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domingo, julio 12, 2020

Los Secretos en Plaza de Toros de Granada (10/07/2020)



No es ningún secreto que, Granada, tras el parón de la pandemia, está intentando recuperar su bien surtida vida cultural. Especialmente, en lo que a música se refiere, siendo este el sector más perjudicado por la nueva normativa y las restricciones. Uno de los ciclos que acoge la ciudad, Granada en Básico, comenzaba el viernes en la Plaza de Toros de Granada, precisamente con Los Secretos. Un clásico que nunca falla.

En formato trío, dos acústicas más piano, y la cercanía de un público que ya peina canas, distribuido por las 500 sillas que le han permitido poner a la venta a Proexa, la empresa que ha diseñado y montado el ciclo, no hicieron sold out, pero reunieron cerca de la banda a varios centenares de incondicionales que no han dejado de seguirles casi desde el inicio de su carrera.


Fue, allá por los años 80, precisamente durante un concierto homenaje a Canito, batería de la formación entonces llamada TOS, cuando surge no sólo la banda, sino todo un movimiento juvenil que se asimiló, de soslayo, a la movida madrileña, a pesar de que sus influencias e inquietudes no eran las mismas que las del resto de grupos que formaban parte de la misma.Ahora, con cuarenta años de historia a cuestas, habiendo superado el momento más duro para la banda al perder a su vocalista Enrique Urquijo, la banda ha visto interrumpida su gira, en la que presentaban nuevo trabajo, por motivos de sobra conocidos.

En la Plaza de Toros, un rasgueo de guitarra rompía el silencio, fruto de la sensación de prudencia que nos deja la “nueva (a)normalidad”, para dar paso a “No digas que no”, con la que comenzó un setlist que sumergió Granada en la nostalgia de los recuerdos que marcaron toda una época y que, hoy por hoy, siguen emocionando. No fue hasta que sonó “Échame a mí la culpa”, del mexicano José Ángel Espinoza “Ferrusquilla”, popularizada por Albert Hammond y adoptada, muy acertadamente, por Los Secretos, cuando el público empezó a canturrear, bajito, acompañando a la banda y mostrándose más relajado a partir de ese momento.


Tras la versión, no podían faltar temas como “La calle del olvido” o la también adoptada “Aunque tú no lo sepas”, que Enrique Urquijo convirtió en éxito tras su encuentro en Mallorca con un Quique González que aún ni se había estrenado como cantautor, siendo una de las históricas de una banda que posteriormente le dio una historia propia a temas como “Ojos de gata”, que sacaron ‘al alimón’ Joaquín Sabina y Los Secretos en el mismo mes, tras no haber llegado a acordar quién hacía cada parte del tema y haber sacado ambos el tema en sus respectivos trabajos.

Anécdotas también en torno a temas como “El boulevard de los sueños rotos”, en el que Joaquín Sabina puso la letra y Álvaro Urquijo la música. Álvaro, en plena forma vocal y con el respaldo de la certera guitarra de Ramón Arroyo, arropando cada acorde con su habitual destreza a las seis cuerdas y, por supuesto, los inefables teclados de Jesús Redondo, con un sonido impecable y una puesta en escena limitada por el formato, pero siempre a la altura del concierto dieron pie incluso a alguna transgresión por parte de una pareja del público que llevó a cabo algo tan absurdamente prohibido en estos momentos, como bailar pegados.


Finalizaba el concierto, con los bises que sonaron tras “Déjame” y sorpresa incluida ya que, a petición del público, entre “Agárrate a mí María” y “Sobre un vidrio mojado”, de los uruguayos Kano y Los Bulldog, tocaron también “Trenes perdidos”, para regocijo de un público que terminó la sesión con toda la entrega que puede tenerse cuando estás sentado a dos metros del resto del mundo y, a pesar de todo, eres capaz de disfrutar de un concierto inolvidable.

Crónica y fotos: María Villa 

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