El segundo disco, para aquellos que con su debut consiguieron la unanimidad de la crÃtica y de los oidos más avispados, se plantea como la asignatura obligatoria que cada año debes aprobar para continuar en la brecha académica (¿o era el tercero?). En un paralelismo musical, la de Ambros Chapel viene a ser la convocatoria definitiva: de aquà en adelante no cabe despiste alguno que empañe una excelente, aunque breve, hoja de servicio.
‘Constants are changing’ es un disco arriesgado en su
continuidad, pues no sólo presenta a una banda mucho más aplomada, segura de
que sus armas se basan en la intensidad y la complicidad con un sonido que
empieza a ser tremendamente personal, sino que hace que las alabanzas y los
concursos ganados hace años no sean hoy sino un acicate que motiva nuevos
retos. Los valencianos tiran de su pasión por el brit-pop e incluso remedan las maneras de Jarvis Cocker (la
profunda voz de Pablo Casero es el ejemplo) o Ian McCulloch (las melodÃas de
Echo and The Bunnymen podrÃan confundirse entre sus canciones) en esta nueva
entrega en la que su rock elegante, retorcido pero efectivo, factura himnos
oscuros como el inicial ‘New nation’, del que cuesta despegarse cuando cabalgas
las mejores monturas progresivas de los setenta. Empapados de referencias, de
entre las que Robert Smith y The Cure se erigen en protagonistas incluso en
algunos tÃtulos calcados de algunos de los de Sussex (‘Lullaby’), cuentan
sibilinas historias de devoradoras de corazones (‘Kissing the doom’) y
contagian atmósferas de convulsa pasión (‘Survive’) como si el cadáver de Ian Curtis aún estuviera caliente en su sala de estar. ¿Que si el post-punk británico también los cobija
bajo su sombra? Escuchando ‘Call me may’ la duda queda aclarada, pero no
podemos afirmar que estos chicos sólo saben seguir los pasos de Killing Joke o
Bauhaus, porque en ‘Tears’ o ‘Beyond my comprehension’ hay mucho del glam noventero o del pop ampuloso que
practicaban los Suede previos al estrellato. Pero como trasfondo podrÃamos
hablar de Bowie o de Peter Murphy en el tema más cercano a la electrónica,
‘Nice TV’, tan inquietante como la portada del álbum, con ese rostro en
horizontal reflejando la dualidad del interior, los golpes de efecto, los
crescendos y las paradas en seco, el nervio rÃtmico y los falsetes inesperados
(‘Glorious Sunday’ es eso, una canción sencillamente gloriosa).
Si con ‘Rome’ (2009) muchas revistas especializadas los
situaron en su top ten anual y fueron
protagonistas incluso en la prestigiosa BBC inglesa (aún estamos a años luz de
su olfato), es ahora cuando validan su apuesta por la autoedición creando el
sello 7 Days Music y amplÃan su formación, ya con varias idas y venidas, para
demostrar que son algo más que “ese-grupo-del-que-hablan-tus-amigos-raros”.
Sólo por llamarse como el personaje clave de la hitchcockiana ‘El hombre que sabÃa demasiado’ y haber titulado el
tema principal de este trabajo como otro de los añorados Boards of Canada,
merecen nuestros respetos. Y cada vez los de más gente.
Más info: https://www.facebook.com/ambros.chapel
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