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lunes, abril 29, 2024

Entrevista a José de Rueda (16 Toneladas): "Diez años al servicio de la felicidad"

 


El próximo sábado 16 Toneladas celebrará haber regalado a València diez años de rock and roll con los directos de los míticos The Undertones, Heatweaves y Deaf Devils. Una velada que se vestirá de sudor, tsunamis, cervezas, saltos, pogos y mucha diversión.

El tiempo es más enemigo que aliado conforme te vas haciendo mayor, y cuándo pienso que hace diez años escuchamos que iban a abrir una nueva sala en la ciudad, me pega una hostia en este cuerpo cansado que habita aún en un espíritu joven y con inmensas ganas de vivir. Hemos querido aprovechar el décimo aniversario del 16 Toneladas para hablar con Pepito, mientras Poldo se nos escaquea de la conversación entre barriles de cerveza, albaranes, facturas y los deberes de su hijo. 

Mientras doy forma a la charla que tuve con Pepito me pongo a The Undertones, que estarán tocando en su décimo aniversario junto a Heatweaves, y lo que podríamos llamar ya por derecho propio, su banda residente, Deaf Devils. Empiezo con Teenage Kicks, la canción que me hizo conocerlos. No les controlo, como a muchas otras bandas, mis inquietudes musicales se mueven pro un abanico tan amplio, que siempre me ha primado sentir y disfrutar la música en directo, que ser una enciclopedia musical. Pepito tiene el don de poseer ambas cosas, y mientras pasamos juntos lo que debe ser su única tarde “libre”, las luce con humildad, pasión, y un brillo en los ojos, que hace especial cada una de las palabras que suelta, sin pisar freno alguno, y con un desparpajo envidiable. 

Recuerdo que pensamos al conocer la ubicación del 16 Toneladas que sería demasiado lejos para la gente acudiera. Esa pesada línea que caía en algunos valencianos de cruzar el río no fue problema, y la gente respondió. En realidad, a veces somos muy exageradas y muy vagos; a nuestro alcance una boca de metro a menos de diez minutos, unas piernas que siempre están dispuestas a patear, o la suerte de  una bicicleta en una ciudad amable para ella. Una sala que no tiene ningún edificio arriba seguramente sea una ventaja para no molestar tanto a los vecinos, aunque Pepito también piensa que ese punto encuentra algunas carencias: “Eso siempre se echa de menos que no haya vecinos, por la vida natural que tiene y el paso de la gente. Y que no haya oferta de bares. La gente estaba acostumbrada a que aquí no hubiera habido nunca nada, aunque prefieren que estemos aquí, porque aquí, antes de llegar, todo era prostitución masculina, y cuando llegamos nosotros se desplazaron a la calle de atrás.”

La búsqueda de lo que ahora conocemos como una de las salas de referencia de la ciudad, si valoramos su espacio, su acondicionamiento, su sonido y su buen ambiente, costó demasiado, pero nunca se dieron por vencidos, y menos mal que fue perseverante en su sueño y al final dio en la diana: “Nosotros queríamos un sitio donde pudiéramos hacer esto, y como entonces había pocas cosas en traspaso, nos llevó un tiempo. Hemos podido crear esto desde cero, nos permite cumplir con las normativas de ahora, tanto la insonorización como el acondicionamiento acústico. Todo eso nos ha permitido hacerlo como queríamos. De la otra manera, tu llegas y tienes que trabajar con lo que has encontrado. El tema de la insonorización es muy difícil mejorarla de un sitio que está hecho de antes. Por ese lado sí que me alegro de estar aquí.” 

Las distancias nunca han sido un problema para él: “Lo de estar apartado es un tema que no me preocupaba, yo cuándo tenía 24 años, monté el Kraken, y lo monté en la plaza de Honduras, cuándo entonces toda la historia de rock y pop estaba en la plaza del Cedro, y aunque estuviera al lado, estaba Blasco Ibáñez que era una frontera. Es como El Carmen de aquí, que está el río, que también es una frontera. Pero en el Kraken cuando empezamos éramos los únicos que éramos de pop y rock, y cuándo lo  dejé, estuve doce años allí, ya había más pubs de pop y rock que en el Cedro. Yo siempre pensaba si llego a estar en el Cedro quizá no hubiera funcionado. Estar apartado también tiene su cosa, a mí me gusta.” 

