
Así, Stanich llega
con un trabajo lleno de grandes historias, de esas que distinguen a un cantante
de un artista y una peculiar estética que también se distingue del resto. En
esa senda “bobdyliana” que también ha explotado al máximo Quique González,
artistas con los que se le ha comparado y con los que, a pesar de tener cosas
en común, no es comparable, se mueve él con esos temas con presentación, nudo y
desenlace y unos estribillos pegadizos que apura y degusta con una particular
voz que te gusta o aborreces, sin término medio.
Afortunadamente, por lo que se está viendo en las salas, son
cada vez más los que están completamente convencidos de que tras el personaje reservado
y enigmático, que poco a poco se ha hecho un gran hueco en el panorama musical,
hay un artista que sabe bien lo que quiere y trabaja en una línea clara y bien
definida, sin altibajos ni experimentos innecesarios. Rock puro y duro.
Tras una espera que se hizo larga a los que iban llenando
poco a poco la sala, que finalmente registró un lleno absoluto, una aparición en escena casi humilde, en
solitario, para comenzar a golpe de acústica y tacón y demostrar por qué cada
vez tiene más seguidores, antes de que la banda (entre los que brillaron la
guitarra-slide de Víctor L. Pescador y Alex Izquiedo al bajo) le acompañara en
el escenario para incorporarse en un “Amanecer caníbal” que gana en fuerza y
contundencia en los directos.

Todo ello alternado con versiones como “Bleeding Muddy Water”(Mark
Lanegan) reservando para los bises el ritmo frenético de “Mezcalito”, el “Nadie
te quiere ya” (Los Brincos) que dedicó a Niños Mutantes sin ningún empacho, la
inevitable versión de “El Río” (Fernando Arbex) con referencia a Miguel Ríos y
petición al público de que le acompañaran haciendo coros y un apoteósico final
con su hit parade “Metralleta Joe” con el que ya terminó de disparar los
últimos cartuchos y encender los ánimos de un público que lo había dado todo
desde el principio.
Disfrutábamos así en Planta
Baja de un show integral donde la buena música, el buen gusto y una
personalidad muy particular que suele ser seña de identidad de artistas del
talento de Ángel Stanich son
responsables de momentos como los que protagonizó en los bises, tocados casi
íntegramente con una cuerda menos porque “ya he roto una cuerda, no voy a
romper ahora el clímax”.
Está claro que, con gente tan singular, cada concierto se
convierte en una experiencia única en la que se vive y se percibe esa atracción
fatal que ejerce el santanderino con el público y gracias a la cual el boca a
boca ha funcionado en los últimos meses para que donde antes, un Stanich ermitaño se subía a los
escenarios, ahora lo hace un fenómeno mediático de la talla de este artista,
revelación del pasado año y con mucha proyección para el futuro al que ya
esperamos impacientes de nuevo en la ciudad porque estas cosas tan intensas, siempre
saben a poco.
Crónica: María Villa
Fotos: PerseFone
Más fotos en: PERSEFONE
Crónica: María Villa
Fotos: PerseFone
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1 Comentarios
jamas he visto tanta entrega como la de Ángel Stanich en sus conciertos, quizá por eso son tan especiales, amen de su buena voz, que casi nadie hace hincapié en eso.....trasmite entusiasmo y amor por lo que hace y eso hace levitar a los asistentes
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