Propuestas interesantes desde Murcia, y de lo más variopinto musicalmente hablando, no faltan en los últimos tiempos. Nosotros preferimos profundizar en el underground de la escena más alternativa o, para ser más fieles al concepto, en escenas menos propensas a aparecer en medios mayoritarios y en consecuencia alejados conscientemente de cualquier circuito comercial. Cuando escuchamos discos como "Planeta Náhuatl" pensamos en parajes ignotos, brumas sonoras de difícil condensación sensorial y canciones inmensamente pequeñas que nos claven en la oreja unas renovadas ganas de vivir. Entre sonidos exóticos, pop desconfigurado y cantos a la madre naturaleza, a quien no dejamos de agredir vilmente, Alberto Charro, guitarra y voz del renovado quinteto, se manifiesta al respecto de todo ello.
Para los despistados y despistadas en esto de la geografía, ¿qué es y dónde se encuentra exactamente el planeta Náhuatl?
Podría ser cualquiera de los tantos planetas que la NASA ha
descubierto similares a la tierra donde el ser humano podría sobrevivir.
Habláis de disco
conceptual en unos tiempos en que parece que ya cuesta escuchar un álbum
completo del tirón, en todos sus matices y respetando el orden de canciones con
el que fue concebido. ¿Hasta qué punto es arriesgado meterse en el estudio hoy
en día con esa idea?
El riesgo nunca fue un problema para nosotros. Siempre hemos
hecho algo que no se adapta a ninguna moda concreta, algo que nos ha permitido
construir una identidad muy precisa y que, bajo nuestro punto de vista,
necesita de este tipo de pasos para mantener el interés.
¿Fue largo y costoso
el proceso de creación? Las canciones suenan muy urgentes pero a la vez muy
elaboradas.
En realidad, una vez que la idea ya estaba germinada, el
resto de canciones fueron brotando de una manera bastante espontánea. Yo
llegaba con mis maquetas hechas y en el local de ensayo todo tomó la forma
definitiva.
Para la edición en
vinilo ese orden es aún más importante. En la cara B, después de dibujar el
desolador paisaje medioambiental que amenaza al mundo en la cara A, dais rienda
suelta a vuestra parte más psicodélica y lisérgica. ¿Son las dos caras de una
misma moneda?
Sí, además se puede empezar por la cara B sin problema, dado
que es una historia cíclica. Nosotros entendemos que el ser humano es un
enfermo crónico que no sanará cambiando de escenario. Por eso cuando se llega a
Planeta Náhuatl alguien toma el control y vuelve a corromperlo todo, y vuelta a
empezar.
La temática se
orienta a la conciencia ecológica y el desastre al que la especie humana ha
conseguido abocar al planeta. ¿Qué papel juega la naturaleza en vuestra vida y
vuestra música?
El parón obligado con motivo de la pandemia nos empujó a
disfrutar aún más los parajes naturales que tenemos cerca de casa y nos dio
mucho tiempo para reflexionar sobre todo lo que está ocurriendo, y esto es lo
que hemos plasmado aquí.
¿En qué ha cambiado
la orientación sonora de la banda, ya que parece que ahora los sonidos latinos
se han impuesto a cualquiera de vuestras influencias?
Echando la vista atrás se hace evidente que hemos cambiado
mucho. Ya no se encuentran entre nosotros algunos componentes fundadores, y ha
entrado sangre nueva que nos da otro enfoque evolutivo. Lo de apostar por los
sonidos latinos es sobre todo consecuencia de que ahora tenemos a Miguel, nuestro
percusionista, que aporta congas y demás parafernalia.
Tal es la importancia del camino emprendido en el disco que incluso hacéis una versión de una banda ignota, unos guatemaltecos llamados Agrupación Galaxia que datan nada menos que de 1974. Y creo que no es el único cover que hacéis.
No, también hemos incluido una versión bastante transformada
de “Amor salvaje” de los chilenos Los Picapiedras, que a su vez fue una versión
castellanizada de “Wild love” de Herman's Hermits.
