The Brains - Sala Ambigú Axerquía. Córdoba, 1.4.15.
Una banda de Montreal, nada más y nada menos, viene a tocar
a tu ciudad y tú sin enterarte de que también hay un cupo de artistas
internacionales que empieza a llenar el hueco que faltaba en la escena. De los
músicos que el recóndito país canadiense había dado al mundo conocíamos a (glups!) Avril Lavigne, Bryan Adams (¿más
glups!?), Céline Dion (sobran las
exclamaciones), Alanis Morissette (¿alquien sabe si vive aún en el planeta
tierra?)… Bueno, para ser sinceros, nos son mucho más familiares Leonard Cohen,
Daniel Lanois, Richard Manuel o Neil Young, y que conste que la edad no tiene
nada que ver. Claro que en unos dominios geográficos tan vastos y fértiles se
pueden recolectar cosechas que llenarían los más variados y suculentos platos.
Un ejemplo podría ser este trío, totalmente subterráneo en el circuito de salas
europeo y rozando la línea de la notoriedad en el cada vez más cerrado círculo
del psychobilly americano, que
enarbola el nombre de su noble villa como si en ello radicara su más profunda
seña de identidad. Sin ser eso nada pernicioso, lo cierto es que las maneras y
la presencia de una formación tan rudimentaria dan a entender que, se venga de
donde se venga y se nazca donde el destino tenga a bien escupirnos a la vida,
solo hay una cosa capaz de privar de prejuicios y racismos musicales, que los
hay a base de bien: la actitud. Y las ganas de divertirse y demostrar que no se
necesita gran cosa para construir unas canciones que suenan apresuradas,
urgentes y hasta apabullantes en su simpleza. ¿Menos es más? ¿Más es lo de
siempre? ¿Lo mismo pero con sus más y sus menos? El acertijo es lo de menos, lo
demás es lo que importa.
Con un personaje imponente al frente (llamarse Rene D La
Muerte no ayuda a que te vean como el ángel de la guarda precisamente), un
chileno que encontró en el límite del mundo su segunda y definitiva patria, The Brains se presentaron en la sala Ambigú Axerquía, encomiable y entregada tribu
que se atrevió una vez más a contraprogramar el miércoles de Pasión con todas
las de la ley. Casi se podría decir que los tatuajes no nos dejaron ver el sol,
pero a la nocturnidad alevosa que incluía la difícil causa no se le podían
poner peros, más tratándose de unos especialistas en sonidos cavernosos,
provenientes de la herencia garagera
de los 60 y hermanados con el rock and
roll a pelo de la década anterior. Referentes mil e identidad difusa para
temas rabiosos, recetas contra el aburrimiento y disparos en plena frente.
Simplemente con decir ‘Yeah’ y subir los decibelios hasta lo imposible empieza
la sucesión de ráfagas demoledoras. ‘Kill kill’, ‘Six rounds’, ‘The witch’,
‘Sweeter than wine’ o ‘Gato calavera’, la concesión latina inherente a su
propuesta, hacen que la luz casi no sea necesaria y todo se deje en manos del
sudor y las crestas. El contrabajo implacable dibuja las líneas inconcretas de
‘Screaming’ (y sí, todos gritan sin remedio ni razón), ‘Misery’, ‘Little
drinks’ (otro chupito, por favor), ‘More brains’ y ‘Drunk not dead’ (¿se
entiende ahora que el objetivo es pasarlo bien?), la batería se salta algunas
líneas sin importarle el guión de ‘Black Jack death bet’, ‘Devil in disguise’ y
‘The monsters within’. Si alguien todavía no se había dado cuenta de que todos
llevamos un monstruo dentro y que solo necesitamos estar en el sitio adecuado y
el momento preciso para liberarlo, ya iba siendo hora de devolverlo a la
realidad.
Alternando los “grandes éxitos” de los seis discos editados
hasta la fecha con oportunas salidas de tono como el presunto homenaje a The Cure en ‘Lovesong’ (según el imponente hombre de la Gretsch, una de sus
canciones favoritas ever),
adelantaron alguna que otra descarga a punto de salir del horno. Así, ‘Out in
the dark’ parece ser el título definitivo de su próximo trabajo, y no parece
que los presupuestos vayan a cambiar demasiado respecto a lo aquí escuchado.
Igual lo de preservar a la especie en estos tiempos carroñeros empieza a ser un
lema de supervivencia, pero al enarbolarlo siempre se corre el riesgo de
hundirse en aguas estancadas. Aun así, hemos de decir que es harto complicado
que dejemos de botar con el ímpetu de trallazos explícitamente vitalistas como
‘Take what I want’, ‘We’ll rise’ o ‘No brain no pain’, ni que dejemos de
dedicarle un mínimo de atención a diatribas tan sólidamente inocentes como
‘Turn around’, ‘You’re dead’ o ‘Four beasts ride’. Es el poder de las bestias,
claro, y mientras el coto de caza permanezca abierto no serán pocos los
furtivos que intenten entablar una batalla cuya victoria de momento se vende
cara.
Los colmillos de esta rara especie son demasiado afilados y
si consiguen apresar un trozo de carne lo mejor es que demos por seguro que no
van a cejar en su empeño por desgarrarla. En sus cinco paradas en España, en
concreto en una de las capitales donde la beatitud se entiende de manera más
obvia, The Brains pusieron algo de cerebro al incienso que anestesia las calles
sin remedio. El próximo año los palios deberían cobijar a otro tipo de santos y
pecadores.
Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney
Más info:
https://www.facebook.com/TheBrainsMTL
http://www.songkick.com/artists/508078-brains
http://www.reverbnation.com/thebrains
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