Ya hemos hablado varias veces (supongo que nunca demasiadas) de Superseco en Alquimia
Sonora, y, por lo que parece, vamos a seguir haciéndolo mucho
más tiempo: la banda valenciana se ha pasado, como tantas otras, al
acústico como forma de supervivencia (conseguir conciertos
eléctricos y, no ya cobrar, sino no jugarse el dinero propio que
cuesta conseguir una sala capaz de ofrecer música de esas
características está realmente difícil en la “capital” del
Turia). Superseco ya había dejado caer durante los
últimos meses que tenían previsto elaborar un setlist en acústico,
el tiempo ha pasado, y, por fin, ha llegado hasta nosotros: el
próximo viernes 10 de mayo, a partir de las 22:30, en Deluxe Pop
Club, por sólo tres euros, lo podremos escuchar por primera vez.
No sé ustedes, pero yo
ardo en deseos de que llegue el viernes, no sólo sabiendo lo mucho
que voy a disfrutar de ver cómo Martín, Rafa, Cabo
y Julián reinterpretan sus tres imprescindibles ep (Días de lluvia, El fin del mundo y el recientísimo Futuro),
sino porque, además (repito: por tres escasísimos euros), actuarán
con la compañía perfecta (su música e intenciones es bastante
similar, dicho sea en el mejor sentido posible) de Radar, o
Jorge Álvarez (miembro de Euro-Trash Girl) y Javier
Vidal, que ya presentaron, hace poco más de un mes, en La Casita de Papel, su nuevo ep, La ley de la ventaja (que no
he escuchado, pero el anterior, Balón de oro, lanzado hace
un par de años en el otrora siempre gozoso bandcamp de La Montaña Discos -por desgracia abandonado, pero en el que permanecen todavía en
la red, “para el archivo”, un buen número de pequeñas perlas-,
era una auténtica maravilla, sonando parecido a la mejor La habitación roja, o sea, no a la actual, prácticamente una
aburrida parodia de si misma).
Un espectáculo que ya
entrevemos fundamental por parte de dos de esos grandes corredores de
fondo, no suficientemente conocidos, practicantes de un gran
indie-pop, contadores ambos de historias verdaderamente importantes,
las que se narran entre líneas, quizás como el propio lugar que las
dos bandas ocupan en la música valenciana: faltas, hemos dicho, de
mayor popularidad, pero que se resisten con su mejor artillería a
ser transparentes. Eso les transforma en, como decía la letra de una
de las canciones de Radar, únicos.
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