La noche del sábado 26 de julio, el Palacio de Congresos se convirtió en un santuario para los sonidos ancestrales del folk, el blues espiritual y la raíz más íntima del rock. Con un lleno casi total y una expectativa palpable, Saving Grace, el proyecto liderado por el legendario Robert Plant junto a la poderosa voz de Suzi Dian (voz y acordeón), ofreció una experiencia sonora que rozó lo místico.
El concierto comenzó con un pequeño retraso —unos 20 minutos—, lo que apenas pareció importar a un público que aguardaba con paciencia reverencial. Cuando por fin las luces descendieron aún más, sumiendo el escenario en una penumbra que apenas dejaba ver a Plant, se hizo el silencio, y comenzó a sonar "Cuckoo" un arranque envolvente, de corte tradicional, que estableció desde el principio la atmósfera íntima y etérea que dominaría la velada.
Lejos del brillo rockero de sus años en Led Zeppelin, Robert Plant, en plena forma vocal, se mostró más chamán que estrella. De hecho, el juego de luces, deliberadamente tenue, pareció querer disolver su figura en el conjunto, dándole todo el protagonismo a una banda que es más comunión que acompañamiento. Suzi Dian, con una voz poderosa y matizada, tejía armonías que elevaban cada pieza, demostrando por qué es el alma vocal del grupo. Robert Plant, dirigiéndose, en inglés al público en múltiples ocasiones, explicó pormenores del concierto, de su primera visita a España y del disco que está por llegar.
Uno de los momentos más celebrados de la noche fue "Ramble On", esa joya zeppeliana que aquí se rehízo en clave folk, despojada de electricidad pero no de emoción. Fue un gesto generoso de Plant hacia sus seguidores más nostálgicos, y una prueba de cómo su legado puede adaptarse con naturalidad a nuevos paisajes sonoros.
El repertorio fue un viaje por lo que la banda describe como “música inspirada en el paisaje onírico de las Marcas galesas”. Temas como "Higher Rock", "Everybody’s Song" o "Friend" exploraron esa geografía emocional y sonora con sensibilidad, instrumentación cuidada y arreglos minimalistas, sin prisa pero sin pausa. Matt Worley alternó con elegancia entre el banjo, el cuatro y guitarras barítonas, mientras Tony Kelsey aportó texturas con mandolina y guitarras acústicas. Oli Jefferson, desde la percusión, sostuvo con discreta firmeza el pulso del viaje.
Tras un set contenido pero emocionalmente intenso, el público aclamó un bis que llegó como un epílogo poético. Solo una canción más, como si todo el concierto hubiera sido un susurro compartido entre viejos amigos en una noche estrellada.
Saving Grace no es un proyecto que busque grandes gestos ni ovaciones desbordadas. Lo suyo es otra cosa, la delicadeza, la conexión profunda con las raíces, el canto como rito y memoria. Y en esa clave, Plant y los suyos ofrecieron un concierto que fue menos espectáculo y más ceremonia. En septiembre sacarán disco, apto para nostálgicos y nuevos fans de la banda y promete ser, cuanto menos, interesante.
Estupenda producción, como siempre, de Proexa, dentro del ciclo “1001 Músicas”, que este año va a recorrer varios escenarios granadinos, mostrando a Granada como una “Ciudad de escenarios”, el concierto fue una de esas experiencias que mereció la pena y quedará en el recuerdo. Una noche para escuchar con el alma abierta.
Crónica y fotos: María Villa
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