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lunes, septiembre 19, 2022

[Crónica] Granada Sound 2022

 


No fui a la primera edición del Granada Sound (entonces se llamaba Alhambra Sound) y, desde entonces, por diversos motivos de fuerza mayor, me he perdido algunas ediciones entre medias. Pero, a pesar de todo, sigo considerando que este festival es la cita ineludible del indie granadino. No sólo por la enorme cantidad de personas que mueve (unas 25.000 personas diarias), sino porque, a fuerza de costumbre, dentro y fuera de la provincia, el público se ha acostumbrado a despedir el verano en esta cita festivalera.

Suele ocurrirnos que, el primer día, llegamos al festival con tantas ganas que concluimos la jornada víctimas del más completo agotamiento y, en la segunda jornada, como otros muchos asistentes, nos toca ir dosificando fuerzas para completar la maratón de actuaciones, treinta y una en total en esta edición.


Comenzando con Niña Polaca, que rompieron el fuego a unas horas aún calurosas en este veranillo de San Miguel que nos tiene fritos. Aunque suene recurrente, se trata de una de esas “bandas generacionales” que son capaces de cantar a lo más cotidiano de una juventud que asumió hace tiempo la muerte de Mufasa. Difícil tarea la de apertura que sin embargo saldaron con éxito mientras Jack Bisonte actuaba en el escenario Placeta.


Primera sorpresa de la tarde, Pole., especialmente por la calurosa acogida de un público que coreaba los temas de esta banda que está revolucionando la escena. Surgida en el boom del urbano, no limitan su sonido a lo previsible, sino que beben de otras tendencias como el pop, el rock y la electrónica, creando temas que llegan a su público. Y es que, a pesar de lo que suele decirse, a veces, cantar sobre “lugares comunes” es lo que motiva a la gente, sólo hay que dar con la tecla y este toledano de 22 años ha dado en ella.

Mientra Chill Chicos rapeaban también en el tercer escenario, Zahara volvía a meternos dentro de su puta rave a base de una puesta en escena siempre deslumbrante, una vuelta de tuerca a lo que había hecho hasta ahora y una reinterpretación de sí misma llevada al lugar donde se siente cómoda en este momento, flanqueada por Martí Perarnau y Manuel Cabezalí y acompañada de un cuerpo de baile que completa una puesta en escena digna de los mejores clubes de baile.

Salimos sin aliento de su rave para intentar disfrutar, en la medida de lo posible, de dos actuaciones que nos gustaron y nos sorprendieron a partes iguales. Ambas, en el escenario Placeta, el más pequeño pero no por ello menos importante.


Se trata de Yarea y Morning Drivers. A la primera no la conocíamos, pero nos la apuntamos para seguir de cerca tras haber disfrutado de la sutileza y la elegancia de esta chica sobre los escenarios. A los ibicencos sí los conocíamos y sobra decir que el reencuentro con su música ha sido más que grato porque, en estos años, han ganado en fuerza y han terminado de dar forma a un proyecto que, desde sus inicios, ya apuntaba maneras.


Obviamente, para disfrutar de estos dos pedazos de conciertos, tuvimos que sacrificar el ver a Carlos Sadness pero compensamos nuestra falta a la parte principal de los escenarios llegando justos y cabales para disfrutar de la banda más esperada de la noche The Hives. 


Los suecos, que se autoproclaman “la mejor banda de rock del mundo” con un sentido del humor muy particular, nos dejaron exhaustos en los primeros temas, enlazados y soltados como metralla sobre un público que les recibió emocionado. A partir de ahí, más aire entre los temas, bastante conversación del cantante con los asistentes y un repaso a una carrera musical llena de éxitos bailables de los que se quedan resonando en tu cabeza mucho después de haber terminado el concierto. 


Sin espera alguna, saltaban al escenario Ginebras, una banda que está en un dulce momento de su trayectoria, disfrutando de un merecido éxito y trayendo frescura y un toque femenino muy acorde a sus tiempos y a las principales preocupaciones de su generación. Desde que aquellas Flores azules y quilates” les ayudaran a dar el último salto, son muchos los temas que hemos coreado con ellas en los festivales de estos últimos años.


Tras ellas, nos quedaba el más puro disfrute con el siempre bien recibido espectáculo de Miss Caffeina, a quienes recordamos cuando empezaron, hace años, viniendo a horas mucho más tempranas a este mismo festival. Ahora, con su "Año del Tigre", a la banda se le nota cuanto ha evolucionado, cuanto curte la experiencia acumulada y cómo han ido creciendo poco a poco hasta ser una de las bandas estrella de cualquier festival que se precie. Como siempre, no defraudaron en su espectáculo.

Culmen de la noche, el siempre enérgico y bailable show de Elyella, una apuesta segura para que la gente salga saltando de un recinto que costaba desalojar por las muchas ganas de festival acumuladas.


Para la segunda jornada, a pesar de intentar llegar antes, el improvisado botellón en las inmediaciones, que complicaba aparcar más cerca del recinto, retrasó algo nuestra entrada y llegamos por los pelos para disfrutar de La La Love You y su canción del verano (alusiones incluidas a “otras” canciones de este verano), su fin del mundo y toda su colección de éxitos de la temporada. En la misma línea en la que los hemos visto en otras ocasiones, cuando se habla de show en festivales, lo más práctico es hacer lo que la gente espera de cada grupo, como la emocionante versión “Tenía tanto que darte” de Nena Daconte, que los acompaña desde hace tiempo y han sabido hacer casi suya.