El proceso fue largo y les obligó a visitar muchos espacios, pero siempre vale la pena si lo que te espera es la joya de la corona.: “Muchísimos, fuimos al Ayuntamiento un montón de veces, seguro que más de 80 o 90 locales vimos. Menos mal que en algunos nos dijeron que no podíamos hacer la sala allí, porque algunos de ellos, estaban en polígonos como Vara de Quart o Ciutat Fallera. Al final con el arquitecto municipal ya teníamos una relación de amistad de ir tantas veces, y me acuerdo que cuando llevamos este local, llevábamos otros dos más. Nos dijo este no puede ser por tal motivo, buscándolo en un libro de normativas que manejaba a la perfección. Creía que el tercero también iba a ser que no, y cuándo lo vio, nos dijo, creo que habéis encontrado el único lugar en València que se puede hacer esto.” 

Al menos, apuntamos, en València ciudad: “Si porque yo a los pueblos no me quería ir, y yo tenía el ejemplo de mi amigo Javi, que tuvo el Durango mucho tiempo, dónde pinchaba. Yo pensaba que en un pueblo no funcionaría, muchas veces había más gente de Castellón que de València. Porque en València somos muy cómodos, decimos no, no salgo de la ciudad.” Damos fe que el público de Castellón siempre ha tenido más actividad y comunidad, al menos, nosotras lo corroboramos de la escena hardcore que seguimos desde hace ya unas décadas. 

Antes de entrar me fijo en la placa de que la licencia de la sala reza como Sala baile, así que le pregunto sobre el tema: “No hay categoría sala de conciertos. Está sala de baile, que es la que tenemos, que podemos hacer conciertos y luego bailar hasta las 7 de la mañana. También está la sala de fiesta que tienes que hacer comida, tener cocina, extracción y puedes cerrar a las 7, y Discoteca que puedes cerrar las 7 de la mañana pero no hacer conciertos. Así que decidimos empezar de cero como sala de baile. Ahora realmente pueden hacer conciertos todo el mundo, a la asociación de salas de música se han apuntado otros espacios que no cumplen todos lo requisitos. Aunque yo no soy partidario de que se cierre ningún espacio, todos son buenos para crear una escena. Nosotros gracias a la inversión inicial, cara a pasar futuras inspecciones, lo tenemos todo controlado y vamos con más tranquilidad” 

Sentimos que una sala de conciertos debe ser un espacio habilitado para la música en directo que tenga una identidad propia, y por supuesto, que parte de esa esencia que la caracteriza, sea su programación. Pocas salas veo en València en este sentido como el 16 Toneladas o Loco Club, la verdad. Una vez habían dado con el local idóneo, el trabajo no cesó, faltaba nombrar al espacio, diseñar la sala, y crear la imagen que hoy en día conocemos; los colores, el logo, la bola de discoteca que tan bien ilumina al público en los momentos más álgidos de los directos o en los bailes hasta al amanecer, las barras, y los paneles acristalados con entradas antiguas de conciertos. Toda una colección de detalles que muestran una personalidad y un gusto por el rock and roll: “El nombre de la sala es por la canción de Merle Travis’s que luego popularizó Tennessee Ernie Ford. Es una canción que hizo un cantante de country poniéndose en la piel de un blues man, y cuenta las condiciones laborales complicadas para la gente que no tenía dinero. En España todo llegaba tarde, lo que ocurrían en los cincuenta, llegaba en los sesenta, y la canción de José Guardiola también. La letra la tradujeron bastante literal, siempre he pensado que la canción es muy sindicalista, muy punk. De hecho, los Clash hicieron una versión en el 78. Siempre me hizo gracia y siempre lo hablaba con mi colega Saul, que pinchábamos juntos antes de montar la sala, y me acordé de aquello y pensé que me gustaba, porque siempre me han gustado los nombres compuestos de las salas, me gustaba La puerta Verde pero ya existía una, no sé si en Albacete o Cuenca, o La Vía Láctea y La Edad de Oro. Y 16 toneladas me moló, que luego siempre es, me voy al dieciséis o me voy a las toneladas. Al principio no me gustaba, pero ahora me he acostumbrado, porque al decirlo así suena como más familiar.” Nosotras somos de decir vamos al 16, creo que la gente nos apropiamos del nombre y lo llevamos a nuestro terreno, y eso también es muy bonito. 


