Comenzamos mes, febrero, intentando huir de la vorágine fallera en la ciudad de Valencia... y para ello nos apeamos en el autobus del Heineken Music Selector, que este 2012 está dejando perlas musicales como las que brillaron en el Loco Club de Valencia. El sonido arenoso del country de tradición más clásica en los acordes de Robert Ellis como aperitivo a lo que llegaría desde la otra punta de los EE.UU, los californianos Dawes. Una noche con sabor a tabaco de mascar y a cámara lenta, como los grandes nombres llegados de Nashville y dejándonos ecos de esas típicas imágenes de los bares de carretera que hemos visto tantas y tantas veces en el cine. Un sabor al que por estas latitudes quizás no estemos tan acostumbrados pero en el que deberíamos detenernos, whisky en mano, para dejarnos llevar por sus sangrantes entrañas.
La lección más clásica, la de la old school del country más tradicional, llegaba con Robert Ellis y su guitarra. A sus espaldas dos trabajos discográficos editados, “The great re arranger” (2009) y “Photograph” (2011), un compendio de lágrimas solidificadas a base de tragos amargos y de propósitos taciturnos anclados en la tierra o, en este caso, en el terreno más árido del country sin pompas, sin focos y sin ornamentos. Y así apareció Ellis sobre el escenario de El Loco Club. Con la camisa perfecta para el show y con una mirada directa y un tanto melancólica sobre vivencias, amores, pérdidas y futuros predecibles.
Bien es cierto que el country no es un estilo que llegue al gran público más allá de las fronteras de Texas o Tennessee y que para abrir los oídos a sus verdades amoratadas es necesaria una dosis de saliva tragada y de “haraquiri” solitario. Pero una vez se traspasa esa frontera sonora, el country se nos ancla sin concesiones a lo más profundo de nuestras almas. Pensaréis que quizás esto sea fruto de nuestra exageración, quizás un tanto fanática, pero no lo es. Robert Ellis abrió esa puerta con “Westbound Train”, por la que pasaron temas como “No fun”, o la inédita “Fresh up the press”, haciendo mención a los medios de comunicación. Un Robert Ellis muy clásico en los temas más genuinamente country pero más cálido en aquellos que se abrazaban al folk.
Y antes de despedirse de los presentes, Ellis llamó a sus amigos Dawes, con los que compartió una espectacular versión del “Rider in the rain” de Randy Newman. Ellis y Taylor Goldsmith mano a mano en una (llamémoslo así) orgía musical traída desde la West Coast. Tras Ellis, el cuarteto californiano Dawes dejó claras sus intenciones. Nada de sonido californiano al uso. Nada de canciones soleadas y ritmos pegadizos. Siguiendo la marcada estela del country con indumentaria folk, y dejando atrás sus comienzos (Taylor Goldsmith comenzó en el punk), pusieron en escena temas de sus dos discos, “North Hills” (2009) y especialmente de su reciente “Nothing is wrong” (2011), álbum que la crítica ha llenado de estrellas y buenos comentarios y que pese a recibir de forma escéptica estas alabanzas varias, nos hemos dejado seducir su sonido no tan árido pero igual de visceral.
En la formación, los hermanos Taylor (voz) y Griffin (batería) Goldsmith junto a Wylie Gelber (bajo) y Tay Strathairn (teclado), han bebido de las influencias clásicas de Crosby, Stills, Nash & Young y en su trayectoria han podido compartir sesiones con Conor Oberst o The Black Crowes. Abanderados de un folk-rock-jazz de nueva factura pero con ese “american flavour” que lo inunda todo pese a la juventud de la propia banda. Dawes nos dieron esa lección en la que desaprendimos sobre los prejuicios con los que el country siempre ha tenido que lidiar. Un duelo rasgado en el que las melodías cobran una importancia vital y terminan rasgando cada esquina de la sala.
