The Nomads arrasan en su concierto en Jerusalem Club Valencia dentro de su gira por nuestro país.
Al aproximarme el viernes noche al club cercano a la Plaza de España, decenas de veteranos aficionados al garage punk y a los sonidos cercanos al rock’n’roll más curtido y visceral se apostaban en los bares cercanos a éste, desde el cual sonaba “Sheena is a punk-rocker” de los Ramones. No podía haber mejor presagio de lo que nos esperaba esa noche a todos los que nos asomábamos aJerusalem Club para ver a The Nomads después de una ausencia de veinticuatro años sobre un escenario valenciano. La segunda alegría llegó al traspasar la entrada del veterano club pensando que el inesperado y reciente cambio en su programación, anunciado después de la exitosa velada dedicada al Bowie Tribute, significaba un cambio de timón en su trayectoria para volver a incluir en su oferta conciertos de pop-rock. Estrenar este nuevo periodo con The Nomads hace presagiar lo mejor para esta nueva sala que aumenta la oferta de música en directo en nuestra ciudad con una propuesta de calidad.
Para los que por cualquier motivo no se pudieran desplazar a pie de escenario para disfrutar del directo de los suecos,www.munube.com ponía a su disposición la retransmisión del concierto en streaming y en alta definición. Todo un lujo para el que no tuviese ocasión de disfrutar desde la sala de los trallazos sónicos de la veterana banda. El de Valencia era su segundo bolo en esta minigira por nuestro país, después del llenazo en la Sala Sol de Madrid y un día antes de su concierto final en Donostia. A pesar de su discontinuidad en la publicación de material grabado, puesto que desde su último álbum, “Solna” (Universal Music, 2012) y el anterior habían pasado once años, la banda escandinava no ha dejado de subirse a los escenarios, siendo hace dos años la última vez que lo hicieron en uno de nuestro país. Sin embargo, tal y como recordó Hans Östlund nada más salir a escena y gritar “Buenas noches Valencia” habían pasado veinticuatro años desde su mítico concierto en Garaje Arena. Tanto él como Nick Vahlberg aseguraron recordar aquella actuación y se despidieron prometiendo que no pasarían otros veinticuatro años antes de que volviésemos a disfrutar de su maestría sobre tablas valencianas.
The Nomads se estrenaron a principios de los ochenta con dos minilps, “Where the wolf bane blooms” (1983) y “Temptation Pays Double” (1984), que los situaron en el mapa musical en coordenadas distanciadas del Postpunk y la New Wave y próximas a las del garage. Bebían de las fuentes del garage punk de los sesenta como The Sonics (a los que rinden tributo con su versión de “Psycho”) y del rock’n’roll norteamericano de finales de los setenta: The Stooges, MC5 o The New York Dolls. The Ramones, The Dictators o The Cramps fueron, si no compañeros de generación, si de bagaje musical, pues con ellos compartían el gusto por las canciones sencillas y directas, con regusto a hard rock veloz y toneladas de fuzz y órgano Vox. Esto les llevó a ocupar un lugar destacado junto a The Fuzztones, The Fleshtones y The Chesterfield Kings entre las bandas que a mediados de los años ochenta de la pasada centuria revitalizaron el garage.
Encontrarse sobre el escenario con una banda con más de tres décadas en activo y que practica un rock’n’roll primario y lleno de energía, vital y acelerado, con cadencia hacia el punk y el garage, presupone que uno se pregunta si estarán a la altura de las expectativas o habrán ido perdiendo a lo largo del camino esa energía que caracterizaba sus primeros directos. Tener como referente aquel lejano concierto de hace dos décadas y media en la ya desaparecida sala Garaje Arena ponía el listón muy alto al cuarteto sueco. Sin embargo, su últimos conciertos demostraban que no habían perdido un ápice de fiereza sobre el escenario y su último álbum, “Solna”, a pesar de ese largo periodo de inactividad discográfica que le precedió, no era un álbum relleno de descartes y mediocres versiones de sí mismos si no que incluía grandes canciones y se encontraba a la altura de otras obras mayores de su discografía como los ya mencionados “Where the wolf bane blooms” y “Temptation Pays Double” o más recientemente “The Cold Hard Facts Of Life”.
Así lo demostraron nada más sonar los primeros acordes de “Miles away”, single extraído de su último álbum con el que comenzaron el concierto, tema que fue seguido por “Hangman’s walk” también perteneciente a “Solna”. De éste, también incluyeron en el setlist“Get out of my mind” y “Can’t go back” (incluidos en la edición deluxe), “Bad times will do me good” y “American slang”. Hans Östlund y Nick Vahlberg a las guitarras y voz, acompañados de Jocke Ericson y Björne Fröberg a la batería y al bajo respectivamente,ofrecieron un concierto que estuvo a la altura de las expectativas creadas. En la compenetración entre Östlñund y Vahlberg, el primero en la guitarra rítmica y el segundo en la solista, se nota los años que ambos llevan tocando juntos. Apoyándose en las líneas de bajo de Fröberg y el ritmo percusivo propio del garage que marca Vahlberg, Hans arpegia los acordes en su guitarra mientras canta con su voz grave. Nick por su parte, a pesar de los años y la calvicie, sigue siendo el mismo chaval que con su peinado cardado en el más puro estilo postpunk miraba desafiante desde el vídeo de “Where the wolf bane blooms”, sobre todo durante sus punteos.
Como una máquina de rock’n’roll bien engrasada sonaron “Don’t pull my strings”, “I’ve seen better” (las dos de su álbum “Big Soud”), “Knoledge”, “Don’t kill the Messenger” (ambas del Loaded Deluxe EP), “Surfin’ in the bars”, “Crystal ball” y “In a house of cards”. Se echaron de menos temas del inicio de su carrera como los incombustibles “I’m five years ahead of my time” , su versión de“I’m not like everybody else” de los Kinks o el más reciente “The King of the Night Train”, pero The Nomads se plantearon un repertorio sin concesiones a la nostalgia. Para encarar el tramo final no faltó su versión del tema de The Dictators “16 forever”,auténtico himno a la altura del “Britzkrieg Bop (Hey Ho Let’s Go)” de los Ramones, que puso la sala entera a saltar como poseídos. Con “Top alcohol” y “Wasn’t born to work”, temas que junto con la anterior son toda una exposición de la filosofía vital de The Nomads cerraban el set. Para el bis de rigor reservaron “Ain’t no king of rock’n’roll” y “American Slang”, que no fueron suficientes para la gente que aún les reclamó un tema más.
Como dijo Hans Östlund al despedirse, esperemos que no tengan que pasar otros veinticuatro años para volverlos a ver por aquí. Sobre todo si siguen tan en forma tanto en el estudio como sobre el escenario como han demostrado. Aquí seguiremos esperando la próxima invasión de los vikingos.
"16 forever"
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