DeWolff – Sala Rocksound. Barcelona – 26/02/2015. 

Reconozco que apenas hace un mes que conozco a DeWolff y no era consciente del poder de convocatoria que tienen entre el público joven (comparándola con la asistencia normal a los conciertos de rock clásico, entendámonos), así que me sorprendió mucho encontrarme con una Rocksound bastante llena y con una asistencia que, por lo general, rondaba los veintipocos años en lugar de los habituales de la sala. Pero todavía me sorprendió más la intensidad del show de los holandeses. Sí, Grand Southern Electric me parece un disco muy bueno y los vídeos en directo que circulan por Internet eran muy prometedores, pero todavía me quedaba la duda de si eran un bluff o realmente saben tocar. Duda resuelta. 

El set del trío arrancó sobre las diez y veinte con Evil Mothergrabber. Es lógico teniendo en cuenta que es el single de su último trabajo, aunque para mí gusto no es el mejor tema del disco, lo ejecutaron muy solventemente y, a partir de ahí, el concierto sólo fue a más. Los Van de Poel y Pisso basaron el setlist en Grand Southern Electric, del que solo dejaron fuera tres temas, Ride With You, Wealthy Friend y Ripple Faced Thing – lástima. Sin embargo, su set de prácticamente dos horas les permitió repasar también algunos de los temas más conocidos de sus otros álbumes, como Medicine y Don’t You Go Up the Sky de Strange Fruits and Undiscovered Plants; Voodoo Mademoisselle y Crumbling Heart de DeWolff IV o The Pistol de Orchads/Lupine. El remate de la noche vino de la mano de la fantástica Restless Man, incluida también en el Southern, y otra de las canciones que suelen tocar en directo, Gold and Seaweed. 

Musicalmente, es difícil elegir un momento del concierto porque el nivel fue muy homogéneo, pero si me obligarais a hacerlo quizás destacaría los desarrollos instrumentales en general. Pablo tiene una voz fantástica, muy clásica, pero donde realmente el trío te transporta es cuando se dejan llevar, alargando sus temas sin perder la tensión o el ritmo ni en los cambios. En esos desarrollos encontramos mucho rock clásico a lo Purple, pero también algún riff más contemporáneo e incluso toques progresivos. Hace tiempo se demostró que se puede hacer rock sin bajo gracias al Hammond, está claro que DeWolff no han inventado la rueda, pero su propuesta es fresca y tiene personalidad. 

En cuanto a la puesta en escena, los de Geleen dejaron claro que no necesitan mucho tiempo para “calentar” y ya en el segundo tema, el juguetón Satilla No.3, teníamos a Pablo sobre el Hammond de Robin. Aunque todavía pueden dar más de sí, se nota que, a pesar de ser jóvenes, DeWolff tienen bastantes quilómetros recorridos. No les falta actitud y se nota el buen rollo entre ellos, eso, unido a esa sensación de “todavía no queremos bajarnos del escenario” tan poco habitual hoy en día, es lo que convierte su set en un gran set. Quizás me faltó un poco más de locura, de “peligrosidad”, pero eso son palabras mayores y ya estaríamos hablando de un set perfecto. 

En definitiva, una gran noche de rock clásico de la mano de una banda a la que le queda todavía mucho camino por recorrer pero que ha empezado con muy buen pie. Seguiremos su trayectoria. 

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