
Arenal Sound - Playa del Arenal. Burriana, 05.08.12
Último dÃa en un macrofestival. Por este año, claro, que uno
no es de los que acaba renegando de todo y de todos después de cuatro jornadas
en las que la paciencia, los tÃmpanos y la higiene han sido puestos a prueba y
después de que, como dije en la anterior crónica, una excursión programada de
cuatro o cinco dÃas a la playa con música en directo de fondo sea el motor que
mueve a las montañas de basura (sirva esta frase como homenaje a unos de los
que siempre echamos de menos, Los Planetas), propiciadas por el fervor que en
determinadas fechas transforma –o eso nos quieren hacer entender- la
alimentación frugal y los acomodos casuales y apiñados en una suite donde todo funciona a la
perfección y el servicio de habitaciones mantiene el lecho siempre a punto para
el merecido descanso. Lejos de amilanarnos por el júbilo impostado de los
alrededores, la tarea que afrontamos con el mismo ánimo de los dÃas previos se
hacÃa más asequible al comprobar que apenas el sesenta por ciento de los
asistentes resistÃan hasta la jornada del domingo, y los que aún mantenÃan el
tipo lo hacÃan con maneras renqueantes y con la cantidad de lÃquido en
recipientes y gaznates menguada considerablemente. La sangre no estaba tan
caliente, pero el constante bombeo de las venas era un signo de que el corazón
esperaba las últimas corrientes circulares (otra vez J y sus dichosas letras)
en el tiempo y el espacio que nos albergaban.
Pisar el suelo y al mismo tiempo poder ver el asfalto con
tus propios ojos sin necesidad de imaginarlo entre los pies de la muchedumbre
era el presagio de que la jornada serÃa tranquila, y nos aferramos al placer de
la ostensible emigración para facilitar tránsitos y gestiones. La primera de la
tarde tendrÃa lugar en los camerinos portátiles del escenario Legendario, una
hora antes del concierto que don Antonio Luque (desde que también es
oficialmente autor literario preferimos anteponer dicho tratamiento) darÃa bajo
la tutela de su alter ego musical,
Sr. Chinarro, pronto a hacer borrón y cuenta nueva al menos en lo que respecta
a su no demasiado prolÃfica actividad en directo, según extrajimos de la charla
entre bambalinas. Un compositor único, personal e intransferible que no se
quejó por haberlo incluido en una sesión tan madrugadora. Mejor para nosotros,
pensábamos sin que lo notara demasiado. Efectivamente, sigue renegando (esta
última palabra deberÃa haberla entrecomillado) de su obra inmediatamente
anterior a sus cuatro y “mayoritarios” discos, cuando se desprendió de las
formas crÃpticas y abrazó el costumbrismo que lo acerca a públicos antes
reacios a su peculiar universo y su (falsa) inexpresividad vocal. Con sus
músicos de confianza, parte de los cuales repetÃan escenario (ya se habÃan
subido al mismo con Maga), despachó entre citas a Ignatius Reilly y
convocatorias a formar un dibujo simétrico tras las vallas cinco temas de ‘El mundo según’, entre los que ‘Ni lo sé ni lo quiero pensar’ fue el elegido para
inaugurar el bolo; cuatro de ‘Ronroneando’, del que no podÃan faltar dos
maravillas en forma de canción como ‘Los ángeles’ y ‘Los amores reñidos’
–sorprendió con ‘El gran poder’ en medio de un repertorio mucho más florido-; otro
quinteto seleccionado entre los surcos del incomprendido ‘Presidente’ (el tramo
más asequible si hablamos de pop en el sentido más estrecho del término, o eso
se supone al escuchar ‘Una llamada a la acción’ o ‘Vacaciones en el mar’) y
sólo tres del reciente ‘¡Menos samba!’, algo comprensible cuando en un set de hora y cuarto intentas cubrir los
máximos palos dentro de un mÃnimo orden. ‘Brasilia’, ‘La ley de Murphy’ y ‘Todo
acerca del cariño’ exponen cada una en su contexto la riqueza y variedad de la
nueva acuarela del artista, sólo una avanzadilla de lo que se cuece en su cabeza
para los próximos meses, para lo cual tendremos que esperar ante la falta de
primicias en festivales y similares. Y si no, nos queda internet para escuchar
las maquetas, que como aperitivo hay muchas ya disponibles.
