Vida Festival - Masia d'en Cabanyes. Vilanova i la GeltrĂș, 1 y 2/7/16

Tras las dos jornadas principales de la tercera ediciĂłn del Vida Festival, podemos afirmar sin gĂ©nero de dudas que la apuesta por un cartel compensado, de nombres contundentes tanto del panorama nacional como del internacional, mĂĄs un entorno excelentemente cuidado diseñado pensando en el pĂșblico asistente, es la fĂłrmula magistral que asegura el Ă©xito de un festival. 

La coincidencia entre ambos factores no es tan habitual, ni al parecer tan lĂłgica, como podrĂ­a parecer. Sin embargo, propuestas como la del Vida demuestran que otro tipo de festival es posible, y que el respeto al pĂșblico es recompensado con una respuesta que va creciendo ediciĂłn tras ediciĂłn, consolidĂĄndolo entre el panorama veraniego. MĂĄs allĂĄ de una apuesta de ocio vacacional “alternativo” y de bajo coste, nos encontramos con un evento cultural en el que no existen vaguedades ni simples metĂĄforas para cubrir el expediente, ni un cartel de grandes reclamos saturado de nombres de relleno repetidos hasta la saciedad. 

No es necesaria la gran maquinaria mediĂĄtica, ni las luces de neĂłn, cuando se cree firmemente en un concepto de festival respetuoso con la mĂșsica (que, al fin y al cabo, es la gran protagonista) y abonado a ofrecer un producto de calidad.

Tras la jornada de apertura, el viernes comenzĂĄbamos con Villagers. Los irlandeses, liderados por Conor O´Brien, vienen precedidos por una corta carrera pero con el añadido del Mercury Prize por su ĂĄlbum de debut, “Becoming a Jackal”. 

Tras grabar este año un delicado disco de versiones acĂșsticas de sus temas en RAK Studios (“Where Have You Been All my Life”), la oportunidad de escuchar sus temas en elĂ©ctrico era muy esperada, y no pierden un ĂĄpice de esa sensibilidad sobre el escenario. Temas como “The Pact - I´ll be your Fever” y, sobre todo, “Hot Scary Summer” o “The Waves” conjugan toda la solidez de una banda aun joven que juega entre delicadas atmĂłsferas folk de consumo para todos los pĂșblicos y que ganarĂ­a enteros si recrudeciera mĂ­nimamente su sonido.

Manel son en la actualidad un gran reclamo para el pĂșblico; tras pasar por citas tan opuestas como Primavera Sound y Festival de les Arts, quizĂĄ es el festival de mediano formato el que mĂĄs se ajusta a su propuesta amable y desprovista de artificios. Aun sin entender el reclamo de los catalanes en el directo, pues carecen de pegada y no reflejan la calidad de sus discos, el Ă©xito de convocatoria estĂĄ siendo de tal envergadura que igualan en respuesta a muchos supuestos cabezas de cartel. Semejante falta de intensidad fue compensada con creces por los barceloneses Za! en el escenario La Cova. El dĂșo formado por Pau RodrĂ­guez y Eduard Pou maneja el directo como una carrera de caballos desbocados llena de ruidismo, en una especie de batidora sĂłnica en la que cabe todo lo imaginable y en la que la mĂșsica se licĂșa taladrando cualquier neurona que se deje caer por los alrededores. 

De un extremo a otro, el escenario La MasĂ­a (supuestamente el segundo en el escalafĂłn, aunque acogiera los conciertos a priori mĂĄs atrayentes) presentaba a Unknown Mortal Orchestra. Su mezcla de estilos, sobresaliendo en esa hornada de grupos de pop-rock mĂĄs o menos bailable gracias a la exacta dosificaciĂłn de psicodelia, garage, R&B e incluso funk, produjo una de las propuestas mĂĄs interesantes del viernes. Temas como “Multi-Love” (del excelente disco del mismo nombre) o “From the Sun” dan una idea de los extremos por los que se mueve la banda de Ruban Nielson. 