Pepito prosigue explicando sobre la imagen de la sala con gran entusiasmo: “Luego los colores son los colores del rock and roll, el rojo, negro y blanco, siempre me han gustado esas camisetas o comics que se hacían en negro, con portada en rojo. El diseño del logo es de Mik Baro. Siempre que trabajamos con alguien, nos gusta hacer todo con esa gente. Conocía el trabajo de Mik, me lo presentaron y hubo muy buenos rollo, además de que conectamos mucho musicalmente. El tiene libertad para crear, todo es idea suya. Con la ticketera nos pasa igual, siempre que podemos trabajamos con Movingtikects, han venido de otras a vender sus servicios, pero no hemos querido, porque les hemos dicho que las hermanas Borja son amigas, y que se implican con nosotros en esto, y no quiero probar a nadie más.” 

Lo interesante y fructífero de hablar con él, es que salta de un tema a otro como pez en el agua, y con una naturalidad aplastante, llegando a contarnos  que piensa y siente del público del 16 Toneladas: “A mí lo que me gusta realmente del punk es la actitud, porque la música que me gusta es más la de raíces americanas. Pero del punk lo que más me ha llamado la tención es su gente, porque los rockers son más serios, y a mi me gusta mas el lío y el gamberrismo. También los heavys son muy buena gente. Me gusta poder currar con todo tipo de públicos, porque no sé si somos nosotros o es la gente en general, pero les sacamos lo mejor a las personas. Vienen aquí y lo pasan muy bien, incluso gente que se supone que en la calle no se tolerarían, porque se supone que en la calle hay mucho ambiente de no tolerarse unos a otros, y los otros a unos, y aquí pueden convivir. Hemos tenido a mucha gente junta que Poldo y yo decíamos si no lo veo no lo creo. Nunca hemos tenido ningún problema, todo el mundo siempre ha ido de buen rollo. Podemos hacer el viernes concierto de punk y sábado de acid jazz que, en la que viene gente más mayor, más cool y de pasta, y no se han sentido extraños ninguno de ellos, eso es lo que más me gusta. Cuando yo era pequeño había un pub en mí barrio, en la Olivereta que se llamaba el continental que su dueño era Juanjo de King Kreole y La Edad de Oro, y era el primer pub que vi que era una nave industrial, y cabía mucha gente, había unas gradas donde la gente estaba de pie en los escalones y era la época de las tribus urbanas, y todos estaban mezclados. Siempre he querido lograr algo así, que todo el mundo se sienta a gusto. Porque, aunque parece que la música es lo principal, para mí no lo es, lo principal es que la gente se sienta bien. La música es muy importante porque al final es el motivo porque lo hemos montado, pero para mí prima más que la gente disfrute y creo que nosotros lo hemos conseguido, bueno lo han conseguido ellos, que vienen aquí de ese rollo. 


Antes estuvo en otros frentes de la industria musical, lleva a sus espaldas toda una vida dedicada a la música en muchas de sus extensiones y ha tocado diversos palos, hacemos un repaso sobre esto, para encontrar algunos de los porqués de decidirse a montar una sala de conciertos: “Siempre he estado relacionado con la música. Mientras estudiaba, ya empecé con quince años a pinchar en discotecas móviles, que se llevaba entonces mucho. Y poco a poco me interesé más por el tema técnico que el de dj de verbenas. Empecé cargando camiones, que es como se empezaba. Y poco a poco me puse a ir de gira con grupos. Lo que pasa que en un principio yo me sentí como súper importante. Pensaba, ostia, estoy haciendo giras en sitios grandes, pero luego me di cuenta de que el rock and roll, por llamarlo así, porque creo que en muchas de las bandas con las que giraba no había actitud ni música rock and roll. Por un lado está el show business y por otro, la música en sí, y dónde estaba había mucho de show business pero poco de música. Si me acuerdo de trabajar con Pildora X, los Deltonos, Los Enemigos, Los Marañones o Surfin' Bichos, y molaba mucho trabajar con ellos. O de aquí de València con Julio Galcerá. Grupos que me encantaba trabajar con ellos. Pero poco a poco vas subiendo y te das cuenta de que no haces nada relacionado con el rock, así que me entró un bajón y me fui sin tener trabajo ni nada, Monté el Kraken, porque solo sabia poner música y lo echaba de menos. Y como en el Kraken no podía hacer conciertos porque me caían unas multas tremendas por hacer conciertos, entonces se multaba al os garitos, llegó un momento después de doce años que me empezó a rondar por la cabeza lo de la sala de conciertos. Mientras tanto me ofrecí como técnico a Xavi Castillo, que era colega, y un año después me llamó, y estuve tres años con él. A Poldo le comenté la idea, y coincidió que también quería dejarse su trabajo, y le dijo, si quieres yo me meto contigo, me busco la vida y entro. El fue más valiente que yo, porque se metió y no sabía dónde se metía, no sé si a veces se habrá arrepentido.” Aprovechamos para romper su silencio y le preguntamos si se ha arrepentido, con su tímida sonrisa y esa mirada pícara, nos cuenta que sabía que no iba ser fácil, pero que ahora ya no hay marcha atrás. 

