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domingo, julio 03, 2016

Ojeando'16. Ojén (Málaga) 1 y 2/07/2016


Hoy por hoy, ir a un festival, para que merezca la pena, tiene que ser algo más que ir a escuchar una serie de grupos. Tiene que ser una experiencia. Y de eso, de hacerte vivir experiencias, saben bastante en Ojén (echad un vistazo al hashtag #ojenpuebloindie), un pueblo que se vuelca el primer fin de semana de julio, para recibir a una verdadera marea de indies que transforman por unos días el paisaje y las costumbres de este pintoresco pueblo malagueño.

A pesar de la sobre abundancia de festivales costeros, el Ojeando es uno de los que ha ido fidelizando público e incorporan nuevos adeptos que llegan hasta allí para disfrutar, no sólo de música, sino de un peculiar ambiente hecho a medida de quienes disfrutan este tipo de música. Una vez llegas a Ojén, sólo tienes que sumergirte en su dinámica y dejarte llevar, todo lo demás forma parte de una estupenda organización que, a pesar de que todo siempre se puede mejorar, hace  lo posible por facilitar la estancia a las miles de personas que van hasta allí para disfrutar de buena música y mejor ambiente.


El viernes, con las calles llenas a rebosar y muchas ganas de festival, tras la presentación del festival por parte de sus responsables en el escenario Plaza, el objetivo era llegar pronto para disfrutar del escenario Patio desde su apertura. Ésta, a cargo de los malagueños Hungry Butterfly, comenzó ya con fuerza y un público que iba llenando poco a poco el recinto para bailar desde las primeras horas de la noche junto a esta banda de electro indie formada por Paloma (MicroKorg, Microbrute, loop RC50, Guitarra, Bajo y Voz) y Armando (Electribe SX, Korg MS20, Sampler SP555, Guitarra y Voz) con todo el ritmo que imprime este dúo a sus conciertos.  


Tras ellos, primer llenazo de la noche con Carlos Sadness, que tuvo la suerte de protagonizar uno de los conciertos más frescos y divertidos del festival. El artista catalán, que enfoca sus actuaciones como un ejercicio de comunicación espontánea con su público. Y precisamente eso es lo que le sobra a cualquier actuación suya, siempre fresca y distendida.

Con un set list que contuvo todos sus éxitos, dedicatoria de “Miss Honolulu” a las instagramers que se hacen una foto con el grupo al fondo pero lo que menos importa es el grupo, que aparece generalmente pixelado e incluso momentos de improvisación de letras (dirigidas al señor de la guitarra en la terraza) para ilustrar la anécdota del robo y devolución de su ukelele, Carlos Sadness no utiliza complejas escenografías, sino el sencillo tú a tú entre público y artista.


Con una verdadera masa de gente que saltaba entre “Bikini”, “Perseide”, “Groenlandia” o “Qué electricidad”, entre anécdotas e incluso baño con pistola de agua con forma de gaviota (ya lo avisó en rrss con un “cuidado hoy en las primeras filas”) volviendo a dejar la sensación de que todos sus conciertos son demasiado cortos y que, al contrario de lo que suele ocurrir con otros artistas en los escenarios, no se le deja tiempo para bises, que se echaron en falta esa noche.


Lo que sí hizo es dejar el ambiente ya caldeado para que León Benavente se incorporaran en la cresta de la ola y arrasaran como un tsunami musical que puso la plaza literalmente boca abajo desde su “Tipo D” de su apertura hasta “Ser brigada”, que puso el cierre a un actuación con una fuerza imparable. Entre medias, una buena cantidad de temas de su segundo álbum sin dejar de lado algunos de sus otros “hits”, que prácticamente son todos los que ha compuesto hasta ahora una banda que, como Midas, convierten en oro todos los temas que tocan. Un segundo álbum que salió con fuerza y sigue arrasando y que el público ya se sabe y canta junto al grupo de memoria. Impresionante, como siempre, la fuerza y la energía que despliega Abraham Boba en el escenario.


Sin apenas espera entre grupo y grupo, aprovechando la inercia y el buen rollo de la gente, los irlandeses Delorentos hacían su aparición para seguir manteniendo alto el listón de calidad musical en una primera noche que tuvo, sin dudas, un cartel de lujo. Los dublineses llegaron, con un reducido vocabulario en español, con muchas ganas de comunicar y hacer bailar y está claro que para ello no les falta a esta banda, que lleva en los escenarios desde 2005 y que, desde entonces, no dejan de sacar temazo tras temazo. Y de esos llenaron el escenario Plaza pasadas las una y media de la madrugada porque, prácticamente todos los suyos pueden llevar este calificativo, con lo cual el baile y la interacción estuvieron asegurados durante algo más de una hora, que duró su actuación.

Una lástima que tras su intervención, el cambio de escenario para L.A. fuese lento y tedioso, dando lugar a que la gente se dispersara bastante aunque luego volviesen a pie de escenario cuando por fin estuvo listo para disfrutar de la estupenda voz de Luís Alberto Segura, uno de los grandes vocalistas de las bandas actuales. El grupo, inmerso en su Ocean Tours, volvió a hacernos disfrutar con un repertorio bien elegido para cerrar la noche.


