Ir a un concierto de Sidonie
es como ir a la fiesta de unos amigos. Eres público, pero el grupo sale al
escenario y consigue que no te sientas público, sino un colega de toda la vida,
partícipe del sarao desde los primeros acordes. Y es que realmente estábamos en
una fiesta, la de aniversario de la Sala
Tren, ahí es nada.
Esos primeros acordes ya fueron el sábado toda una
declaración de intenciones con “Os queremos”, un tema con el que literalmente “lo
petaron” porque no hubo lugar de terminar el tema cuando se fue la luz en todo
el recinto y les dejaba a oscuras y sin sonido. Y claro ¿qué hacen unos “colegas”
cuando se les va la luz en el escenario? pues lo que hicieron ellos con esa gracia
especial que tienen todos los miembros del grupo y esas tablas para resolver
cualquier imprevisto, bajarse con la acústica a pie de sala y cantar con la
gente, a quienes se escuchaba más que a ellos incluso, ese “El peor grupo del
mundo” con el que han demostrado no tener complejo alguno, pocos grupos
titularían así su trabajo.
Pero para este potente tándem formado por Marc Ros, Jes Senra y Axel Pi son mucho
más que una banda al uso ni una banda encabezada por un showman, sino una
showband al completo, un grupo con capacidad hacer verdaderos himnos al pop y
levantar no sólo a un festival, sino a cualquier sala que se les ponga por
delante. Y, si ya de por sí, este sensual trío es suficientemente llamativo y
descarado, si le unimos la incorporación de Edu Martínez (teclados) y Víctor
Valiente (guitarra), tenemos una verdadera orgía de sonidos.
De su ya amplia discografía sonaron esos hit que no sólo
levantan al personal, sino que lo meten
de lleno en una fiesta sin fin con “Costa Azul”, “Sierra y Canadá”, “Siglo XX”,
“La crema”, “No sé dibujar un perro” (versión original subtitulada) y volver a
la euforia colectiva repitiendo, esta vez en eléctrico “EPGDM” para deslizarse,
tras varios temas más, a esas “Carreteras infinitas” por las que transitan con
su pop y su actitud irreverente.
En este disco, quizás el más sincero de su carrera, han
aprendido a cantarle a la propia música, a hacer temas sobre temas e incluso a
tocar las maracas ¡sin manos! (ver para creer) todo ello en la línea de esas
demostraciones de afecto que tienen los miembros del grupo entre sí, sin rehuir
de besarse o acariciarse juguetonamente o dejarse tocar por un público entre
los que alguna chica afirmaba al final “tío, tío, que le he tocado el culo”.
Suponemos que esa cercanía debió producirse cuando Marc,
como viene haciendo desde hace tiempo en sus conciertos, se paseó a hombros
entre el público cantando “Un día de mierda” mientras más de una pizza se quema
en el horno a esas horas y vuelven a dejarnos “Fascinado”(s) antes de “El
incendio”. Tres melocotonazos que hacen que los bises sean, otra vez, uno de
los mejores momentos de la noche.
Y ya sí, llegaba el momento de la despedida, aunque ninguno
queríamos abandonar la sala e intuíamos que algo estaba por llegar. Faltaba un
tema. Todos sabíamos que faltaba “ese tema” y con un Marc situado al filo del
escenario la pregunta lo dijo todo “Granada! Estáis ahí?”
Sí, estábamos ahí. Ellos estaban también ahí. El público estaba
ahí. Hubo un todo, una masa, un conjunto de voces gritando a la vez, afinadas
(como bien dice Marc, será el aire o el agua pero en Granada la gente canta
afinado). Estábamos TODOS AHÍ para recibir la lluvia de confeti blanco que cayó
sobre nosotros para indicar que había llegado el fin de fiesta (o no). Con
ellos nunca se sabe.
Crónica y fotos: María Villa
Más fotos en: Alquimia Sonora SIDONIE
0 Comentarios
¡Comparte tu opinión!
Esperamos tu comentario