Como antes, durante y después de lo del sevillano, gran
parte de los que quedaban conscientes del cartel venidero empezaban a abarrotar
el escenario Coca Cola para aguardar a La Pegatina, una banda sencillamente
perfecta tocaba sus canciones sin pena ni gloria (algún dÃa escribiremos sobre
las tremendas injusticias de estos festivales) ante escasos pero alucinados sounders, conscientes de que por
calidad, pericia y canciones, estaban siendo testigos del advenimiento de una
de las grandes sorpresas no sólo del Arenal Sound 2012, sino del mercado (¿he
dicho mercado? ¿pero eso no significa comprar y vender discos?) discográfico
nacional de los últimos meses. Un trabajo: ‘Passport to freedom’, y unos
temazos inundados de psicodelia sesentera que nos hacen cerrar los ojos e
imaginar un horizonte marino por el que asoma un barco capitaneado por los
Beatles… en fin, que me pongo a divagar. Pues eso, que Stay, que asà se llaman
estos catalanes, es un grupo impresionante y que ‘So slow’, ‘Someday’,
‘Masters’ o ‘When you’re gone’ tienen que estar desde ya en vuestra discoteca,
queda dicho.
Bueno, ¿y de La Pegatina no vamos a decir nada? Pues claro,
tranquilos, que aunque coincidieran con el señor Luque, supimos repartirnos el
trabajo como buenos hermanos. Aparte de que como este año todos esperaban que
repitieran la hazaña del anterior, cuando se subieron a los botes y la liaron
parda en la playa, les reservaron el escenario más cercano a las olas en uno de
los momentos más esperados del festival, que por cierto estuvo a punto de irse
al garete cuando las dificultades sonoras parecieron colmar su paciencia y
amenazaron con largarse en un gesto que desconcertó a todos. Afortunadamente
alguien les convenció de que la cosa no era para tanto y, como era de suponer,
consiguieron un pleno en asistencia y sus habituales recitados de buen rollito
y color universal a base de pseudo rumba, los ritmos cálidos de sus conocidos
‘Mari Carmen’, ‘Muérdeme’ y ‘Gat rumberu’ y, otra vez, carrera de barcas entre
el público para justificar su reputación como grupo imprescindible en este tipo
de eventos. Nosotros incluso les perdonamos que nos hicieran correr de nuevo
hacia el otro extremo de la pista para sentirnos como unos extras de cualquier spaghetti western que no quieren
perderse su aparición estelar en el reparto. En este caso los protagonistas
eran los Corizonas, unos vaqueros bien ataviados en sus roles de guardias
fronterizos, los sheriffs que
velarÃan por la seguridad del poblado sin estrellas ni inoportunos destellos.
Javier Vielba, uno de los creadores de este acertadÃsimo proyecto junto con el
grandÃsimo Fernando Pardo, otro de los músicos a los que nunca se ha hecho la
suficiente justicia (ni a Sex Museum, la mÃtica banda que sigue dirigiendo),
apareció por allà tras la intro con sus barbas, sus gafas de sol y su camisa de
viejo zorro del desierto y nos hizo saber que las noticias eran buenas (‘Hey,hey, hey, the news today’), que estaban dispuestos a hacer correr rÃos de tinta
tras su actuación (‘Run to the river’ sonó fantástica, incluso mejor que en la
versión de estudio), que otros preferirÃan dormir en lugar de vivir para
contarlo (‘The falcon sleeps tonight’) y que aunque sus pintas sean engañosas
(‘Thieves and liars’), no hay nada más lejos de sus intenciones que el engaño y
la apatÃa. CoreografÃas alocadas y versiones totalmente autorizadas como la de
‘Wish you were here’, hecha propia con todas las de la ley, estos pajarracos
que se asociaron con la intención de inventar un imposible cruce entre los
Pixies y Black Sabbath y creer en ello (‘I wanna believe’ es otra de sus señas
de identidad) consiguieron incluir su actuación entre las cuatro o cinco
mejores de todo el festival, sobre todo por lo divertidos que son dentro y
fuera del escenario, y tendréis ocasión de comprobarlo viendo la charla que
compartimos tras el concierto. También anotamos el nombre de una banda de
Getxo, los Smile, para empezar a prestarles más atención a partir de ahora.