Los cuatro de California nos dieron una clase magistral de lo que un concierto debería ser y de lo que un músico es capaz de dar en un escenario: música. Porque Dawes son “ese grupito de chicos que cantan country” y que sentencian en cada tema. Sentencias de muerte sin concesión. Dawes son mucho más. Son músicos y muestra de ello fue el desparrame de virtuosismo que los Griffin vomitaron por doquier. Taylor, voz y quitarra, más comedido en gestos que su hermano, disfrutó sobre el escenario sintiendo cada punteo con el que sesgaba su guitarra (con dos Fender viejas, viejisimas y desconchadas... como debe ser) transmitiéndolo así a todos los asistentes. "La madre que lo paríó, cómo toca”, escuchamos decir a un asistente cuando salíamos de la sala. Y qué razón tenía... Dowes tocan ese folk de la “americana” pero pasado por el filtro de cada uno de sus componentes. Y el filtro de Taylor es, sin duda, el rock clásico y la psicodelia en su expresión más primigenia.
Y si se mentó a “la madre que lo parió”, decir que es la misma que parió al batería, Griffin. Mucho más exagerado en gestos y desatado completamente en cada golpe o redoble, las baquetas de este Goldsmith de pelo a lo Harpo Marx (con todo el cariño del mundo) destilaban jazz a raudales. Quizás fue por ello por lo que formaron parte del cartel del Heineken Jazzaldia, un festival más “jazzero” que folk. Un gustazo, en superlativo y en primera persona, el escuchar (y ver) el ritmo perfecto y sin fisuras insuflado por el batería. Demostró que no solo Phil Collins era capaz de cantar y tocar la batería... sino que además es posible tocarla con una sola baqueta, como hizo en “Coming back to a man”.
Junto a los hermanos Golfsmith el bajista Wylie Gelberg, quien pasó gran parte del show tocando de espaldas al más puro estilo May Oliver en Los Planetas. Una especie de shoegaze folk... Bromas aparte, Wylie llegó en algunos temas a resonar como uno de los miembros de The Funk Brothers, como un James Jamerson, por ejemplo. Y completando el cuarteto, Tay Strathaitn a los teclados, Hammond incluído (como es de ley). “Peace in the valley” de repente se convirtió en ese tema en el que cada uno de estos músicos podría lucirse en un solo, algo básico en el jazz pero no tanto en otros estilos en los que también se adentran Dawes. Una improvisación totalmente preparada de cada uno de los miembros de la banda sin hueco a darse un respiro.
Y también como ese eslabón perdido del jazz, la duración de los temas puestos en escena. Temas largos que en directo cobran más cuerpo y son capaces de atrapar como tela de araña a quien la escucha. Aunque junto a esos temas más largos aparecieron algunos más cortos como el que cerró su paso por la Sala El Loco de Valencia en esta gira del Heineken Music Selector: “How far we've come”. Un tema, con el que cerraron (antes de la sorpresa final), igual de enérgico que comenzó su actuación con “Fire away”.
“Million dollar Bill”, “If I wanted someone”, “So well”, “Coming back to a man”, “The way you laugh” o “A little bit of everything” marcaron un setlist que ejecutaron sin dudar en ningún momento (aunque debemos decir que el setlist original sufrió alguna modificación), sin hueco para el error (impecable su puesta en escena) ni para las imperfecciones técnicas. Dawes han pasado ya de esos “errores” que estamos acostumbrados a ver en tantos y tantos conciertos y se centran en sentir la música que hacen sobre el escenario para poder transmitirla de una forma tan directa como la que vivimos en su concierto. Directa y poco a poco más animada, como en esa “When my time comes” que el público convirtió en un amago de himno el estribillo que coreaban junto a los californianos.
Y para terminar de sorprender y de barrernos a base de buena música, Dawes volvió un poco atrás en el tiempo para versionar a Paul Simon con “Kodachrome”, tema voz a voz entre los hermanos Goldsmith. En definitiva, uno de los conciertos más interesantes que el los últimos tiempos han llegado a Valencia, con una calidad artística que ya les gustaría a muchos de los “grandes” nombres poder tener...
Como ejemplo de lo que se vivió en el Loco Club os dejamos ese “That Western Skyline” que tanto nos atrapó en una actuación de hace ya un par de años. Y tras este regalo del Heineken Music Selector continuamos con un punto y seguido en la más que interesante propuesta musical que están acercando a diversas de nuestras ciudades. Os detallamos, para que toméis nota de todos ellos, los próximos conciertos que el Heineken Music Selector tiene programados. Nos veremos en ellos...
