Xoel López - Sala Hangar. Córdoba, 2.10.15
“La próxima vez
prometemos volver a Córdoba para tocar en un recinto más amplio, la verdad es
que no creíamos que fuera a venir tanta gente”, Xoel dixit. Y
efectivamente, al agotar las entradas días antes de su concierto en la capital
andaluza, otra vez propiciado por los inquietos melómanos de la Sala Hangar y como ya le ha venido sucediendo en varias paradas de esta gira, la
sorpresa de los que normalmente nos movemos en el desolador circuito de salas
fue poco menos que mayúscula. El músico tiene predicamento y es cierto que ha
grabado algunos discos notables, pero lo escueto del formato y la poca
predisposición habitual por acercarse a todo lo que huela a indie (aunque esto ya no lo sea tanto) o
a artista-fuera-del-circuito-de-estadios-y-pabellones no hacían presagiar tal éxito de audiencia.
Algo tendrá este agua cuando muchos la bendicen.
Atesora el gallego muchos y variados amaneramientos latinos
de reciente incorporación tras una estancia creativamente plena en Buenos Aires, ciudad de referencia a la que dedica una de las canciones más largas de
su última producción, y parece confiado en su poder de convocatoria con cada
letra que recita, cada sílaba que susurra y cada verso que junta. Mucho más
rico musicalmente a la vez que empalagoso en lo vocal (esta es la principal
razón por la que algunos, entre ellos el que suscribe esta crónica, no teníamos
muy claro si este era un bolo que mereciese realmente la pena) y siempre
pendiente del intercambio de alabanzas con su público, en esta serie de
conciertos se presenta con armónica, guitarras españolas y acústicas, ukelele y
piano, y recorre las piezas más fácilmente tarareables de su etapa bajo el
paraguas de Deluxe a la par que otras que nunca serán cantadas a coro más allá
de la segunda fila de acólitos. De estas, ‘Patagonia’ deja las cosas claras
respecto a por dónde van sus actuales movimientos, confirmados con un ‘Hombre
de ninguna parte’ que todos sabemos de dónde procede y estableciendo una terna
redonda con ‘Almas del norte’, una –hay que reconocerlo- más que hermosa
canción. Un poquito de son cubano y de rumba a medio bailar puntean las
versiones en directo, ajustadas con una mini pandereta al pie que marca el
compás con bastante más precisión de la que parece. Doble micrófono, en este
caso justificado para distinguir entre estrofas, coros y jaleos, y entrada de
lleno en los temas más monocordes de la citada etapa “edulcorada” en la que el
rock, y mucho menos el de carácter alternativo, apenas se cuela por la ventana
de su estudio.
Asegura que jamás renegará de su anterior disfraz, de la
piel que le provocó la actual mutación y de la que a duras penas consigue
desprenderse, sobre todo cuando maneja más de treinta temas entre los que
elegir los más adecuados para cada noche y entorno. Así, volvimos a escuchar el
eco íntimo de ‘Tendrás que hacerlo mejor’, insospechadamente dylaniana con esos aires de songwriter, y la fría intensidad de ‘Quemas’,
transformada en un traje a medida para unos imposibles Lole y Manuel modernos.
Pero también las coquetas cuerdas de ‘Tierra’ y ‘Reconstrucción’, con un
marcado carácter folk, tal vez lo que
nunca pretendió su creador que fueran originalmente. Ya lo hemos dicho antes,
Xoel López es un nombre real, corriente en su Galicia natal, pero muy diferente
en propuesta e intenciones. ‘De vino y espejos’ tampoco es de las más célebres,
pero consigue que la apuntemos para posteriores y más atentas escuchas. Y
cuando cambia la guitarra por las teclas, puede que el tramo menos destacable
de su directo, recupera ‘Antídoto’, ‘Caracoles’, ‘La boca del volcán’ y otros
himnos menores para conoisseurs a los
que sus formas no se les atraganten habitualmente como nos pasa a algunos
cuando el umbral de tolerancia se torna más bajo de lo aconsejable. Claro que
al final tenía que sonar ‘Que no’, quiera o no su autor, para que la cosa no
quede coja y todos salgan más o menos contentos.
La sorpresa, el extra que hace subir la nota, la puso un
norteamericano llamado Scott McLain al que López conoció, como miles de personas, vía youtube, y al que dio la oportunidad de
demostrar en piel humana lo que ya sabe hacer en la virtual. Y no fue poco,
todo sea dicho. Un gesto de humildad y admiración mutua que honra a un artista veterano
y –perdonen de nuevo que saquemos los pies del tiesto- regularmente
sobrevalorado. Lo mejor que podemos decir de la música de Xoel López es que
está muy bien hecha, compuesta a conciencia y con ánimo de supervivencia. Lo
peor, que muy a menudo se convierte en una nada bienintencionada con demasiados
altibajos y puede que también demasiadas pretensiones. Pero esto, claro, es
solo una opinión. Los que no la compartan, disfruten en directo de un músico
honesto y ocasionalmente brillante.
Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney
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