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sábado, julio 09, 2011

Javiera Mena - Sala Wah Wah. Valencia 08-07-11

Javiera Mena - Sala Wah Wah. Valencia 08-07-11

El final del pequeño viaje por la Península de Javiera Mena llegó en Valencia. Último concierto de esa gira que la ha llevado, como el viento, de punta a punta del país con paradas en festivales como el DCode madrileño o el Primavera Sound barcelonés. Pese a ser la tercera vez que pisa nuestras tierras, su show nos despertó interés y curiosidad y, sin lugar a dudas, se convirtió en uno de los más especiales a los que hemos asistido en lo que llevamos de año. Y sí, aquí habla esa parte de “fan” contenida que siempre intentamos esconder, pero que en la crónica de hoy va a ser difícil guardar en el cajón. No en vano sus dos trabajos de estudio han estado en modo repeat constantemente estas últimas semanas en nuestros oídos... Recomendables, dicho sea de paso.

La “reina del Electropop” chilena, como se la ha llamado, llegó a la Sala Wah Wah en un formato que intentaba ser más intimista. En modo dúo “on” junto a su inseparable percusionista y teclista Martín y dirigiendo canción tras canción desde esa electrónica más chic a la tranquilidad de algunos de sus temas, sencillos y frágiles. Teclados y sintetizadores que nos traían a la cabeza aquella imagen de Nacho Cano tocando "a dobles" en cualquier actuación de fin de año... Más intimista por lo que a dúo escénico se refiere, no porque hubiera contención en los temas: todo lo contrario. Ganas de bailar y de cantar, y de expresar todo aquello que uno lleva dentro como si de una catarsis se tratara. Javiera, seria, concentrada, vestida con la carcasa de cantautora pero sin olvidar ese punto de "glam" con sus Converse y un pantalón de lo más setento. Una seriedad aparente, ya que desde "Perlas" la noche se convirtió en una fiesta in crescendo que acabaría con un "Hambre", también metafórico, de más canciones.

La música de Javiera parte de una doble vertiente: la de la cantautora que machaca garitos a base de voz y guitarra acústica, y la de la “amante” de los sintetizadores. Y si bien en sus dos trabajos editados en solitario (“Esquemas juveniles” y “Mena”) hay mucha base de baile, si prescindimos de ella siguen siendo canciones con entidad propia, más cerca quizás de lo que tradicionalmente conocemos como un cantautor. Y si las canciones funcionan en ambos sentidos es por la verdad sus las letras, que funcionan más allá de la técnica, de los arreglos y del éxtasis fiestero que muchas de ellas evocan. Y es que la chilena salió con ganas de romper la noche: bailes, saltos y recorrer el escenario, más cerca de una Lilly Allen que de la gran esperanza indie de su país.

Quizás deberíamos (la prensa en general) olvidar la comodidad de las etiquetas, y en este caso el bautizarla como la salvación del indie chileno. No creemos que Javiera sea "indie" aún desconociendo esa vertiente en el mercado de su país; tampoco creemos que su pretensión sea la de hacer visible a esa industria y erigirse así como paladín de las causas musicales... Parece que cuando se escribe la palabra "indie" todo cobre otro cariz, y no necesariamente es así. Con Javiera Mena pasa lo mismo, y sin embargo, una vez está en el escenario, olvidamos esos cultismos trasnochados de críticos musicales. Porque no solo consigue que la gente se divierta, sino que ella misma se divierte. Comparte una pasión más visceral que técnica con el público y recrea un ambiente energético y contagioso. Más que "reina", Javiera se convierte en una sacerdotisa del electropop que sabe cómo dirigir a sus fieles. Una sacerdotisa con varias caras, la de una DJ algo descafeinada animando a la sala, la de la persona que simplemente se divierte con los pasos de baile (sin coreografiar, solo por gusto), la del revival discotequero de los 70 y 80, y la de cantautora. No hay ni más ni menos de estas Javieras en cada canción.

Con el "subidón" de energía sobre el escenario de la Sala Wah Wah, Javiera hizo un repaso por sus dos álbumes. "Sufrir", "Ahondar en tí", el éxtasis colectivo en "Luz de piedra de luna", "El amanecer", "Hasta la verdad", "Al siguiente nivel",... hasta acabar (como previa a los protocolarios bises) en esa versión de "Yo no te pido la luna", un clásico por estas tierras que todo el mundo conoce y que se convirtió en himno durante 4 intensos minutos. De esas canciones que podrían estar sonando constantemente y no aburrirnos, y de esas canciones que nos sorprendemos tarareando un día sin saber por qué.

Y en medio de la energía, una pequeña, escasa, concesión a temas como "Cámara lenta", "Como siempre soñé", "No te cuesta nada" o la genial "Esquemas juveniles" los más tranquilos de sus discos, pero pasados por la coctelera del teclado, el sintentizador y la guitarra. Sí que echamos de menos más desnudez en estos temas, a piano y voz, a guitarra y voz por ejemplo, pero en esta ocasión iban más acorde con la dinámica del concierto. Quizás en el próximo concierto, ¿no?

Desde Alquimia Sonora solo nos queda recomendaros que investiguéis, amiguitos, otras latitudes musicales (después de Björk o a pesar de ella, también hay vida) para que podáis encontraros con sorpresas como la de Javiera Mena. Y si tenéis la suerte de encontraros en medio de un concierto, una noche despistada de viernes, mucho menor, ¿no? Os dejamos hoy con ese "Yo no te pido la luna" para que podáis cantarlo, gritarlo, bailarlo,.. para que lo "javieramenicéis" a vuestro gusto.






"Yo no te pido la luna" (Eduardo Crespo, 2007)

Más info:
http://www.myspace.com/javieramenamusica
http://javieramena.com/sitio/

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