Próximos conciertos Dawes + Robert Ellis:
03 marzo – Vigo (La Iguana Club)
Más info:
http://musica.heineken.es/hms/
http://dawestheband.com/
http://robertellismusic.com/
Próximos conciertos Heineken Music Selector:
Sidonie
09 Marzo – Toledo (Círculo de Arte
10 Marzo – Burgos (El Hangar)
Corizonas
03 Marzo – Durango (Plateruena)
09 Marzo – Cádiz (Sala Imagina)
23 Marzo – Toledo (Círculo de Arte)
The Sadies
14 Marzo – Valencia (Sala Wah Wah)
15 Marzo – El Puerto de Santa María (Milwakee)
17 Marzo – A Coruña (Mardigras)
Sharon Jones & The Dap kings
13 Marzo – Madrid (Teatro Circo Price)
Xiu Xiu
28 Marzo – Valencia (Sala Wah Wah)
29 Marzo – Sevilla (Malandar)
Low
28 Marzo – Madrid (Teatro Kapital)
29 Marzo – Santiago de Compostela (Sala Capitol)
31 Marzo – Toledo (Círculo de Arte)
Cass McCombs
29 Marzo – Valencia (Sala El Loco)
30 Marzo – Madrid (El Sol)
The Wave Pictures
12 Abril – Barcelona (KGB)
13 Abril – Valencia (Sala Mirror)
14 Abril – Pontevedra (Sala Karma)
16 Abril – Madrid (El Sol)
The Waterboys
17 Abril – Madrid (Teatro Kapital)
19 Abril – Bilbao (Santana 27)
Jero Romero
19 Abril – Madrid (Teatro Kapital)
20 Abril – Burgos (El Hangar)
21 Abril – Santiago de Compostela (Sala Capitol)
27 Abril – Valencia (Sala Mirror)
Richard Buncker
17 Mayo – Madrid (Costello)
Eleanor Friedberfer
10 Mayo – Barcelona (KGB)
11 Mayo – Madrid (El Sol)
12 Mayo – Valencia (Sala Wah Wah)
Fanfarlo
24 Mayo – Burgos (El Hangar)
25 Mayo – Valencia (Sala Mirror)
26 Mayo – Palma de Mallorca (Cultura Club)
Sr. Chinarro
09 Junio – Pontevedra (Sala Karma)
Andrew Bird
12 Junio – Madrid (Teatro Circo Price)
La lección más clásica, la de la old school del country más tradicional, llegaba con Robert Ellis y su guitarra. A sus espaldas dos trabajos discográficos editados, “The great re arranger” (2009) y “Photograph” (2011), un compendio de lágrimas solidificadas a base de tragos amargos y de propósitos taciturnos anclados en la tierra o, en este caso, en el terreno más árido del country sin pompas, sin focos y sin ornamentos. Y así apareció Ellis sobre el escenario de El Loco Club. Con la camisa perfecta para el show y con una mirada directa y un tanto melancólica sobre vivencias, amores, pérdidas y futuros predecibles.
Bien es cierto que el country no es un estilo que llegue al gran público más allá de las fronteras de Texas o Tennessee y que para abrir los oídos a sus verdades amoratadas es necesaria una dosis de saliva tragada y de “haraquiri” solitario. Pero una vez se traspasa esa frontera sonora, el country se nos ancla sin concesiones a lo más profundo de nuestras almas. Pensaréis que quizás esto sea fruto de nuestra exageración, quizás un tanto fanática, pero no lo es. Robert Ellis abrió esa puerta con “Westbound Train”, por la que pasaron temas como “No fun”, o la inédita “Fresh up the press”, haciendo mención a los medios de comunicación. Un Robert Ellis muy clásico en los temas más genuinamente country pero más cálido en aquellos que se abrazaban al folk.