Solapándose casi por completo, dividimos el tiempo para disfrutar un rato de Dani Fernández y poder hacerlo también de Melifluo. Gran calidad en ambos escenarios en ese momento y una anécdota a contar, la versión de la canción “Supersubmarina” sonaba mientras algunos de los miembros de esta banda, que tristemente no ha podido regresar a los escenarios, abrían paso a sus temas a pocos metros del manchego.


En el escenario contiguo cogía el relevo una Rigoberta Bandini que levantó pasiones desde que saltó a las tablas. Esperadísima por sus fans, especialmente por esos que se declaran eurofans de toda la vida. Ahora, que ha anunciado un largo retiro después de estos últimos conciertos, Paula Ribó, tras su alter ego, desplegó toda su frescura, su himno feminista a favor de las tetas, que mostraron sin pudor tanto ella como sus coristas.


Una de ellas, su prima, embarazada y al pie del cañón, empoderando a todas esas mujeres fuertes a las que tan bien representan. Y si con una vez de “Ay mamá” no fue suficiente, fueron dos, con matices y añadidos, las veces que pudimos escuchar el tema, junto a otros igualmente reivindicativos, como “Así bailaba”, que rompe con todo lo que en su momento trató de inculcar aquel “Así planchaba” que cantó inocentemente toda una generación o su “La La La”, homenaje a la también eurovisiva Masiel. Poco repertorio, pero muchos y bien aprovechados recursos los de esta artista.


Sin descanso entre bandas, Alizzz salió a escena para dejar claro por qué es uno de los artistas más completo y solicitado no solo como cantante, tras su flamante estreno de su trabajo “Tiene que haber algo más”, sino como productor y compositor que ha hecho temas para C. Tangana, Rosalía, Becky G, Doja Cat, Lola Índigo, Aitana y Amaia entre otros.

Pero, si en algo destaca además de por lo mencionado es por su capacidad de hacer temas redondos, de esos que parecen haber nacido de una fórmula que siempre funciona, la suya o versionar otros como “Cuatro millones de rayas” de los Planetas, antes de compartir escenario, brevemente, con Rigoberta Bandini como invitada suya.


Coincidiendo con el catalán, pero llenando el espacio que abarcaba el escenario Placeta, unos Sexy Zebras a los que hemos visto ya más veces en ese “tercer escenario” a pesar de que han demostrado merecer de sobra ocupar uno de los principales, si, de algo sirvió la coincidencia, fue para descongestionar levemente el espacio cercano a los otros dos escenarios, que, por momentos, estuvo peligrosamente abarrotado de un público entre en que era imposible moverse de uno escenario a otro. 

Llegados al punto de mayor afluencia de público, los granadinos Lori Meyers, abrían la franja nocturna de conciertos, esta vez, de estreno, con sus “Espacios infinitos”, un disco producido por James Bagshaw y mezclado por Claudius Mittendorfer, que contó con la colaboración de Anni B Sweet en coros y James Bagshaw en sintetizadores. No se limitaron a traer novedades los lojeños, sino que dieron un repaso a todos los temas imprescindibles de su carrera que, a estas alturas, son muchos, siempre acompañados de unos magníficos audiovisuales, sello también de la casa.


Tras ellos, Sidonie y Dorian, en sendos escenarios, sin coincidir entre ellos, volvieron a dar el espectáculo de altura al que nos tienen acostumbrados. Son ya muchas las veces que los hemos visto y disfrutado en este festival y poco más que añadir para hablar de dos de las bandas que han sabido llegar y saben mantenerse en esa cumbre del indie español que les permite girar en los mejores festivales nacionales de forma continua. Un placer siempre volver a escuchar todos esos temas que para sus seguidores son ya himnos y se corean a pie de escenario desde el primer al último acorde.

Sin opción a movernos demasiado, por la gran afluencia de público congregado, nos decidimos a permanecer en una zona fija, sin poder asomarnos al tercer escenario y esperar ahí hasta que Les Castizos pusieran el broche final a un festival en el que se baila mucho, se bebe mucho y la diversión está, sobre todo, en estar ahí, año tras año, dándolo todo como cierre estelar de un verano que ya da paso a los conciertos de salas, en cuya programación ya podemos ver grandes nombre por venir este otoño.

Como cada año también, son muchas las quejas y sugerencias que se pueden ver en las redes sociales del festival que, ha crecido y mejorado mucho de una edición a otra. Por supuesto, siempre hay cosas que mejorar, pero no nos quedaría más que decir que, si cada edición ha ido mejorando la anterior, estamos seguros de que la próxima escuchará algunas de las sugerencias más constructivas y volverá a ser mejor que la que le precede. Porque, al fin y al cabo, es nuestra cita indie, la que pone a Granada en el punto de mira de gente venida prácticamente de todo un país en el que han florecido tantos y tantos festivales. Es el festival que lleva por nombre GRANADA.

 Fotos: María Villa y fotografía oficial Granada Sound. 

 




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