01/02/2012
Anoche fue mi primera visita, desde que llegué a Barcelona, al famoso Palau de la Música. El motivo era el concierto de un grupo que se ha acostumbrado a ver como las entradas de sus directos se agotan, prácticamente, el día que se ponen a la venta. Vetusta Morla es uno de los artistas que componen el cartel del Festival Mil.leni. Los de Madrid tenían que tocar el miércoles. Pero, como las localidades no han tardado en desaparecer, al final se han hecho también con el jueves. Así que los que hayan estado rápidos habrán sabido aprovechar esta segunda oportunidad, aunque esta remesa de entradas tampoco haya durado demasiado.
No podemos perder de vista que estamos ante uno de los grupos más importantes del panorama musical de nuestro país y, casi seguro, del que lidera el género Indie Rock. Vetusta Morla ha sabido diferenciarse con esos sonidos únicos, sin olvidarnos de la guinda del pastel. Es decir, la voz inconfundible de Pucho
Lo que anoche presentaron en Barcelona es, según han afirmado ellos, “una vuelta de tuerca a Mapas. Una forma de verle otra cara a la misma canción”. Para ello han adaptado sus temas a formato acústico, o lo han intentado al menos. Y, digo esto porque según fue avanzando el concierto perdimos, un poco, de vista el ambiente de acústico con el que empezaron, algo que me alegró bastante. Es evidente que el sonido es mil veces mejor en un concierto de estas características. Pero este grupo transmite mucha fuerza en sus directos y el cantante nos ofrece unos agudos que marcan el ritmo de las canciones. Sin embargo, anoche tuvieron que sacrificar estos despuntes en algunos temas, como en Baldosas amarillas, con el fin de adaptarse al tipo de directo que estaban ofreciendo. Pero independientemente de que gusten más o menos en acústico, lo que no se puede negar es que tienen un directo muy potente y que es muy difícil que te dejen un mal sabor de boca. Aunque Jorge, el percusionista, se quejó varias veces del sonido y estuvo prácticamente todo el tiempo haciendo aspavientos a los técnicos del backstage.
El tema encargado de abrir el concierto fue Los buenos. Un buen comienzo para un acústico tranquilito y para ponernos en situación a los que estamos acostumbrados a verles en otro tipo de ambiente. El vocalista da las buenas noches y habla con su público en catalán, lo que le hace trabarse un par de veces y confesar que tiene puesta una chuleta en el suelo. Los asistentes agradecen el detalle y le aplaude perdonando esos pequeños problemas de traducción.
El público permanece sentado y apenas canta las canciones. Parece que todo el mundo ha entendido que este concierto es diferente y se limita a escuchar a los del escenario. Sin embargo, Pucho, trata de animar a los asistentes para que participen del espectáculo. Les enseña un fragmento del tema Baldosas amarillas y dice “yo creo que va bien, hasta nueva orden”. Al final de la canción hace un gesto y la gente responden haciendo los coros, como antes habían ensayado. Con En el río repite la misma operación, pero ahora sólo pide el acompañamiento de las palmas.
Entre el repertorio también estaban Al respirar, Copenhague, Rey Sol o, la que da título a su primer disco, Un día en el mundo, todas ellas del primer álbum. Tampoco faltaron, del segundo trabajo, Mapas o Maldita dulzura, que fue el single con el que lanzaron este disco.
La locura se desató, dando paso a Vetusta en estado puro, con los temas La marea, Sálvese quien pueda, Valiente, que fue el momento en el que el público no pudo aguantar más en el asiento y se puso en pie, contagiando al cantante, quien empezó a saltar enloquecido y a correr por el escenario y con El hombre del saco, que comenzó al ritmo de las baquetas que chocaban guitarrista, vocalista y percusionista en el micrófono central y que terminó con Pucho golpeando el mítico bidón gigante que nunca falta en los conciertos de este grupo.
Después de esta canción llegaron los bises. En la recta final del concierto sonaron Mi suerte, Lo que te hace grande y el punto final lo puso La cuadratura del círculo.
