Carlos Sadness en Marquis Hotel (Granada) 08/07/2016


De esas cosas que pasan en Granada de vez en cuando, quizás porque es una ciudad que tiene su magia, la pasada semana apareció un mensaje en el Twitter de Carlos Sadness preguntando a sus seguidores por una terraza para hacer un acústico sorpresa en Granada. A partir de ahí, todo expectación y cientos de mensajes de respuesta reservando una de las pocas localidades del reducido aforo que se anunció.

El sitio se comunicaría el último día aunque, eso sí, se sabía que iba a ser una terraza en el centro de la ciudad y eso, siempre tiene su aliciente. No creo que haya una sola azotea en la ciudad de la Alhambra con malas vistas. El último día, para resolverla incógnita, se anunció que sería en la terraza de Marquis Hotel, en pleno Realejo granadino. Y así, mirando a la sierra, al atardecer, rodeado de un centenar de personas, Carlos Sadness apareció entre la densidad del público para situarse en el rincón que se había preparado para ellos y empezar una noche cercana y llena de música.

El artista, que venía directo desde el Weekend Beach y se dirigía a otro festival en Madrid, hizo esta parada en la ciudad para pasar una tarde distinta con sus muchos fans que, desde horas antes, ya hacían cola en la puerta del hotel, para asegurarse su entrada al concierto.

Con muchas ganas de hacer algo especial y diferente, Carlos Sadness comenzó un repertorio tranquilo pero con la alegría que caracteriza sus letras, rodeado de dos de los músicos de su banda y avisando al público de que cantaran bajito porque, al no estar amplificados, los de las últimas filas no iban a poder escucharle.

Se creó así, un ambiente ideal, con el público sentado alrededor de los músicos en el suelo, para compartir canciones llenas de frescura y alegría, como los comentarios que Carlos Sadness va metiendo entre tema y tema, con un público que iba cantando letras y estribillos, aunque bajito, y a veces más alto animados por el propio cantante, que así lo indicaba con las manos.

Un repertorio completísimo, de más de una hora, que daba comienzo con una canción que habían improvisado esa misma tarde en la habitación, a la vista del teléfono fijo de la misma y haciendo referencia precisamente a eso. Con canciones como “Miss Honolulú”, “Perseide”, “Sputnik”, “No vuelvas a Japón”, “Bikini” e incluso algunas que el público le pedía insistentemente, como “Qué electricidad”.


Durante esta última tuvimos la suerte de ver caer desde el cielo un enorme asteroide, una bola de fuego, que se deshizo en el cielo mientras Carlos Sadness terminaba su canción y volvía a cantar, esta vez como venida a pelo “Perseide”, con cambios improvisados en su letra, algo que suele hacer el artista con muy buena respuesta del público que suele asistir divertido a esos momentos de espontaneidad creativa.

Terminaba poco después, tras un par de bises pedidos con insistencia, un concierto especial, un cara a cara con la gente que le sigue especialmente en redes sociales, un concierto “secreto” que el último día fue un “secreto a voces” en vista del centenar de personas que se dieron cita en la terraza para disfrutar, más que de un concierto, de una experiencia refrescante para un mes de julio especialmente caluroso. 

Crónica: Redacción

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