El escenario Estrella Damm acogĂ­a a Wilco, los mĂĄs esperados de la noche; Jeff Tweedy, John Stirrat, Pat Sansone, Nels Cline, Glenn Kotche y Mikael Jorgensen forman uno de los colectivos musicales mĂĄs compactos de la actualidad, y aunque la apariciĂłn por sorpresa de “Star Wars” no estĂĄ ni mucho menos a la altura de su carrera, poseen un repertorio difĂ­cil de igualar. 

DemostraciĂłn inapelable de ello fue la colecciĂłn de temas que hicieron que aquello se convirtiera en un concierto memorable para los miles de seguidores acĂ©rrimos de la banda que allĂ­ se reunĂ­an. Pocas sorpresas y ningĂșn salto en el guiĂłn (cayĂł, como no, “Impossible Germany” y el orgĂĄsmico solo de Nels Cline) pero solidez brutal y una calidad a la que pocos pueden aspirar. Por citar algunos, un Jeff Tweedy radiante y en plena forma (flanqueado en todo momento, como no, por John Stirrat) desgranĂł temas como “Handshake Drugs”, “Jesus, etc.”, “Via Chicago”, “Kamera” o una increĂ­ble “Spiders (Kidsmoke)”. Y, aunque reconocemos ser en este aspecto totalmente subjetivos, probablemente tuvimos la ocasiĂłn de ver una de las mejores bandas de los Ășltimos 20 años. 

Tras pasarnos por la tralla de TriĂĄngulo de Amor Bizarro, con su contundencia habitual, y unos Bengala que se encargaron de dejar el panorama zaragozano en su punto ĂĄlgido (versiĂłn de El Niño Gusano incluida) en La Cabaña, Delorean cerraban el Estrella Damm presentando “Muzik”, su Ășltimo trabajo. Aunque personalmente me quedĂ© en el ep “Ayrton Senna” y en “Subiza”, los vascos han afilado una propuesta que escora a la electrĂłnica mĂĄs elegante y sinuosa. 

El sĂĄbado fue sin duda la mejor jornada del festival, con un cartel tremendamente atractivo y eclĂ©ctico, comenzando por la presencia de Niño de Elche en La MasĂ­a. Romper barreras en cualquiera de los palos de la mĂșsica popular y afrontarlos a un pĂșblico poco acostumbrado a priori a esos sonidos suele ser acicate para el Ă©xito de crĂ­tica y el consecuente moderneo ĂĄvido de consumir nuevos sonidos. 

La propuesta del Niño de Elche no puede dejar indiferente a nadie, incluso a los nada asiduos al flamenco, por sus letras vitriĂłlicas, la conjugaciĂłn de ritmos y estilos en principio inmiscibles y su carisma indiscutible. “PorciĂłn del Enemigo”, de Enrique FalcĂłn en mano, declamando en una performance sin artificios pero que deja al pĂșblico clavado mientras una llave inglesa rasguea las cuerdas de una guitarra. Aplausos clavados cuando salta la polĂ­tica a escena (“Informe para Costa Rica”, “El Comunista”), la cruel ironĂ­a hacia la sociedad en la que vivimos e incluso la apologĂ­a ecolĂĄlica de la enfermedad mental hicieron de este concierto la propuesta mĂĄs sorprendente del festival. Para el año que viene, apuesto por un revival de Martirio.


Antes, en el Vaixell, el singular escenario situado en El Bosque y que en muchas ocasiones se quedaba pequeño, Nacho Umbert y Raul Refree presentaron de nuevo las canciones que conforman las historias de vida de “Familia”. No es la primera vez que escribo sobre las excelencias del catalĂĄn y la gran obra que ha firmado, que le convierte en una de las figuras sobresalientes del panorama nacional. Solo decir que escuchar el ĂĄlbum de familia de Umbert, acompañado de un Refree mĂĄs comedido de lo habitual a la guitarra en un entorno como este solo puede definirse como una experiencia mĂĄgica. 

Basia Bulat se subĂ­a a la misma barca para presentar su Ășltimo disco, “Good Advice”, y Balthazar demostraron en La MasĂ­a que, mĂĄs allĂĄ del apreciable “Rats”, en directo les sobran buenas intenciones y quemar cartuchos demasiado pronto. AĂșn pudimos disfrutar unos minutos de Doble Pletina (serĂĄ en otra ocasiĂłn, con mĂĄs calma) para dirigir nuestros pasos de nuevo al escenario grande y a The Divine Comedy

El ahora proyecto unipersonal de Neil Hannon destilĂł elegancia british sobre el escenario, pajarita incluida, desgranando algĂșn tema de su inminente nuevo disco, “Foreverland”, y el esperado revival de su repertorio mĂĄs clĂĄsico. 