‘All roads lead to the shore’ es un disco de largo recorrido ante al que hay
que detenerse, un trabajo de raÃces que en directo gana quilates y conexiones
en la voz de John Franks, y sus radiantes ‘Happy people’ y ‘Do as I want’ nos
pusieron tan contentos que hasta quisimos recoger algunas de las piruletas con
forma de corazón que lanzaron al público al adaptado son de ‘All you need is love’, la verdadera demostración de que con buenas canciones es mucho más fácil
ganar posiciones en próximas ediciones de este y otros carteles veraniegos.
Las opiniones más encontradas las suscitaron unos chicos de
Brooklyn con nombre rebuscado y aspecto universitario, Clap Your Hands Say Yeah, que han sufrido un par de deserciones en el último año y han encontrado
adecuados sustitutos para que el tramo europeo de su gira no se resienta en
demasÃa. La voz del diminuto Alec Ounsworth sigue recordando sobremanera a la
de David Byrne y su reputación como banda de directo se vio mermada por el
esquema repetitivo de sus canciones, algunas de ellas espléndidas como las
incluidas en su reciente ‘Hysterical’ y otras como ‘The skin of my yellow country teeth’ que no llegaron a calar demasiado hondo entre unos sounders que ya basculaban entre el
cansancio y la expectación por la llegada de bandas que supuestamente les
servirÃan como fin de fiesta sin el esfuerzo de intentar entender propuestas
algo más sesudas como esta. Y tuvieron lo que buscaban, naturalmente, con sólo
subirse al estrado tras la baterÃa el señor Jules de Martino y comenzar el
espectáculo a base de bombo. Minimal, pero espectáculo al fin y al cabo, pues
es improbable que haya una banda que le saque tanto jugo a tan poco despliegue de
personal, si obviamos a los ya extintos, o eso parece, White Stripes. Katie
White, la presencia de The Ting Tings, una sugestiva tentación rubia que se revuelve entre guitarras, teclados
y cencerros, no necesita una voz poderosa para hacerse oir, siempre que utilice
su idioma, porque sus vanos y programados intentos de comunicación en español
sólo dibujaron sonrisas de condescendencia, olvidadas bajo la apisonadora de
sonido (lo de “pisar” fue en todos los sentidos) y el dance punk que controlan en todos sus resortes. ‘Great DJ’ fue el
pistoletazo para que ‘Hands’, ‘Hang it up’, ‘Shut up and let me go’ y por
supuesto ‘That’s not my name’ recordaran al respetable que aquello no habÃa
acabado, que aún habÃa festival para un buen rato, y aunque la llave se la entregaron a
Digitalism con el objetivo de que el apartado electrónico diera la última
vuelta de tuerca de costumbre, antes tendrÃan que subir The Wombats y
evidenciar el cansancio, y no será porque su música es triste, de asistentes,
organizadores, fotógrafos y entorno en general. Hasta el próximo año, por ahora
ya habÃamos tenido suficiente, y no fue poco sobrevivir para contarlo.
STAY
SR. CHINARRO
LA PEGATINA
CORIZONAS
SMILE
CLAP YOUR HANDS SAY YEAH
THE TING TINGS
Texto y vÃdeos: JJ Stone
FotografÃas: Raisa McCartney
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