Decir que José Guerrero (Alicante, 1979) es una parte esencial del underground valenciano es, ya a estas alturas, todo un topicazo. Algunos hasta dirían que él ES ese underground, pues en torno a su figura y sus proyectos se construye gran parte de lo que hoy se considera una de las escenas más vivas del panorama Español. 

No me atreveré yo a decir eso, pero no hay duda de que su participación en algunas de las bandas más exportables de estas tierras (Jupiter Lion, Cuello y Betunizer), unida a su faceta discográfica al frente de Mascarpone Records, le perfilan como elemento central de toda una cultura del "hazlo tú mismo" cada vez más vigente, así como referente para todos los que quieren hallar un camino en la música como ámbito profesional, más allá del amateurismo. 

Vaya, me veo obligado a utilizar otro topicazo: personaje inquieto. 

Pero es que en su caso, no podemos escapar de ciertas afirmaciones que persiguen, irremediablemente, a su figura. Y esto es así porque, referida a él, la palabra inquietud incluso queda corta. Más bien deberíamos usar la expresión "¿pero cuándo encuentra este tío tiempo para dormir?", porque su actividad no conoce descanso. Además de las actividades grupales y discográficas arriba citadas, Guerrero ha destapado con carácter individual dos nuevas facetas, por si algo se le había quedado en el tintero: Rastrejo es el seudónimo que utiliza para dar rienda suelta a sus ideas más locas, sus juegos experimentales con los drones y la electrónica; Y Segunda Persona, la vía para desnudar las canciones, hacer folk-punk de carácter más íntimo y personal, crudo y sin aditivos. 

Bajo esta "segunda persona", acaba de editar, en su propio sello Mascarpone, una primera referencia que supone un ejercicio de puro lo-fi, al estilo del Robert Pollard más alucinado. Una Zoom H2, una habitación con buena reverb y el rudimentario manejo de la más vieja de las versiones de Pro-Tools le bastan y sobran para ofrecer al mundo once canciones que viajan entre el desgañitamiento punk-folk y las texturas íntimas, para ofrecer un cuadro impresionista filtrado por esas letras tan de escritura automática que, sólo él sabrá cómo, acaban teniendo sentido para el que las escucha repetidas veces.

Como ya viene siendo habitual en todas las referencias Mascarpone, "Faro Sencillo" se edita en cassette, muy a tono con la tendencia actual que vienen ya tiempo imponiendo sellos americanos como el californiano Burger Records. Con él, pretende mostrarnos cómo llegan las canciones cuando son compuestas: desnudas de artificio; crudas, pero con suficiente alimento y sazón.

Con un talento supino para la melodía y la construcción de estructuras matemáticas que funcionan por sí mismas, sin necesidad de más elementos, lo que Guerrero va a presentar en el escenario del Deluxe Pop Club este viernes 26 de febrero es un compendio de lo que es él mismo. Todas sus facetas están presentes: lo hipnótico, lo experimental, lo intenso, lo furioso, lo surreal, lo íntimo, lo oscuro, lo luminoso, todo...

Podría haberlo hecho más bonito, mejor grabado, más acompañado, pulido, pero él, como siempre, prefiere adoptar riesgos y hacer lo que nadie haría. Y sus riesgos siempre acaban convertidos en faro, no lo olviden. Las palabras clave son: "¿por qué no?". No hay que pensárselo tanto, realmente, hay que HACER. De eso sabe un rato este hombre inquieto e importante. Este disco que acaba de parir es un claro ejemplo de ello y merece la pena verle interpretarlo. No falten, pues.