Las hechuras de crooner vienen a la medida del irlandĂ©s, destilando pop barroco con exquisitos arreglos como en “Generation Sex”, “Funny Peculiar” o ese intermezzo-homenaje a “Crazy Little Thing Called Love”, mandolina en mano. Sin embargo, y a pesar de lo preciosista del concierto, se hacĂ­a difĂ­cil conectar para los no iniciados, en bĂșsqueda de emociones mĂĄs intensas que llegarĂ­an algo mĂĄs tarde. 

A continuaciĂłn Nada Surf darĂ­an uno de los conciertos mĂĄs sĂłlidos del festival, con una formaciĂłn vintage en la que faltaba Doug Gillard, su nuevo guitarrista (perdido entre vuelos y conexiones) y en el que repasaron un repertorio que hizo las delicias del pĂșblico. 

Con un Dani Lorca conectado con el respetable nacional, y Matthew Caws como frontman indispensable, clĂĄsicos como “Popular”, “Always Love” o “See these Bones” junto a temas de su apreciable Ășltimo trabajo tales como “Friend Hospital” o “Cold to See Clear”, marcaron un concierto sobresaliente, como es habitual, con la contundencia y todo el power pop de marcadas guitarras que se gastan los neoyorkinos. Una apuesta segura, siempre. 

La sombra de “K” y de los 90 es alargada todavĂ­a, y para demostrarlo no hay mĂĄs que recordar a Kula Shaker sobre el escenario principal de Vida Festival. El enĂ©simo retorno de la banda de Crispian Mills, incluido nuevo trabajo y gira europea, refuerza, a pesar de que la edad a veces no perdone, el retorno progresivo de la neopsicodelia al panorama rock actual. 

Nada que objetar a un concierto correcto en el que no podĂ­an faltar “Hush” o “Hey Dude” y que a mĂĄs de uno nos llevĂł a un retorno momentĂĄneo a la adolescencia. 

AĂșn tuvimos tiempo de sumergirnos en la marabunta para sufrir algĂșn que otro pogo desmedido con la que liaron Perro en La Cabaña, que se quedaba pequeña para la explosiĂłn de los murcianos. A pesar de las incontables ocasiones en las que los hemos visto en directo, es inevitable pensar que a cada concierto crecen un poco mĂĄs, en esa escala gozosa de punk, hardcore y math rock hispano que les estĂĄ haciendo llegar a un pĂșblico en principio sorprendente. Sobre pogos y ademĂĄs estrecheces, en La Cova con un Joe CrepĂșsculo al que el escenario se le quedaba pequeño ante un pĂșblico que huĂ­a de electrĂłnicas forĂĄneas para sumergirse en el tecno pop de melodĂ­as fĂĄciles del barcelonĂ©s. 

Y para terminar, !!! (o lo que es lo mismo, Chk Chk Chk) despertaron al pĂșblico que aun seguĂ­a en pie (excepto a aquellos que dormĂ­an por los rincones del festival, pero eso ya es otra historia) a base de una locura frenĂ©tica sobre el escenario que Nic Offer maneja con una hiperactividad ciertamente contagiosa. 

Las miradas se fijan inevitablemente en su discurrir de estrella disco, acompañado por una Shannon Funches de voz esplendorosa y unos careos entre ambos a lo B-52´s tan vertiginosos que no dan tiempo material para digerir la explosiĂłn de dance y funk de alta tensiĂłn que se vive sobre el escenario. 

Un punto final para el festival con el que los que aguantaron hasta el final (presumimos que el pĂșblico familiar, con una apreciable oferta, harĂ­a mucho rato que se habĂ­a retirado a entornos mĂĄs tranquilos) dieron el broche ĂĄlgido a un cita que el año que viene contarĂĄ con la presencia de Real Estate y La Casa Azul como anticipo de un cartel que se presume continuarĂĄ con el alto nivel de la ediciĂłn de este año.

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