Estoy convencido de que alguno de nosotros, de todos los que escribimos en Alquimia Sonora quiero decir, debería cubrir esta "noticia", a fin de cuentas es el final de una era para muchos.
Y no sólo hablo de los concursantes sin glamour de este año, de los cambios a nivel interno del programa largando al alma de Operación Triunfo (Ángel Llacer) y al corazón (Jesus Vázquez) para traernos de vuelta a Nina que, por profesional que sea, no conduce la academia de la misma manera y encasquetarnos a la gafe Pilar Rubio que... euh, vaya, me es imposible encontrar sinónimos de la palabra profesional para esta chica.
Por criticar podemos hasta decir que, con Risto Mejides en sus filas, otro gallo le hubiera cantado a este reality que ya descansa en paz junto a los restos del "Bus" de Antena 3 (aquél Gran Hermano a cuatro ruedas) y "Generación Nini" de La Sexta (¿se habrán reformado aquellos balas perdidas y estarán ahora dirigiendo las empresas más grandes del país? Esto explicaría muchas cosas...).
En Twitter se puede leer "Cada vez que Pilar Rubio abre la boca presentando un programa, un licenciado en periodismo muere". Por algo será.
¿Y donde se encontraban nuestros redactores? Pues me consta que al menos una de ellos sí fue capaz de sacar el valor suficiente para sentarse delante de su televisor, encenderlo en Telecinco y aguantar el tirón... Pronto tendréis su opinión en esta vuestra página web.
La mía se resume bien rápido:
¡Qué buena es "A dos metros bajo tierra"!
Qué personajes tan bien definidos, tan redondos, tan diferentes entre sí; qué buenos los anuncios de la funeraria de la familia protagonista, con ese humor tan negro, son geniales con sus bailarines ahí superfelices; qué bueno que, poco a poco, todos se vayan "encontrando" en el día a día con el personaje difunto del primer capítulo, ese padre de familia que, sin estar, sigue estando ahí presente. Qué buena noche de domingo pasé viendo sus tres primeros capítulos, sí señor.
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