Tras el hombre tímido y poco dado a prodigarse en medios que es Antonio Arco, se esconde un artista con tanta música a cuestas que, poco a poco, se va convirtiendo en su propia enciclopedia sonora. Muy atrás en el tiempo, sus orígenes, en El Puchero del Hortelano. Orígenes de los que, no sólo no reniega, sino que forman parte de la actualidad de ARCO. Tras el parón pandémico, a Antonio, como a tantos otros artistas, le toca retomar la carretera y el sábado lo hacía a lo grande, con todo vendido, en una Sala Aliatar que tuvo que retrasar el comienzo de la actuación porque la cola se prolongaba de forma interminable Recogidas arriba.
Jugaba en casa, en una casa que siempre le recibe con amor y entrega y, Antonio, lo sabe. Con un comienzo minimalista en el que un contraluz cegaba al público y lo centraba en la voz de Arco mientras se lanzaba, solo, por tientos, antes de que se añadiera la banda y sonara “Todavía”, el single adelanto que tan buena acogida ha tenido. El tema, inspirado en los versos de Antonio Machado, en su “Hoy es siempre todavía”, sonó con una fuerza que hizo temblar, literalmente, el suelo de la sala.
Y, jugando en casa, era de rigor tener invitados granaínos con los que compartir el calor y cariño que se desbordaba alrededor del cantante. En esta ocasión, el zapateo de Álvaro Guarnido, la voz flamenca de Juan Pinilla y la alegría de Nestior para acompañar grandes momentos del espectáculo. Trío de ases, cada uno en su estilo, para aportar matices, cariño y buenas vibraciones a tres de los veinte temas incluidos en un setlist en el que no faltaron “Quiero saber”, “Todo”, “Ese rato tan divino”, “Un día perfecto” o, en el apartado de bises “Tú eres eso” y un final apoteósico, con la sala a reventar y “Lo difícil” sonando a dulce despedida.
Una versión, que ya había interpretado en otras ocasiones, para entonar ese “La quiero a morir” de Francis Cabrel, pero versionada por muchos y muy grandes artistas, entre ellos, el propio Antonio Arco.
Bajo el escenario, entre el público, muchas y muy emotivas historias, porque Arco, con sus letras, ha sabido tocar de cerca muchos corazones. Entre ellas, llorando, emocionada, una madre que asistía con su hijo, al que estuvo a punto de perder y le ponía las canciones de El Puchero mientras estaba hospitalizado. Porque, cuando las canciones se escriben desde el alma, tienen la propiedad de traspasar la piel y entrar en otras pieles que hacen suyas las palabras que se cantan.
Ese es, sin
dudas, el mayor éxito de Arco, saber ponerle música a sentimientos compartidos
y universales que pueden hablar de ti, de mí, de nosotros, que pueden contar
nuestra historia, como cuentan la del propio Antonio. Así da gusto disfrutar de
un concierto. Porque, en esos momentos, un concierto, ya no es un espectáculo,
es una experiencia.
Crónica y fotos: María Villa
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