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martes, agosto 14, 2012

Arenal Sound - Playa del Arenal. Burriana, 05.08.12


Arenal Sound - Playa del Arenal. Burriana, 05.08.12

Último día en un macrofestival. Por este año, claro, que uno no es de los que acaba renegando de todo y de todos después de cuatro jornadas en las que la paciencia, los tímpanos y la higiene han sido puestos a prueba y después de que, como dije en la anterior crónica, una excursión programada de cuatro o cinco días a la playa con música en directo de fondo sea el motor que mueve a las montañas de basura (sirva esta frase como homenaje a unos de los que siempre echamos de menos, Los Planetas), propiciadas por el fervor que en determinadas fechas transforma –o eso nos quieren hacer entender- la alimentación frugal y los acomodos casuales y apiñados en una suite donde todo funciona a la perfección y el servicio de habitaciones mantiene el lecho siempre a punto para el merecido descanso. Lejos de amilanarnos por el júbilo impostado de los alrededores, la tarea que afrontamos con el mismo ánimo de los días previos se hacía más asequible al comprobar que apenas el sesenta por ciento de los asistentes resistían hasta la jornada del domingo, y los que aún mantenían el tipo lo hacían con maneras renqueantes y con la cantidad de líquido en recipientes y gaznates menguada considerablemente. La sangre no estaba tan caliente, pero el constante bombeo de las venas era un signo de que el corazón esperaba las últimas corrientes circulares (otra vez J y sus dichosas letras) en el tiempo y el espacio que nos albergaban.

Pisar el suelo y al mismo tiempo poder ver el asfalto con tus propios ojos sin necesidad de imaginarlo entre los pies de la muchedumbre era el presagio de que la jornada sería tranquila, y nos aferramos al placer de la ostensible emigración para facilitar tránsitos y gestiones. La primera de la tarde tendría lugar en los camerinos portátiles del escenario Legendario, una hora antes del concierto que don Antonio Luque (desde que también es oficialmente autor literario preferimos anteponer dicho tratamiento) daría bajo la tutela de su alter ego musical, Sr. Chinarro, pronto a hacer borrón y cuenta nueva al menos en lo que respecta a su no demasiado prolífica actividad en directo, según extrajimos de la charla entre bambalinas. Un compositor único, personal e intransferible que no se quejó por haberlo incluido en una sesión tan madrugadora. Mejor para nosotros, pensábamos sin que lo notara demasiado. Efectivamente, sigue renegando (esta última palabra debería haberla entrecomillado) de su obra inmediatamente anterior a sus cuatro y “mayoritarios” discos, cuando se desprendió de las formas crípticas y abrazó el costumbrismo que lo acerca a públicos antes reacios a su peculiar universo y su (falsa) inexpresividad vocal. Con sus músicos de confianza, parte de los cuales repetían escenario (ya se habían subido al mismo con Maga), despachó entre citas a Ignatius Reilly y convocatorias a formar un dibujo simétrico tras las vallas cinco temas de ‘El mundo según’, entre los que ‘Ni lo sé ni lo quiero pensar’ fue el elegido para inaugurar el bolo; cuatro de ‘Ronroneando’, del que no podían faltar dos maravillas en forma de canción como ‘Los ángeles’ y ‘Los amores reñidos’ –sorprendió con ‘El gran poder’ en medio de un repertorio mucho más florido-; otro quinteto seleccionado entre los surcos del incomprendido ‘Presidente’ (el tramo más asequible si hablamos de pop en el sentido más estrecho del término, o eso se supone al escuchar ‘Una llamada a la acción’ o ‘Vacaciones en el mar’) y sólo tres del reciente ‘¡Menos samba!’, algo comprensible cuando en un set de hora y cuarto intentas cubrir los máximos palos dentro de un mínimo orden. ‘Brasilia’, ‘La ley de Murphy’ y ‘Todo acerca del cariño’ exponen cada una en su contexto la riqueza y variedad de la nueva acuarela del artista, sólo una avanzadilla de lo que se cuece en su cabeza para los próximos meses, para lo cual tendremos que esperar ante la falta de primicias en festivales y similares. Y si no, nos queda internet para escuchar las maquetas, que como aperitivo hay muchas ya disponibles.

Como antes, durante y después de lo del sevillano, gran parte de los que quedaban conscientes del cartel venidero empezaban a abarrotar el escenario Coca Cola para aguardar a La Pegatina, una banda sencillamente perfecta tocaba sus canciones sin pena ni gloria (algún día escribiremos sobre las tremendas injusticias de estos festivales) ante escasos pero alucinados sounders, conscientes de que por calidad, pericia y canciones, estaban siendo testigos del advenimiento de una de las grandes sorpresas no sólo del Arenal Sound 2012, sino del mercado (¿he dicho mercado? ¿pero eso no significa comprar y vender discos?) discográfico nacional de los últimos meses. Un trabajo: ‘Passport to freedom’, y unos temazos inundados de psicodelia sesentera que nos hacen cerrar los ojos e imaginar un horizonte marino por el que asoma un barco capitaneado por los Beatles… en fin, que me pongo a divagar. Pues eso, que Stay, que así se llaman estos catalanes, es un grupo impresionante y que ‘So slow’, ‘Someday’, ‘Masters’ o ‘When you’re gone’ tienen que estar desde ya en vuestra discoteca, queda dicho.

