Normalmente dedicamos siempre un artículo a los festivales de nueva creación, primera visita o incluso aquellos que merecen un tirón de orejas. En el caso del Low Cost Festival de Benidorm tiene un poco te todo pero en realidad nada de lo anterior.
Hemos asistido en más ocasiones a esta cita, ya imperdible, con lo mejor del pop, rock e indie del panorama nacional e internacional pero el gran número de cambios sufridos en esta edición nos han animado a darles la importancia que merecen y a resaltar lo bueno y lo malo de esta edición 2012.
¿Y esta cola?
El recinto esta vez se recolocó de otro modo. Lejos de la estrecha pero funcional entrada del año pasado se decantaron por liberar el parking donde se organizaron colas kilométricas de hasta dos horas en algunos momentos para poder acceder a recinto. Los cacheos se realizaban antes de acceder e incluso de llegar a la taquilla ralentizando el proceso aún más.
Muy efectiva la organización del festival al día siguiente reorganizó los accesos y las colas desaparecieron regalando el domingo un token a los asistentes por las molestias causadas.
La nueva ubicación consintió de forma permisiva el dichoso botellón de manera que se estropeó el efecto de pulcritud del interior. En algunos momentos nos recordó mucho a las escenas del SOS aunque algo más moderadas. Esperamos que se tome nota y se impida dar esa imagen a escasos metros de la puerta del recinto.
Soy Sostenible
Muchos son los festivales que lo pretenden pero viendo el “campo de batalla” a última hora pocos pueden decir que lo hayan logrado. A pesar de tener muchos contenedores lo normal es encontrar un cementerio de vasos de plástico aplastados después de cada concierto.
En el Low Cost este año todos hemos tenido un kit del perfecto Lower. Y ahora viene el tirón de orejas. Ufanos al entrar nos dirigimos a la caseta de Tokens que sustituían a los tickects de otras ediciones. La chica nos explica que se pueden usar todos los días (Muy bien) y que si no los empleas los puedes canjear de nuevo por dinero. Las colas para ambos procesos eran muy rápidas y efectivas.
Ahora bien, dos críticas constructivas. Las chicas que despachaban tokens no sabían el proceso para adquirir los vasos al igual que la mayoría de personal de seguridad, nos costó diez minutos preguntar en las barras e identificar el lugar de canjeo de los vasos.
Segunda crítica, se supone que la parte sostenible consistía en que al finalizar los eventos podías devolver el vaso y recuperar tu token, cosa que era útil para no tener que llevarlo a casa a parte de los beneficios medioambientales y sobre la limpieza del recinto de esta edición. Y ahora voy a la sección de basado en hechos reales.
El vaso pequeño, colgado de la cintura ante la presión de la masa de gente cae al suelo destrozándose la correa que lo sostiene. Accidente del todo normal en este tipo de eventos. Al devolver el vaso en perfecto estado piden el enganche. Informo que el enganche está muy deteriorado, y entrego el único rozo que fuimos capaces de salvar. El chico deniega la devolución del token. De base suena un poco absurdo pero el sinsentido continua. “Pues como no lo tengo quería saber dónde puedo tirarlo”. Pensando, ilusa de mí que lo cogería para su reciclaje independientemente de la perdida de mi token. “Donde quieras”. Ojos como platos.
Para calmar mi conciencia ante semejante despropósito lo deposité en el contenedor de plásticos. Un cero a la atención de barra en esta ocasión.
Otra de las apuestas fuertes es la comunicación del Festival que debo decir es a todas luces insuficiente. El año pasado se celebró de jueves a sábado así que no se nos presentó el caso pero en esta ocasión debemos decir que las autoridades de Benidorm e incluso el propio festival debían haber luchado para ampliar los horarios de los Tram, sobre todo viendo la afluencia de público que llevan, pero ante todo haber contemplado que el domingo los trasportes nocturnos desaparecieron casi en su totalidad dejando un poco huérfano el día y especialmente las actuaciones estelares colocadas fuera de los horarios de trasporte normal.
Sobre la elección del cambio de días no vamos a pronunciarnos porque como todo en esta vida… a unos les viene mejor que a otros.
El recinto más limpio de la historia
Hubo pequeños cambios estructurales que nos desconcertaron al principio. Menos tiendas de alimentos y cambios de lugares de los escenarios. Casi todo un acierto, la música se oía mejor y rara vez se solapaban. Otra novedad es la ubicación del escenario bus en lugar de un tercer escenario en unos encuentros muy personales e interesantes. Una pena que los mismos fueran tan poco publicitados que la gente desconocía su existencia.
Aunque a priori parece que nos hayamos puesto a repartir leña no es cierto. El Low Cost es, de lejos, uno de los festivales más interesantes, competitivos, coherentes y contundentes que tenemos con un precio que quita el hipo y que cada año se arriesga con nuevas ideas, unas más acertadas y otras menos. Este año más sostenible, más moderno, más acorde a la moda, más plural, más roquero. Cosas que hacen que las pequeñas críticas sean sólo notas a mejorar para las futuras ediciones que serán muchas más.
0 Comentarios
¡Comparte tu opinión!
Esperamos tu comentario