Aunque realmente no se cerraba ahí, sino que suponía un punto y aparte para dar paso a Elyella Djs, que fueron los encargados de poner el ritmo y el ambiente de fiesta a una noche que había dado ya mucho de sí y que siguió sonando hasta que el confeti inundó la plaza para poner el punto final a la primera e intensísima noche del Ojeando’2016.


Entre una jornada y la siguiente, la fiesta sigue en la Pool Party de la piscina municipal, junto a la zona de acampada del festival, con Ley Dj y muchas ganas de marcha dentro y fuera del agua puso el toque fresco a un calurosísimo día que sólo se hacía llevadero poniéndose a remojo. 


Para la segunda noche el ambiente, la calle, y en esta ocasión el escenario Plaza, se llenó de Amor. Un amor que, como dicen Trèpat, está en la calle. Los granadinos fueron los encargados de una apertura llena de torturas en los bares y de esa intensidad oscura que llena el último trabajo de los granadinos. Un grupo que evoluciona en una línea cada vez más personal pero sobre todo coherente con la puesta en escena de los temas, en los que Juanlu, su vocalista, se muestra cada vez más interactivo a la hora de llevar a cabo su personal performance con la que acompaña las letras.


También desde Granada, la siguiente en salir a escena, Soleá Morente, con esa banda de lujo en la que escuchamos también a JJ Machuca al teclado, Antonio Arias al bajo, Miguel Martín a la guitarra o Fernando Olmedo (Mafo) a la batería. La pequeña de los Morente, que presentó disco hace unos meses, bajo el título de “Tendrá que haber un camino”, como claro homenaje a su padre, abrió su actuación con “La ciudad de los gitanos” con un repertorio que por supuesto incluyó también su “Nochecita Sanjuanera”, temas que le están funcionando especialmente bien en este trabajo.

Y, como el escenario Plaza no es el único del que se puede disfrutar en Ojén, llegaba a esas hora el momento de cambiar de lugar y desplazarnos hasta el escenario Plaza, donde se alternan bandas de distintos estilos y desigual calidad donde puedes encontrarte un poco de todo y entre lo mejorcito del escenario, la primera noche pusieron ritmo a la noche Harakiri Beach y la segunda pudimos disfrutar de Glaciar, un grupo de esos que, literalmente, hacen que se te erice la piel en temas como “Leitmotiv”, que formó parte del trabajo con el que la banda ganó el Málaga Crea Rock hace un par de años. La banda, que sigue teniendo un gran sonido y un cantante con un registro vocal impresionante, demostró que se merecen sobradamente abrir el escenario Plaza en alguna de las ediciones del festival.


De vuelta al Plaza, Full enfocaban la recta final de su concierto, una lástima que no se pueda estar en todos los escenarios a la vez y tener que elegir de vez en cuando. El grupo, en su línea habitual, dejaban alto el listón y a un público con muchas ganas de fiesta a esas horas de la noche.


Una fiesta que llegó a su momento álgido con la aparición estelar de Supersubmarina. El grupo jienense, que está en uno de sus mejores momentos, ejerció de cabeza de cartel con una puesta en escena a la altura de las circunstancias y un repertorio que prácticamente no dejó atrás ninguno de los temas que todo el mundo esperaba escuchar en la noche. A esta altura ya son muchos los que se han convertido en imprescindibles en su set list pero sin dudas, entre los más esperados estuvieron “Viento de cara”, “Ana”, “De las dudas infinitas”, “LN Granada”, “Arena y sal” y tantos otros temas que no pueden dejar atrás.

Temas coreados e incluso bailados por un público tan entregado como el propio grupo, que se mostró cercano y con ganas de hacer participar a la gente de su espectáculo, con un repaso bastante completo de todos los trabajos de la banda y la actitud de banda grande, de esas que saben cómo hacer disfrutar de verdad al público, con el que llegaron a una verdadero éxtasis en algunos momentos.


Y con ese buen rollo en el ambiente, bien pasadas las tres y media de la madrugada, llegaba el turno a una espectacular Javiera Mena que supo crear un ambiente festivo propio de esas horas en las que la noche aún es joven hasta que We are no Djs tomaron el relevo para llevarnos casi hasta ver amanecer, a pesar de que la tormenta veraniega desluciera el decorado y sumara dificultades a su puesta en escena, en ese pueblo indie en el que se duerme poco y se baila mucho. Nos quedó por visitar, (por imposibilidad para triplicarnos) un escenario Molino en el que nos consta que también hubo muy buen ambiente.


Todo ello gracias a este festival que, nuevamente, colgó el sold out durante la segunda noche y que ya se prepara para una nueva edición, que volverá a cambiar, el próximo verano, la tranquilidad de los montes malagueños por la marcha y la diversión que inundan sus calles durante un fin de semana al año en el que se ganan ese apelativo de pueblo indie. 

Crónica: Redacción 
Fotos: J.M. Grimaldi

Más fotos en: OJEANDO-FESTIVAL OJÉN

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