Sabemos por alguna entrevista que le han hecho a Pepito que hemos leído que una sala referente para idear 16 Toneladas era la mítica Gasolinera, y nos cuenta que en aquella época había un circuito musical en la que el mismo grupo que venía de fuera, rodaba por varios locales, algo impensable hoy en día, pero que en su momento debió ser un buen caldo de cultivo para la época que se estaba viviendo políticamente hablando: “Yo conocí a muchos grupos. Mira Los Brioles, que tocan este viernes, los vi por primera vez en Gasolinera, y los volví a ver el mismo fin de semana en el Glop y en El Asesino. Ahí descubrí que había un circuito que duraba de jueves a domingo, y que transcurría por Planta Baja, Gasolinera o Bésame Mucho. Allí vi a Drag bruts, banda de chicas catalán, Vampiros en la Habana, Los Marañones, Los Ronaldos, que estaban empezando. o Surfin’ bichos.” 

Se ha hablado mucho de la cultura musical de esos años, en la que la gente iba a los conciertos sin conocer a la banda, por descubrir, y que actualmente, eso sucede excepcionalmente. También siempre nos encontramos con la eterna polémica de que las salas de conciertos antes no cobraban alquiler, que se repartía la taquilla, y su ganancia era eso y la barra. Por nuestro lado, entendemos que, al fin y al cabo, una sala de conciertos es una empresa más, y aunque, haya mucha pasión y afición, también deben ganar dinero para poder mantenerla, pagar a sus trabajadores, proveedores, y por supuesto, que sus dueños puedan vivir de ella: “ Creo que eso que dice la gente que antes no pagabas para tocar en las salas, era en salas que había no había equipo de voces, ni técnico y tocaban a pelo. Si la sala tiene una infraestructura, entonces la cosa cambia. Por ejemplo, en Garaje, la planta de arriba de Arena, nunca a nadie le dirían ven a tocar y hacemos las barras. Yo creo que hay unas salas que tenemos unos gastos y son gastos muy grandes. Y es así, o no podríamos funcionar. De todas maneras, yo eso no lo hago apenas, porque con todas las cosas que tengo a la cabeza y con la programación que viene de fuera, no me quedan días para alquilar la sala a bandas locales. No disponemos de tiempo. Yo puedo tener la libertad de que toque gente de aquí que entre dentro de mis inquietudes, pero no tengo más días, lo siento. No es que no les valore. De todas formas, creo que las condiciones para los músicos profesionales  son mucho mejores ahora que antes. Empieza a moverse lo de ir cotizando, no estamos a nivel de Francia, de que pueden tocar algunos conciertos, y luego pedir paro, porque consideran que el trabajo del artista no solo es el concierto si no todo el trabajo previo que hay detrás de este. Estamos en camino de eso, y empiezan a mirarte menos raro cuándo le dices a la gente que los quieres pagar, pero necesitas una factura a cambio. De tu actividad tienes que tener una justificación de unos ingresos y unos pagos.” 