Y antes de despedirse de los presentes, Ellis llamó a sus amigos Dawes, con los que compartió una espectacular versión del “Rider in the rain” de Randy Newman. Ellis y Taylor Goldsmith mano a mano en una (llamémoslo así) orgía musical traída desde la West Coast. Tras Ellis, el cuarteto californiano Dawes dejó claras sus intenciones. Nada de sonido californiano al uso. Nada de canciones soleadas y ritmos pegadizos. Siguiendo la marcada estela del country con indumentaria folk, y dejando atrás sus comienzos (Taylor Goldsmith comenzó en el punk), pusieron en escena temas de sus dos discos, “North Hills” (2009) y especialmente de su reciente “Nothing is wrong” (2011), álbum que la crítica ha llenado de estrellas y buenos comentarios y que pese a recibir de forma escéptica estas alabanzas varias, nos hemos dejado seducir su sonido no tan árido pero igual de visceral.
En la formación, los hermanos Taylor (voz) y Griffin (batería) Goldsmith junto a Wylie Gelber (bajo) y Tay Strathairn (teclado), han bebido de las influencias clásicas de Crosby, Stills, Nash & Young y en su trayectoria han podido compartir sesiones con Conor Oberst o The Black Crowes. Abanderados de un folk-rock-jazz de nueva factura pero con ese “american flavour” que lo inunda todo pese a la juventud de la propia banda. Dawes nos dieron esa lección en la que desaprendimos sobre los prejuicios con los que el country siempre ha tenido que lidiar. Un duelo rasgado en el que las melodías cobran una importancia vital y terminan rasgando cada esquina de la sala.
Los cuatro de California nos dieron una clase magistral de lo que un concierto debería ser y de lo que un músico es capaz de dar en un escenario: música. Porque Dawes son “ese grupito de chicos que cantan country” y que sentencian en cada tema. Sentencias de muerte sin concesión. Dawes son mucho más. Son músicos y muestra de ello fue el desparrame de virtuosismo que los Griffin vomitaron por doquier. Taylor, voz y quitarra, más comedido en gestos que su hermano, disfrutó sobre el escenario sintiendo cada punteo con el que sesgaba su guitarra (con dos Fender viejas, viejisimas y desconchadas... como debe ser) transmitiéndolo así a todos los asistentes. "La madre que lo paríó, cómo toca”, escuchamos decir a un asistente cuando salíamos de la sala. Y qué razón tenía... Dowes tocan ese folk de la “americana” pero pasado por el filtro de cada uno de sus componentes. Y el filtro de Taylor es, sin duda, el rock clásico y la psicodelia en su expresión más primigenia.
Y si se mentó a “la madre que lo parió”, decir que es la misma que parió al batería, Griffin. Mucho más exagerado en gestos y desatado completamente en cada golpe o redoble, las baquetas de este Goldsmith de pelo a lo Harpo Marx (con todo el cariño del mundo) destilaban jazz a raudales. Quizás fue por ello por lo que formaron parte del cartel del Heineken Jazzaldia, un festival más “jazzero” que folk. Un gustazo, en superlativo y en primera persona, el escuchar (y ver) el ritmo perfecto y sin fisuras insuflado por el batería. Demostró que no solo Phil Collins era capaz de cantar y tocar la batería... sino que además es posible tocarla con una sola baqueta, como hizo en “Coming back to a man”.
Junto a los hermanos Golfsmith el bajista Wylie Gelberg, quien pasó gran parte del show tocando de espaldas al más puro estilo May Oliver en Los Planetas. Una especie de shoegaze folk... Bromas aparte, Wylie llegó en algunos temas a resonar como uno de los miembros de The Funk Brothers, como un James Jamerson, por ejemplo. Y completando el cuarteto, Tay Strathaitn a los teclados, Hammond incluído (como es de ley). “Peace in the valley” de repente se convirtió en ese tema en el que cada uno de estos músicos podría lucirse en un solo, algo básico en el jazz pero no tanto en otros estilos en los que también se adentran Dawes. Una improvisación totalmente preparada de cada uno de los miembros de la banda sin hueco a darse un respiro.
Y también como ese eslabón perdido del jazz, la duración de los temas puestos en escena. Temas largos que en directo cobran más cuerpo y son capaces de atrapar como tela de araña a quien la escucha. Aunque junto a esos temas más largos aparecieron algunos más cortos como el que cerró su paso por la Sala El Loco de Valencia en esta gira del Heineken Music Selector: “How far we've come”. Un tema, con el que cerraron (antes de la sorpresa final), igual de enérgico que comenzó su actuación con “Fire away”.