En “Epílogo”, por
ejemplo, un tema que por el título podría haber cerrado el disco, afirmáis que “todos han muerto, las ballenas y los
jilgueros”, os tomáis a broma el apocalipsis y proclamáis el baile y la
diversión como únicas motivaciones ante lo inevitable.
En esta canción reflexionamos sobre el desastre causado en
ese planeta que vemos explotar desde nuestra nueva residencia galáctica, con la
misma seriedad con la que nos tomamos a diario los desastres ecológicos. Ese es
el contraste que queríamos crear, buscando la exageración entre el drama de la
letra y la despreocupación y la indiferencia con la que nos tomamos las
noticias graves que nos llegan a diario mientras gozamos de nuestra lúdica vida.
Y en “No es tan
difícil” el sonido se va por otros derroteros más cercanos al mod que sonaba en las islas británicas
durante los sesenta.
Acabar con “Epílogo” nos parecía demasiado pesimista, y
teníamos esta nueva canción que transmite un mensaje también muy importante
para conseguir cualquier cambio, que no es más que el “sé tú mismo” de toda la
vida, y no permitas que los prejuicios venzan.
Es cierto que en esa
época, entre mediados de los sesenta y finales de los setenta hubo también movimientos
culturales totalmente underground en
toda Latinoamérica que dejaron huella de alguna manera en las generaciones
posteriores. ¿Qué corrientes sonoras os interesan más de aquella época?
El movimiento del “nadaísmo” colombiano es bastante curioso,
y fue influencia para la música de uno de nuestras bandas referentes, Los
Yetis. También en esa parte del mundo podemos encontrar mucha canción protesta
contra la guerra con Los Flippers y Los Speakers o en Chile con los Mac´s. Otro
momento interesante el Festival Rock y Ruedas de Avándaro que se celebró en
México como una respuesta latina de Woodstock en 1971 en un país que llevaban
muchos años de represión contra la música rock.
En definitiva, el continente es enorme y en cada país encuentras
pequeños recovecos y movimientos que despertaron a la música underground.
“Planeta Náhuatl”
tiene un tono general de pesimismo y pérdida de fe en los principios humanos,
pero está narrado y tocado de forma muy optimista, incluso con momentos
cercanos al beat que dominó el pop en
gran parte de Europa hace más de medio siglo. ¿Buscábais ese contraste entre
fondo y forma?
Es una metáfora de cómo es la vida a veces. Naces en un
sitio donde estás a gusto (principalmente porque no conoces nada más) hasta que
creces y empiezas a ver todo lo malo, y buscas la felicidad en otro lado.
Cuando llegas a este nuevo lugar puedes estar bien al principio, hasta que eso
vuelve a cambiar y empiezas a añorar por alguna razón tu lugar de procedencia,
y a recapacitar sobre qué podrías haber hecho mejor, y es entonces cuando
aparece la añoranza.
No es habitual, aunque últimamente esté floreciendo una serie de bandas que reivindican otras raíces, que unos músicos de aún breve trayectoria pongan la mira en unas músicas tan lejanas geográfica y culturalmente. ¿Desde Murcia, por la razón que sea, se mira mejor al resto del mundo?
Creo que siempre se ha hecho, solo que estamos acostumbrados
a que los lugares de referencia cultural sean normalmente los anglosajones, y
eso siempre ha entrado dentro de la normalidad. Y hoy en día se ve lo mismo
desde Murcia que desde cualquier rincón del mundo con acceso a internet y a la
cultura en general.
¿En qué punto se
encuentra la carrera de Los Malinches y hacia dónde se dirigen vuestros
próximos pasos?
En el último año y medio estamos enfrascados en un convulso
cambio de componentes y estilo, pero con una meta en el horizonte que es seguir
convirtiendo todo lo que envuelve a la banda en algo único que aporte una
experiencia interesante de vivir tanto en directo como en estudio. Vamos a
estar presentando este nuevo álbum a la vez que estamos empezando a dar forma a
nuevas canciones que nos lleven a un cuarto álbum.
0 Comentarios
¡Comparte tu opinión!
Esperamos tu comentario