Imaginamos que la época más difícil de la sala, a parte del comienzo, fueron los años de pandemia. Nos gustaría saber cómo vivisteis todas las fases, el adaptaros a la normativa y el temor a ver que todo lo que habíais logrado podía saltar por los aires. La sensación, por ejemplo, de estar tan vigilados y en gastronomía tener mucha más libertad: “Es más allí ellos podían hacer concierto sin tener licencia reglamentaria. Podía haber un concierto de fondo mientas comías. Era de locos. Aquí tuvimos una experiencia extraña con eso. En la pandemia hubo una cosa buena que todas las salas se unieron. Vimos que solo juntos pondríamos hacer algo, y tuvimos reivindicaciones, menos mal que había unas personas en IVC que nos apoyaron mucho e hicieron lo que pudieron, hablaron con la gente de sanidad, que no era fácil, porque dentro de sanidad había gente que te apoyaba y otras que no. Menos mal que entre todos los que había tuvimos un cierto apoyo. Al unirnos vimos que con eso tirábamos para arriba, haciendo actividad les demostrábamos que no lo hacíamos por el dinero, y llegó un momento que tuvieron que reconocer nuestra labor. Y en unos tiempos tan tristes, le alegrábamos mucho la vida a la gente. Yo creo que no hay muchos sectores dispuestos a hacer lo que hicimos nosotros, que fue trabajar sin ganar. Los grupos nos decían, porque haces esto, es que te cuesta dinero, es que pierdes, y yo les decía porque lo necesito, por no quiero que me tumben esto que me ha costado tanto de crear. Somos muy cabezones y por eso la gente con la poca oferta que había empezó a venir.” 

Fruto de este panorama desolador fue la campaña de crowdfunding que armaron entre colegas, Mik el diseñador, Uba de la imprenta, Movingtickets… Se reunieron sin estar ellos presente y luego les llamaron diciendo que estaba todo preparado: “Entonces yo pensé en que sería bonito hacer un vinilo con grabaciones de grupos de València, y que la gente lo tuviera de recuerdo. También me gustaba pensar que dentro de un largo tiempo habría gente en una tienda de vinilos viendo el vinilo y pensando como mola. Pensaba un poco el los vinilos de Babia o Sala Gapo de Madrid”. 


El tema nos conduce a un cambio importante en la asistencia a salas de conciertos, que nosotras, que llevamos más de diez años siguiendo su actividad, ya hemos señalado en alguna otra ocasión. Antes de pandemia íbamos entre semana a conciertos y apenas habría veinte personas, y tras levantar las restricciones el tema se ha revolucionado, y hasta el momento estamos gozando de una buena salud en la música en directo fuera de festivales en nuestra ciudad. Que podría ser mucho mejor, no lo ponemos en duda, pero el cambio es sustancial: “Sí, entonces pasó la pandemia y teníamos a gente que estaba dispuesta a venir un martes. Antes de la pandemia eso era impensable. El martes en el que tuvimos a Jim Jones, con todo vendido, por ejemplo. O grupos que antes era un público de veinte personas y ahora vienen cien. Siempre se asoció los conciertos a una gente estereotipada, y hay gente que ha probado a venir y ha dicho, no, hay gente de todos los estilos. Incluso hay mucha gente que, según el tipo de concierto, yo antes de hacerlo pienso y pongo cara de quién va a venir, pero luego hay gente que viene a todos los estilos, que digo, y que hace este, si viene de lunes a domingo, y un día libro y me voy a otro lado, y también está ahí. Osti, qué suerte tiene.” 

Todas las semanas os traemos la programación de la sala por nuestras redes sociales,  y la actividad del 16 Toneladas es vertiginosa. Prácticamente todas las semanas tienen conciertos todos o casi todos los días. Un ritmo de vida frenético seguramente para Pepito y Poldo, a los que nos gusta verlos como obreros del rock and roll al servicio de un sinfín de almas que buscamos consuelo, aliento, diversión, fiesta, descontrol, libertad de expresión y vivir la música en directo en todo su esplendor: “No sabíamos ni nosotros como aguantamos porque ha habido temporadas que estábamos en todo los dos. Ahora nos turnamos Poldo y yo. Recuerdo el decir son las dos y tengo una hora y media libre, que hago como o duermo, y siempre ganaba dormir. Decía, ya comeré… También hemos aprendido a dosificar eso un poco más, ya no hacemos tanto esas locuras.”  

