Dayna tiene
la discreta elegancia de la sencillez y la seguridad de que, sin artificios,
dispone de las herramientas suficientes como para llegar a un público que la
admira. Esas herramientas, una voz con personalidad y un conocimiento del folk
americano tan vasto que es suficiente para no necesitar más que una guitarra y
un fiel escudero a su lado, que lo mismo lo borda con la eléctrica que con la
mandolina, para crear un espectáculo lleno de belleza y sensibilidad.
Con una voz
profunda que, como buena cantante, sabe dosificar e ir de menos a más dejando
para el final las canciones más desgarradas, a la par que las que suponen un
mayor lucimiento para la artista de New Jersey.
El sonido,
impecable ayer por lo adecuado del formato, acústico y sin percusiones, para
una sala de pequeñas dimensiones y con la distribución que tiene la Polaroid,
ayudó mucho a disfrutar de uno de los mejores conciertos que se han escuchado
últimamente en las noches granadinas.
Se dirige en
inglés a un público que se esfuerza por comprender sus bromas y rÃe con ella y
con una humildad que la hacen aparecer como más grande de lo que es (en todos
los sentidos) para desgajar, poco a poco, un “Rise and Fall” que es nada menos
que su séptimo álbum de estudio aunque el primero que recoge los nuevos temas
de esta cantautora en los últimos cuatro años.
Contiene, este
álbum, las composiciones más Ãntimas y personales de los últimos años, tal como
ella misma dice “Estos temas fueron escritos a partir de los años más
tumultuosos, dolorosos, pero interesantes y maravillosos de mi vida”. Mucho de
amor, desamor, dolor y sentimientos a flor de piel, los mismos que hace nacer
en un público que, en la noche del viernes, asistieron en buen número a una Sala Polaroid que bien podÃa haber sido
anoche un club de carretera donde bailar hombro con hombro y compartir, como
Dayna compartió ayer con todos nosotros, lo más profundo de nosotros mismos.
FotografÃa: PerseFone
Más fotos en: PERSEFONE
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