Califato 3/4 en Teatro Alhambra (16/10/2021)


Flamenco viene del sur” y Califato ¾ vienen de Sevilla. A ver si lo hay más sureño. Ayer llegaron al Teatro Alhambra, dentro de este ciclo, con todo el papel vendido y la irreverencia de una banda imposible de catalogar. Entre el flamenco, el rock, el punk, el reggae, la psicodelia, la electrónica y la semana santa Sevillana, andalucistas, reivindicativos e impuros, como lo es el flamenco desde que se conoce como tal, mezcla de todo, apropiación y desprendimiento.


Viene del sur, como la zambra, la soleá, el fandango. La única diferencia, es que el andalucismo arraigado de Califato ¾ se impregna de costumbrismo actual, de lo que hay en las calles, de las raves, las procesiones, las situaciones que sólo se podrían vivir en esta Andalucía tan auténtica donde “El Cristo de la Navahâ” cierra noches de pubs y discotecas. Porque, al final, lo que nos gusta es recrearnos en nuestra blanqui verde. Como ellos, con todo el arte, cabesa.


Ayer, en el Teatro Alhambra, con un repertorio donde no faltaron sus temas más conocidos, la gente reprimía palmas y bailes con “Pascual Marquez, 33”, respetando las normas hasta que, al final, entre la marcha del Cristo y el himno de Andalucía, ya no pudieron quedarse pegados al asiento. Mucho se tardó en levantarse, porque, a pesar de todo, el respeto y el civismo sigue siendo seña de identidad en el mundo de la cultura.


Mucho arte en una banda que empezó como un proyecto donde sacar unas cuantas cosillas, nada serio, y fue un boom inmediato, con una gran acogida por parte del público y los medios. Desde ahí, Califato no faltan en ningún sarao que se precie y, este festival, no podía ser menos. Quizás también, para poner el contrapunto y la controversia, que de eso, los sevillanos andan sobrados.


En la banda el descaro de Manuel Chaparro (capataz y voz), la finura y el desparpajo de Rosana Pappalardo (voz), Esteban Espada (bajo), la inconfundible voz de Curro Morales – ex Narco (guitarra y voz), Sergio Ruiz (teclados), Lorenzo Soria (electrónica) y, el punto más clásico de Guille Iniesta (guitarra flamenca). En este concierto, también, la colaboración estelar de Ihmaele (Fausto Taranto). No les falta de ná para transportarnos desde Triana a una rave, desde la Giralda a la Copera.


Esta vez, un público más maduro que en otras actuaciones suyas en Granada, quizás, por estar este concierto dentro del mencionado ciclo. Aunque, realmente, el grueso de público seguía siendo esa gente más joven que se está acercando al flamenco desde lo impuro y lo diferente, desde la mezcla, la experimentación y las ganas de saltarse todas las barreras para crear algo nuevo. Bebiendo de muchos lugares comunes, por supuesto. Y con ilustres predecesores en el arte de revisar y renovar.


Porque, nunca ha habido algo tan nuestro, tan flamenco y tan “viciado” como el “Omega”, ni tan cercano y con capacidad de poner el dedo en todas las llagas como El niño de Elche. Ni tan rompedor como Martirio en su momento. ¡Si hasta Las Grecas practicaban el arte del mestizaje y lo impuro!


Desde la puesta en escena, tan alegre y desenfadada como siempre, hasta el gran sonido y la magnífica iluminación, un lujo haber estado en el concierto de Califato ¾, haber vuelto a escuchar sus temas y sus diatribas y haber coreado, con ellos, ese electro himno de Andalucía que, dicho sea de paso, debería ir sustituyendo al de siempre. Por aquello de darle a todo una vuelta de tuerca, y una patada al purismo.





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