Hoy en día para que una sala funcione, a parte de lo ya mencionado, tiene que tener un buen equipo de comunicación por detrás. De esta labor se encargan Noema y Celia: “Noema es una diseñadora de carteles flipante. Y Celia, es el ojo avizor que está en todo. Controla todo y nos señala los errores. Me reúno con cada una de ellas una vez a la semana y de ahí trazamos las promos, plannings… La comunicación es muy importante, señala, hasta en algún concierto más importante contratamos a gente con profesionalidad para publicidad y otras acciones.” 

Nos detenemos con Pepito para que nos cuente sobre cómo ha visto  la evolución en el funcionamiento de la sala y el público. Hablamos de los principios, y algunos logros conseguidos: “Antes de montar la sala yo había hecho conciertos como promotor en algunas salas de València, bueno, prácticamente en todas. Un poco controlaba, pero eran escenas que yo tenía el contacto directo, pero yo no sabía buscar conciertos. Cuando abrí aquí primero fueron las bandas locales paso que empezaron conformar el cartel de cada mes. Empezábamos y se pagaba la taquilla. Pero también, desde el principio estaban tocando bandas como The Sweet Vandals de Madrid, o gente de Ska o Soul, rockabilly. Fue empezar a darme cuenta con que productoras, oficinas, molaba más trabajar. Si tu curras con una oficina que trae al as bandas más guays, tu no tienes que hacer nada, te los trae la oficina. Nunca he currado en exclusiva con una en concreto, porque a cambio tienes que meter a todos los artistas que llevan y yo creo que todavía después de diez años tengo mucha pasión en la programación, si lo hago es porque creo que tengo que hacer."

A parte de los gustos y los estilos que controla Pepito, también hay cabida para nuevas tendencias que mueven las generaciones más jóvenes: “Los conciertos que hay algunos jueves que yo antes me negaba y luego me di cuenta de que había que hacerlo, de música urbana. Cuando me preguntan los chicos de las oficinas ¿te ha gustado? No lo he entendido, pero me ha gustado no entenderlo, porque yo tengo 53 años y tú tienes 20. Me gusta el espíritu punk que tiene esa gente, musicalmente muchas veces no lo entiendo, pienso, que no tienen mucha idea, pero eso pensaban mis padres cuando yo oía a los Ramones que yo no tenía ni idea. Me gusta sentir eso. Poco a poco que lo tienes que hacer un hueco que cuente contigo cuando haga las giras. Yo con los músicos siempre me he llevado bien, pero con las oficinas me ha costado más, porque es más el negocio que la música. En este tema actualmente tengo como aliado a Álex Aguayo” 

La conversación que si habéis llegado hasta aquí, os habréis dado cuenta que es extensa da para que Pepito también se ponga la gorra de promotor y nos cuente que es exactamente eso de arriesgar para a veces perder dinero: “Sin darme cuenta, empezamos con esos grupos de pagarles la taquilla y ahora manejas cachés altos que lo hemos hecho inconscientemente. Ahora lo veo en perspectiva, me dicen que tengo que invertir x dinero en este grupo, y dices imposible. Por eso muchas entradas son más caras y la gente tiene que confiar en ti, y eso solo lo hace los años. El boca a boca que les hablen bien de vosotros. Cada vez hemos ido perdiendo menos. Cuando perdíamos me gustaba decir, esto es un cursillo privado que hemos hecho y lo hemos gastado en esto. Cuando hablo con gente que lleva toda la vida en esto, me han contado que ellos empezaron igual, que no hay otra manera. Hasta en una entrevista al Gay Mercader que es un promotor gigante, el tío decía que el se había hecho millonario y había perdido todo lo que tenía tres veces en su vida. Contaba que alguien en un concierto de The Police que estaba lleno le dijo, qué guay eh, cuánta gente, y Gay le dijo, sí sí, pero solo hay veinte mil personas y me hacían falta 25 mil para pagar a The Police”. 


