country,
stoner rock, pop lisérgico o rock de filiación americana? Poca cosa que no
trascienda las fronteras de los oÃdos propios y las opiniones basadas en el background particular de cada oyente. En
definitiva, zarandajas que sólo conducen a categorizar lo que simplemente te
llega. O no. En el caso de algunos músicos que llevan cierto tiempo en la
difÃcil disyuntiva de seguir bailando en el filo de la ilusión por continuar
una trayectoria coherente o tirar por el camino de enfrente y pasar al limbo de
la incertidumbre en unos tiempos cada vez más complicados para la Industria
(ahora sÃ, con mayúsculas). Esos precisamente son los que interesan, a poco que
las orejas estén bien abiertas.Y de eso saben mucho My Yellowstone, cuyos
hechos superan por sà mismos a las palabras, por muchas alabanzas que éstas
puedan suponer.
Ya las buenas crÃticas cosechadas con su álbum de debut, “Here & now” (2013), los situaba muy por encima de la media del género, si es que eso
existe a estas alturas, pero solo les servirÃan para seguir en el camino, movidos
únicamente por la intuición de que estaban cociendo algo importante.
Tras varias idas y venidas con sus posteriores trabajos, en las
que nunca escaparon de su esencia, en 2019 se meten en Sputnik Studios y graban
bajo la batuta del reconocido Jordi Gil –referente de la escena hispalense y
artÃfice de algunos de los mejores trabajos de Maga o Sr. Chinarro, ahà es
nada- cuatro canciones como cuatro disparos benignos, para reconciliarse con el
enemigo o simplemente hacer las paces con uno mismo tras las múltiples batallas
cotidianas. Desde el inicial órgano que introduce las furiosas estrofas de
“Disgust” hasta la más clásica “The question”, la necesidad de afecto y el amor
por estas canciones se manifiesta en el estribillo de “Russian roulette” y el
orgullo de ser quién eres que en “Fun Club” hace un guiño a una de las salas
que forman parte de su educación, primero, y su crecimiento artÃstico, después.
Si han crecido o no en el intento, se ha de descubrir a través de los versos
aquà contenidos, con el optimismo y la esperanza de saber que hay un norte al
que todos debemos recurrir en caso de pérdida de identidad, algo que My
Yellowstone, de momento, aún conserva intacto. Para nuestro bien.
Lo mejor que se puede decir de este formato reducido con el que
vuelven a ilusionarnos es que se queda corto, que se echan de menos más
canciones que refuercen el nuevo concepto de la banda, tan identificable y
reivindicable como el de siempre, y que el Ãmpetu y las ganas de seguir en la
brecha no solo se intuyen, sino que son más necesarios que nunca. Ellos lo
saben y nosotros lo confirmamos. Escuchen y convénzanse.
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