Entre los “alteregos” más famosos del indie español, Señor
Chinarro, es sin dudas, sinónimo de independencia en todos los sentidos
musicales. Un rara avis en el que Antonio Luque se encarnó para
abrir los 90 a un nuevo concepto musical, cargado de influencias, pero de
personalidad única. Señor Chinarro tiene su público, no nos cabe duda.
Como tampoco tuvieron duda los asistentes anoche a la Plaza de las Culturas,
lugar que se ha hecho merecedor de esta denominación y que se sitúa en el “Edificio
pantalla” o Fundación CajaGranada y que, desde hace años, ofrece una
programación cultural basada principalmente en música y cine.
Desde sus comienzos, prolífico como él solo, Antonio
Luque ha publicado nada menos que veinte discos y una decena de trabajos “menores”
entre Eps y singles. En un formato acústico, solo, con su guitarra de palo y la
voz un poco rota “por el aire acondicionado”, el sevillano dejó claro que se ha
pasado a “El bando bueno”, último trabajo que ha gestado, parido y
presentado en los escenarios, justo en este año tan fatídico para la música en
vivo.
Un paseo por sus discos anteriores, remontándose incluso a
los inicios de su carrera musical y sin dejar atrás sus temas con más escuchas
en Spotify, según declaró él mismo y dedicándose un tiempo especial a la
presentación de su disco para lo que era de mandato abrir con “Una famiglia
reale” y no dejar sin tocar todos los que estaban esperando sus incondicionales,
como “Una llamada a la acción”, imprescindible siempre en su repertorio.
Momento estelar, aunque ya previamente anunciado, la
presencia de J. (Planetas) compartiendo el desnudo escenario con Antonio Luque.
Junto a él tocó turno para “Los ángeles”, “El alfabeto morse” o “Babieca”,
donde el pedal de efectos y sustitución instrumental de Chinarro se
adueñó, por unos momentos en exceso, de la atmósfera. Compartidos ya los
mejores temas del Señor Luque, un regalo planetario llegaba en forma de “Un
buen día”, para regocijo y agradecimiento de sus seguidores.
Bises incluidos y un humor tan peculiar como el propio “personaje”,
con comentarios ácidos y casi siempre certeros sobre la situación actual,
configuraron finalmente un concierto íntimo, como nunca antes habíamos podido
disfrutar de este músico tan peculiar y único en su especie. Un cantautor no al uso que, sin embargo,
comparte tanto en el concepto musical con los propios Planetas. Para concluir, un “momento Pantoja” en el que, cuál torera alternativa, cedió los trastos a su
hijo para terminar la noche con base electrónica y rap. No diréis que ahí no
hubo cambio de tercio.
Crónica y fotos: María Villa
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