Es un rumor extendido del público valenciano que el 16 Toneladas se una de las mejores salas que suenan. Pepito nos cuenta el por qué, aunque ya nos ha dado algunas pinceladas al principio de esta entrevista; el mimo y cuidado hasta la extenuación que tuvieron al crear el espacio: “Porque desde el principio hemos tratado ese tema con mucho cariño y hemos invertido mucho dinero. El técnico que es muy bueno, es un gran porcentaje que suene bien, pero al poder hacerlo desde cero, pudimos hacer insonorización, el acondicionamiento para que no hubiera un eco. Esas placas blancas que ves en cualquier esquina valen un dineral, y sirve para que el sonido no rebote. Nos gastamos una pasta en meter cosas de esas”. El tema del backstage es sagrado para muchos de nosotros, que no nos gusta molestar a los músicos, ni por supuesto, saludarles o darles la chapa. Pepito es de los nuestros, discreto y comedido: “Si esos camerinos hablaran, yo no suelo subir. Pero cuándo tocó Muchachito, vino Alba de La Perra Blanco, y nos subimos arriba porque estaba con Víctor Baxter un amigo. Eran muy enrollados. Yo no suelo hablar con los artistas, si no me dan palique, yo no les entro. Sacaron una guitarra, un cajón y la Perra se fue a por otra guitarra, y tocaron dos horas, algo que nadie ha visto nunca. Alguno quiso sacar el móvil y grabarlo y les dije que no, que aquello era tan especial que se debía quedar en esas cuatro paredes” 

El directo de Jim Jones ha sido el mejor concierto del año, y se atreve a decir que el mejor de la historia del 16 Toneladas. Nos cuenta que algo también hizo que compartiese algunas palabras con el tras el concierto, una anécdota que tiene a Nick Currant como hilo conductor, al preguntarle a Jim si lo había conocido, el cuál dijo que no pero que lo admiraba mucho. Todas estas historias que seguro que guarda en buen recuerdo con los artistas siempre van regadas de una buena cerveza, de una mirada de complicidad, una sonrisa eterna, y ese brillo en los ojos de estar tratando con gente importante. Nos cuenta que también le gustó mucho el directo de Myles Sanko, cantante de Soul, elegante y con muy buena voz, o el de John Nemeth. Y resalta que hay una diferencia entre las bandas que ha visto que eran ídolos de juventud y los conciertos que han sido buenos de verdad. También nos anticipa que lo de Undertones este sábado y Mudhoney en septiembre van a ser muy bestia. 

16 Toneladas en todos estos años ha creado sinergias con otros colectivos y han ideado diversos tipos de fiesta que nos traen mucha diversión,  crean comunidad y les da una identidad fuerte: "Las fiestas con David Nebot (Ducktail's Party y Watusi Dance Party), las que hago junto a Mardi de Splendini, El turista de Barcelona, o Giusseppo de Tulsa. La mayoría de esos conciertos son ellos y yo a medias. Luego también entran cosas de colectivos de heavy metal, pero allí lo hacen ellos. El metal Bach, un par de veces al año que es más trash y más bruto o gutural. Es gente con la que estoy muy a gusto, y realmente me ayudan mucho. También en un colectivo, del que solo quedamos cuatro de los que éramos,  hacemos conciertos de música jamaicana.” 

Por último, y como reflexión, hablamos de cómo ha evolucionado la presencia de la mujer en su escenario a lo largo de esta década: “Ha habido épocas de que ha habido poca presencia femenina. De un tiempo a esta parte, he pegado un repaso, y veo que ha habido mayor programación con presencia femenina. Hay mujeres haciendo música en cualquier estilo. Nosotros lo que nunca hemos hecho es meter cualquier banda con presencia femenina porque hubiera subvenciones de por medio, nos tenían que valer, tener calidad. Hemos tenido bandas muy cañeras como Sandre o Bala. Aun así, reconozco que aún queda mucho que hacer, y muchas barreras por desbloquear”. Por otro lado, Pepito nos cuenta que siempre está quien te comenta, ¡pero que malas son estas chicas!, a lo que les responde, pues quizá, pero tu has visto todos los grupos de chicos que hay malos, y no me decís nada. 


Para rematar estos diez años de música en 16 Toneladas, os presentamos un repaso fotográfico a cargo de María Carbonell y Susana Godoy. ¡Disfrutad! Y nos vemos el sábado en el 16. ¡A por otros diez más Pepito y Poldo!

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