The Clams. Ambigú Axerquía. Córdoba, 23.7.14.
Hacer un festín íntimo tocando, y no de manera superficial,
unos cuantos clásicos de la soul music,
el funk, el rhythm and blues y otros géneros afluentes de la época dorada de la
música negra, cuando los sellos facturaban miles de copias y hasta los
escenarios más recónditos se llenaban de fieles devotos que se contoneaban y
casi llegaban al éxtasis en ocasiones. Conseguir que una terraza veraniega con
menos de un centenar de curiosos se convierta en eso, en un entregado entorno
para el recuerdo de unos temas que se hacen necesarios cada vez que alguien nos
los recuerda sobre un escenario. A estas seis mujeres aguerridas, fajadas en la
industria del “yo me lo guiso, yo me lo
como” y lo suficientemente pacientes para pasearse por toda la geografía
nacional haciendo del boca a oreja su principal atractivo, se les da especialmente
bien hacer de su background sonoro
una celebración diaria. En esta ocasión pudimos comprobarlo de primera mano.
Un trombón, una trompeta (la sección de vientos quedó coja
hace poco, pero tampoco se echan de menos las notas del saxo), un poderosísimo
bajo, una batería discreta pero efectiva, una guitarra que dosifica los punteos
y una voz, la de Aida, que conserva la esencia de Janis Joplin y el alma de
Dusty Springfield. Precisamente uno de los puntos fuertes de la primera parte
de su show fue ‘Son of a preacher man’, la canción con la que la británica
resucitó de las catacumbas del pop gracias a Quentin Tarantino y su vista para
incluirla en el reparto musical de ‘Pulp Fiction’. El pop vestido de negro (y
blanco, haciendo honor al uniforme, corbatas incluidos, que lucen las chicas) y
el rescate de himnos atemporales como ‘Hold on, I’m coming’ que los seminales
Sam & Dave tengan a la mayor gloria. The Clams saben que esto de hacer música
por el mero placer de hacerla es complicado a veces y por eso apelan al ‘Hard
to handle’ de Otis Redding como ejemplo de constancia y empecinamiento en el
trabajo bien hecho (después vuelven a él con una coqueta versión de ‘Can’t turn
you loose’). Y también al ‘Good woman’ de Barbara Lynn para reivindicarse y
plantar la merecida conciencia de clase. También se nota que se han encomendado
para tan ardua labor a ciertos dioses recurrentes, como Ray Charles, de quien
rescatan ‘I got a woman’ y la más obvia ‘Hit the road, Jack’, imprescindible en
el colofón de un recorrido que huele a grava, polvo y sudor. Por ahí se cuela
la grandísima Etta James para que ellas hagan suya la no menos grande ‘Something’s
got a hold on me’ y la enlacen con la sensualidad de ‘ I just wanna make love
to you’. Una fiesta, lo que decíamos.
Las de arriba y los de abajo interactúan, se aplauden
mutuamente y siguen a lo suyo. Las madrileñas exhiben ya un largo kilometraje
en el salpicadero de su maquinaria y lo demuestran incitando al baile
desinhibido y predicando con el ejemplo. Es el momento de incorporar una bomba
como ‘Lucille’ para que el respetable pierda cualquier tipo de respeto por sí
mismo y se mimetice con el entorno. El ambiente en la terraza del Ambigú Axerquía (perdonen la cuña pero sigue siendo nuestra sala favorita) justifica
el precio de la entrada y el mínimo esfuerzo de subir alguna que otra cuesta
para integrarse en este festival de jueves de verano. Hasta la temperatura
acompañaba, y el ‘Knock on wood’ sonó más soul
que nunca gracias a la conjunción Eddie Floyd-Amii Stewart con la que condensan
su tocata, obviamente más proclive a la tradición que a la discoteca. Así es
fácil hacer bises sin que apenas haga falta.
Después de la ‘Satisfaction’ que proporciona el haber pasado
una noche de lo más emocionante, abordan ‘Proud Mary’ como si Tina Turner las
estuviera dirigiendo desde su último paraíso fiscal y John Fogerty les dictara
el riff. Ya decíamos que no es
difícil disfrutar de esta manera. No sería justo que tantas abrumadoras
influencias oscurecieran el esfuerzo por componer temas propios de la misma
calaña. Esta vez sonaron ‘Yes she can do it’, ‘Take it and shake it’, ‘Gold’ y ‘Strong
and proud’, cualquiera de ellos perfectamente susceptible de formar parte de la
colección de gemas inolvidables, siempre desde la humildad, que The Clams (unas
“almejas” adorables, con perdón) pulen con la frecuencia deseable. Cuando te
vas de un concierto con la sensación de que la cosa aún podría haber dado más
de sí, no sabes si la señal es buena, pero preferimos pensar que sí. Mejor que
nos quedemos con ganas.
Escucha su disco aquí.
Próximos conciertos de The Clams:
28 AGOSTO – EVENTO PRIVADO
12 SEPTIEMBRE – INTRUSO BAR
19 SEPTIEMBRE – TERUEL
26 SEPTIEMBRE – DENIA
27 SEPTIEMBRE – EVENTO PRIVADO
Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney
0 Comentarios
¡Comparte tu opinión!
Esperamos tu comentario