Shuarma – Sala Matisse. Valencia 17-05-12

Shuarma – Sala Matisse. Valencia 17-05-12

Noche de elegancia sonora la que pudimos vivir en la Sala Matisse de Valencia con Shuarma. Así de contundentes comenzamos esta crónica, pero es que no fue para menos. Si las producciones musicales de este barcelonés de pro nos dejan ese sabor que solo las piezas preciosistas nos regalan, sus directos siempre irradian magia, emoción y sobretodo mucha de esa personalidad que Juan Manuel Álvarez esconde tras su nombre artístico. Nada de timidez ni de medias tintas, y menos aún con este “Grietas”, el último trabajo de estudio que publicaba hace solo unos meses.

Y es que son pocos los nombres que nos producen esa inquietud, ese esperar “algo más” en los conciertos. Shuarma es uno de ellos. Tras las escuchas y más escuchas… y quizás desgastes también, de “Grietas”, tras vivir muchas de las canciones como propias, el temor de que el directo sea decepcionante siempre sobrevuela las horas anteriores del show. Pero la puesta en escena de este chico siempre es impecable, acompañado de Valen (guitarra), Julio (bajo) y Mone (batería).

No solo recorrió todos los temas que componen “Grietas” (desde “Lo que queramos creernos” a “Prefiero estar aquí”) sino que nos acompañó en visita guiada por trabajos anteriores como “El poder de lo frágil” con el tema que da título al propio disco, “Yo mismo” u “Otra ráfaga de luz” y por su debut en solitario, “Universo”, con el tema “El tiempo se puede parar” o “Te esperaré”. También volvió a ser un “elefante” más con “Somos nubes blancas” o con “Azul”, ese tema-himno que no solo desgarra la garganta de cada uno de los asistentes y convierte las primeras filas en un manto de cámaras... Uno de esos viajes tranquilos en los que sabemos dónde comenzaremos pero nunca dónde podremos acabar para deleite de todos...

Un concierto eléctrico en el que las distorsiones y las guitarras cobraron la importancia que se les requería pero en el que, sin duda, el máximo protagonista fue el propio Shuarma. Si bien “Grietas” es un trabajo muy redondo y muy fuerte, más que los anteriores, el directo que pudimos disfrutar en la Sala Matisse de Valencia fue más rotundo aún. Un Shuarma guitarrero y con ganas de pelea que dejaba atrás esos prejuicios adquiridos por algunos de sus temas más tranquilos. Ya sea por su carisma o por la personal forma de interpretar tema a tema, Shuarma consiguió desde la primera canción tener a todo un público a sus pies. Sincero, emocional y bridándose siempre a los que le siguen incondicionalmente, abriendo un poco más su alma, si es que es posible que pueda abrirla más, aunque en este caso sea en un tú-a-tú multitudinario.

Y nos devolvió la fe en los artistas cercanos, en esos que no dudan en confesar que una canción le sigue destrozando las entrañas aún 15 años después de haberla compuesto, como es “Prefiero estar aquí”. “Las canciones son sabias: saben cuando volver”, comentaba al introducir la canción. Sin su banda, en uno de los momentos más íntimos y respetados de la noche, Shuarma volvió a demostrar que la creación tiene mucho de corazón y de sangre, los mismos componentes que se dejó arrastrados por todo el escenario.

Menciones al momento en el que dió el paso de dejar Elefantes y comenzar una “nueva vida” en solitario calificándose de “cantante gilipollas intentando ser otro”, o el emocionante recuerdo a Antonio Vega, con quien finalmente no pudo compartir esa “Lucha de Gigantes” antes de su muerte pero a quien homenajeó con un “Elixir de juventud” que consiguió pararle la respiración a más de uno. Incluso el guiño cómico, risa incluida en el directo, imitando la voz de Bunbury en “Azul”, con quien compartió la grabación de ese tema y un posterior grupo bajo en nombre de Bushido.

Nos quedamos con la cercanía que demuestra (y que pudieron comprobar los que se quedaron tras el concierto en busca de fotos compartidas o autógrafos sentidos) sobre el escenario plagada de sinceridad, algo que cada vez menos podemos encontrar en la música. Pero Shuarma sabe que ese es uno de los grandes ases en la manga de forma espontánea. Lejos, a años luz, de los divismos propios de los solistas que se independizan de un grupo. Lejos también de los desplantes y de las poses de rock propias de muchos músicos. Y lejos, desde luego, de vivir de las rentas del pasado. Al contrario: esto es algo que se demuestra con “Grietas” y que se acentúa con su directo.

Un despropósito tecnológico nos obliga a dejaros únicamente con una pequeña muestra de la noche en forma de lluvia, una reivindicativa “Llueven piedras” aderezada con la rabia del coro improvisado (pero predicible) de los asistentes y un “namasté” final acompañado de un “moltes gràcies”.