Sólo han pasado cuatro años desde que sacaron su primer álbum, aunque tienen un EP anterior. Sin embargo, con solo dos discos en el mercado ya han demostrado que son un grupo consolidado, que no se conforma sólo con el reconocimiento a nivel nacional. El vocalista contó en el concierto que, la primera vez que pisó este escenario, fue para acompañar a Delafé y las Flores Azules y que se propuso volver con “toda la panda” y vaya si lo han conseguido. Parece ser que, cuando acaben esta gira de acústicos, van a ver cómo les acogen en el extranjero. Les deseamos que tengan la misma suerte que están teniendo aquí, porque de talento ya van sobrados.
Y, como no me permitieron hacer fotos, os dejo el tema que da nombre al segundo disco, Mapas. Para que escuchéis un fragmento del acústico.
Lo que anoche presentaron en Barcelona es, según han afirmado ellos, “una vuelta de tuerca a Mapas. Una forma de verle otra cara a la misma canción”. Para ello han adaptado sus temas a formato acústico, o lo han intentado al menos. Y, digo esto porque según fue avanzando el concierto perdimos, un poco, de vista el ambiente de acústico con el que empezaron, algo que me alegró bastante. Es evidente que el sonido es mil veces mejor en un concierto de estas características. Pero este grupo transmite mucha fuerza en sus directos y el cantante nos ofrece unos agudos que marcan el ritmo de las canciones. Sin embargo, anoche tuvieron que sacrificar estos despuntes en algunos temas, como en Baldosas amarillas, con el fin de adaptarse al tipo de directo que estaban ofreciendo. Pero independientemente de que gusten más o menos en acústico, lo que no se puede negar es que tienen un directo muy potente y que es muy difícil que te dejen un mal sabor de boca. Aunque Jorge, el percusionista, se quejó varias veces del sonido y estuvo prácticamente todo el tiempo haciendo aspavientos a los técnicos del backstage.
El tema encargado de abrir el concierto fue Los buenos. Un buen comienzo para un acústico tranquilito y para ponernos en situación a los que estamos acostumbrados a verles en otro tipo de ambiente. El vocalista da las buenas noches y habla con su público en catalán, lo que le hace trabarse un par de veces y confesar que tiene puesta una chuleta en el suelo. Los asistentes agradecen el detalle y le aplaude perdonando esos pequeños problemas de traducción.
El público permanece sentado y apenas canta las canciones. Parece que todo el mundo ha entendido que este concierto es diferente y se limita a escuchar a los del escenario. Sin embargo, Pucho, trata de animar a los asistentes para que participen del espectáculo. Les enseña un fragmento del tema Baldosas amarillas y dice “yo creo que va bien, hasta nueva orden”. Al final de la canción hace un gesto y la gente responden haciendo los coros, como antes habían ensayado. Con En el río repite la misma operación, pero ahora sólo pide el acompañamiento de las palmas.
Entre el repertorio también estaban Al respirar, Copenhague, Rey Sol o, la que da título a su primer disco, Un día en el mundo, todas ellas del primer álbum. Tampoco faltaron, del segundo trabajo, Mapas o Maldita dulzura, que fue el single con el que lanzaron este disco.
La locura se desató, dando paso a Vetusta en estado puro, con los temas La marea, Sálvese quien pueda, Valiente, que fue el momento en el que el público no pudo aguantar más en el asiento y se puso en pie, contagiando al cantante, quien empezó a saltar enloquecido y a correr por el escenario y con El hombre del saco, que comenzó al ritmo de las baquetas que chocaban guitarrista, vocalista y percusionista en el micrófono central y que terminó con Pucho golpeando el mítico bidón gigante que nunca falta en los conciertos de este grupo.
Después de esta canción llegaron los bises. En la recta final del concierto sonaron Mi suerte, Lo que te hace grande y el punto final lo puso La cuadratura del círculo.
Sólo han pasado cuatro años desde que sacaron su primer álbum, aunque tienen un EP anterior. Sin embargo, con solo dos discos en el mercado ya han demostrado que son un grupo consolidado, que no se conforma sólo con el reconocimiento a nivel nacional. El vocalista contó en el concierto que, la primera vez que pisó este escenario, fue para acompañar a Delafé y las Flores Azules y que se propuso volver con “toda la panda” y vaya si lo han conseguido. Parece ser que, cuando acaben esta gira de acústicos, van a ver cómo les acogen en el extranjero. Les deseamos que tengan la misma suerte que están teniendo aquí, porque de talento ya van sobrados.
Y, como no me permitieron hacer fotos, os dejo el tema que da nombre al segundo disco, Mapas. Para que escuchéis un fragmento del acústico.
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