Bueno, ¿y de La Pegatina no vamos a decir nada? Pues claro, tranquilos, que aunque coincidieran con el señor Luque, supimos repartirnos el trabajo como buenos hermanos. Aparte de que como este año todos esperaban que repitieran la hazaña del anterior, cuando se subieron a los botes y la liaron parda en la playa, les reservaron el escenario más cercano a las olas en uno de los momentos más esperados del festival, que por cierto estuvo a punto de irse al garete cuando las dificultades sonoras parecieron colmar su paciencia y amenazaron con largarse en un gesto que desconcertó a todos. Afortunadamente alguien les convenció de que la cosa no era para tanto y, como era de suponer, consiguieron un pleno en asistencia y sus habituales recitados de buen rollito y color universal a base de pseudo rumba, los ritmos cálidos de sus conocidos ‘Mari Carmen’, ‘Muérdeme’ y ‘Gat rumberu’ y, otra vez, carrera de barcas entre el público para justificar su reputación como grupo imprescindible en este tipo de eventos. Nosotros incluso les perdonamos que nos hicieran correr de nuevo hacia el otro extremo de la pista para sentirnos como unos extras de cualquier spaghetti western que no quieren perderse su aparición estelar en el reparto. En este caso los protagonistas eran los Corizonas, unos vaqueros bien ataviados en sus roles de guardias fronterizos, los sheriffs que velarían por la seguridad del poblado sin estrellas ni inoportunos destellos. Javier Vielba, uno de los creadores de este acertadísimo proyecto junto con el grandísimo Fernando Pardo, otro de los músicos a los que nunca se ha hecho la suficiente justicia (ni a Sex Museum, la mítica banda que sigue dirigiendo), apareció por allí tras la intro con sus barbas, sus gafas de sol y su camisa de viejo zorro del desierto y nos hizo saber que las noticias eran buenas (‘Hey,hey, hey, the news today’), que estaban dispuestos a hacer correr ríos de tinta tras su actuación (‘Run to the river’ sonó fantástica, incluso mejor que en la versión de estudio), que otros preferirían dormir en lugar de vivir para contarlo (‘The falcon sleeps tonight’) y que aunque sus pintas sean engañosas (‘Thieves and liars’), no hay nada más lejos de sus intenciones que el engaño y la apatía. Coreografías alocadas y versiones totalmente autorizadas como la de ‘Wish you were here’, hecha propia con todas las de la ley, estos pajarracos que se asociaron con la intención de inventar un imposible cruce entre los Pixies y Black Sabbath y creer en ello (‘I wanna believe’ es otra de sus señas de identidad) consiguieron incluir su actuación entre las cuatro o cinco mejores de todo el festival, sobre todo por lo divertidos que son dentro y fuera del escenario, y tendréis ocasión de comprobarlo viendo la charla que compartimos tras el concierto. También anotamos el nombre de una banda de Getxo, los Smile, para empezar a prestarles más atención a partir de ahora. ‘All roads lead to the shore’ es un disco de largo recorrido ante al que hay que detenerse, un trabajo de raíces que en directo gana quilates y conexiones en la voz de John Franks, y sus radiantes ‘Happy people’ y ‘Do as I want’ nos pusieron tan contentos que hasta quisimos recoger algunas de las piruletas con forma de corazón que lanzaron al público al adaptado son de ‘All you need is love’, la verdadera demostración de que con buenas canciones es mucho más fácil ganar posiciones en próximas ediciones de este y otros carteles veraniegos.

Las opiniones más encontradas las suscitaron unos chicos de Brooklyn con nombre rebuscado y aspecto universitario, Clap Your Hands Say Yeah, que han sufrido un par de deserciones en el último año y han encontrado adecuados sustitutos para que el tramo europeo de su gira no se resienta en demasía. La voz del diminuto Alec Ounsworth sigue recordando sobremanera a la de David Byrne y su reputación como banda de directo se vio mermada por el esquema repetitivo de sus canciones, algunas de ellas espléndidas como las incluidas en su reciente ‘Hysterical’ y otras como ‘The skin of my yellow country teeth’ que no llegaron a calar demasiado hondo entre unos sounders que ya basculaban entre el cansancio y la expectación por la llegada de bandas que supuestamente les servirían como fin de fiesta sin el esfuerzo de intentar entender propuestas algo más sesudas como esta. Y tuvieron lo que buscaban, naturalmente, con sólo subirse al estrado tras la batería el señor Jules de Martino y comenzar el espectáculo a base de bombo. Minimal, pero espectáculo al fin y al cabo, pues es improbable que haya una banda que le saque tanto jugo a tan poco despliegue de personal, si obviamos a los ya extintos, o eso parece, White Stripes. Katie White, la presencia de The Ting Tings, una sugestiva tentación rubia que se revuelve entre guitarras, teclados y cencerros, no necesita una voz poderosa para hacerse oir, siempre que utilice su idioma, porque sus vanos y programados intentos de comunicación en español sólo dibujaron sonrisas de condescendencia, olvidadas bajo la apisonadora de sonido (lo de “pisar” fue en todos los sentidos) y el dance punk que controlan en todos sus resortes. ‘Great DJ’ fue el pistoletazo para que ‘Hands’, ‘Hang it up’, ‘Shut up and let me go’ y por supuesto ‘That’s not my name’ recordaran al respetable que aquello no había acabado, que aún había festival para un buen rato, y aunque la llave se la entregaron a Digitalism con el objetivo de que el apartado electrónico diera la última vuelta de tuerca de costumbre, antes tendrían que subir The Wombats y evidenciar el cansancio, y no será porque su música es triste, de asistentes, organizadores, fotógrafos y entorno en general. Hasta el próximo año, por ahora ya habíamos tenido suficiente, y no fue poco sobrevivir para contarlo.


STAY








SR. CHINARRO











LA PEGATINA













CORIZONAS















SMILE









CLAP YOUR HANDS SAY YEAH





THE TING TINGS





           

           

           

           

            

Texto y vídeos: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney

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