“Million dollar Bill”, “If I wanted someone”, “So well”, “Coming back to a man”, “The way you laugh” o “A little bit of everything” marcaron un setlist que ejecutaron sin dudar en ningún momento (aunque debemos decir que el setlist original sufrió alguna modificación), sin hueco para el error (impecable su puesta en escena) ni para las imperfecciones técnicas. Dawes han pasado ya de esos “errores” que estamos acostumbrados a ver en tantos y tantos conciertos y se centran en sentir la música que hacen sobre el escenario para poder transmitirla de una forma tan directa como la que vivimos en su concierto. Directa y poco a poco más animada, como en esa “When my time comes” que el público convirtió en un amago de himno el estribillo que coreaban junto a los californianos.
Y para terminar de sorprender y de barrernos a base de buena música, Dawes volvió un poco atrás en el tiempo para versionar a Paul Simon con “Kodachrome”, tema voz a voz entre los hermanos Goldsmith. En definitiva, uno de los conciertos más interesantes que el los últimos tiempos han llegado a Valencia, con una calidad artística que ya les gustaría a muchos de los “grandes” nombres poder tener...
Como ejemplo de lo que se vivió en el Loco Club os dejamos ese “That Western Skyline” que tanto nos atrapó en una actuación de hace ya un par de años. Y tras este regalo del Heineken Music Selector continuamos con un punto y seguido en la más que interesante propuesta musical que están acercando a diversas de nuestras ciudades. Os detallamos, para que toméis nota de todos ellos, los próximos conciertos que el Heineken Music Selector tiene programados. Nos veremos en ellos...
Dawes: “That Western Skyline”
Próximos conciertos Dawes + Robert Ellis:
03 marzo – Vigo (La Iguana Club)
Más info:
http://musica.heineken.es/hms/
http://dawestheband.com/
http://robertellismusic.com/
Próximos conciertos Heineken Music Selector:
Sidonie
09 Marzo – Toledo (Círculo de Arte
10 Marzo – Burgos (El Hangar)
Corizonas
03 Marzo – Durango (Plateruena)
09 Marzo – Cádiz (Sala Imagina)
23 Marzo – Toledo (Círculo de Arte)
The Sadies
14 Marzo – Valencia (Sala Wah Wah)
15 Marzo – El Puerto de Santa María (Milwakee)
17 Marzo – A Coruña (Mardigras)
Sharon Jones & The Dap kings
13 Marzo – Madrid (Teatro Circo Price)
Xiu Xiu
28 Marzo – Valencia (Sala Wah Wah)
29 Marzo – Sevilla (Malandar)
Low
28 Marzo – Madrid (Teatro Kapital)
29 Marzo – Santiago de Compostela (Sala Capitol)
31 Marzo – Toledo (Círculo de Arte)
Cass McCombs
29 Marzo – Valencia (Sala El Loco)
30 Marzo – Madrid (El Sol)
The Wave Pictures
12 Abril – Barcelona (KGB)
13 Abril – Valencia (Sala Mirror)
14 Abril – Pontevedra (Sala Karma)
16 Abril – Madrid (El Sol)
The Waterboys
17 Abril – Madrid (Teatro Kapital)
19 Abril – Bilbao (Santana 27)
Jero Romero
19 Abril – Madrid (Teatro Kapital)
20 Abril – Burgos (El Hangar)
21 Abril – Santiago de Compostela (Sala Capitol)
27 Abril – Valencia (Sala Mirror)
Richard Buncker
17 Mayo – Madrid (Costello)
Eleanor Friedberfer
10 Mayo – Barcelona (KGB)
11 Mayo – Madrid (El Sol)
12 Mayo – Valencia (Sala Wah Wah)
Fanfarlo
24 Mayo – Burgos (El Hangar)
25 Mayo – Valencia (Sala Mirror)
26 Mayo – Palma de Mallorca (Cultura Club)
Sr. Chinarro
09 Junio – Pontevedra (Sala Karma)
Andrew Bird
12 Junio – Madrid (Teatro Circo Price)
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