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martes, enero 10, 2017

Y al año, Lázaro resucitó.

Parece ayer y todavía es demasiado duro para asimilarlo, pero Bowie hace un año que no está. Un año en el que no ha dejado de ser reivindicado, alabado y llorado, como sólo los huérfanos lloran a los padres.

Por si no fuera ya bastante la vuelta al trabajo y la fría realidad del invierno laboral tras el espejismo navideño, el día 10 de enero de 2016 nos trajo el tiro de gracia. La noticia de la muerte de quizá el mayor referente de la cultura popular desde que The Beatles dejaron de hablarse era el mayor de los jarros de agua fría. Todos congelados: de sopetón, Bowie ya no estaba. Y eso que llevaba unos años inquieto, tras un largo retiro al silencio de su apartamento de Manhattan. Había sacado su primer disco en muchos años, un "The next day" (2013) que reivindicaba con solvente brillantez la mayoría de sus facetas como músico. Además de ello, un recopilatorio -"Nothing has changed"(2015)- que contenía una canción nueva, presagio de su próximo álbum, que llegaría el mismo día de su 69 cumpleaños (8 de enero). Claro, ahora se explica tal ritmo frenético de trabajo...

Tuve la suerte de poder reseñar "Blackstar" justo la noche antes de que a todos nos enmudeciera la noticia de que a David le había finalmente derrotado el cáncer que le acechaba. Nos dejaba a todos huérfanos y llorando como sólo se llora al mejor de los padres. Porque en cierto modo lo era, era el padre de todo aquél que ha abierto sus oídos y asumido la aventura de abrazar la música desde una perspectiva libre.

Y digo que tuve la suerte de que mi reseña llegara antes de esa trágica circunstancia porque eso me ayudó a ser más objetivo y honesto con lo que realmente pensaba de un disco al que a posteriori (y a mi juicio) se le ha dado una sobredimensión que si no fuera por las circunstancias que rodearon su aparición, así como de todo el aparato de marketing (en eso sí que lo podemos calificar de obra maestra) que lo arropaba y las referencias ocultas que aún hoy siguen saliendo a la luz en su revolucionaria portada, creo que no se le hubiera dado. Ha copado absolutamente todas las listas habidas y por haber, lo cual tampoco está mal, pero bueno, creo que viene por lo que viene y también hay que decirlo.

Bowie sabía que se moría y quería dejarnos con la mejor y más impresionante de las despedidas. Lo consiguió, pues, aunque en mi opinión, sólo a medias. Pero no sólo eso: también quiso que su sombra fuera tan alargada como siempre lo había sido, como un legado como el suyo merecía. Por eso se preocupó de dejar grabado el suficiente material como para que fueran apareciendo paulatinamente nuevos ofrecimientos discográficos cada cierto tiempo. Algo que podíamos incluso esperar, sobre todo por parte de alguien tan conocedor de los entresijos del show buissiness, que se adelantaba siempre a su dictado. Su desaparición no iba a ser un obstáculo para sus planes y por ello ayer, justo en el día de su cumpleaños y a un año vista de la aparición del laureado "Blackstar" aparecía "No plan EP", disco con cuatro temas, tres de ellos inéditos de las sesiones de grabación de su último trabajo largo. Junto a la atmosférica canción titular, están la ya conocida "Lazarus" (¿alegoría de resurrección?) y dos más desconocidas hasta la fecha: la guitarrera y vanguardista "Killing a little time" y la más pop "When I met you"

Dada la calidad de estas canciones, no podemos hablar de descartes, si no de piezas de un puzzle que cada vez adquiere más coherencia. Se desconoce la magnitud de las grabaciones que Bowie dejó listas para ir siendo lanzadas, seguramente siguiendo los dictados de un plan cuidadosamente trazado. Estas tres nuevas canciones sin duda añaden calidad al conjunto que configuraba el disco de la estrella negra. Lo engrandecen y le dan más coherencia. Quién sabe a dónde nos llevará esto y con qué nos encontraremos en el futuro.


Lo que sí es seguro es que la vigencia del duque blanco a día de hoy es total. Como si no hubiera desaparecido: se habla de él en todas partes, se preparan exposiciones retrospectivas, se estrenan documentales (también el día de su cumpleaños, la BBC ofrecía "The last five years", un film magnífico sobre sus últimos años de carrera) y claro, los homenajes se multiplican. El más sonado, por supuesto, es el que se celebró, también el 8 de enero, en el auditorio O2 del barrio londinense donde naciera el homenajeado, Brixton. En él, la banda que tocó junto a Bowie en su último tour (2003) unió fuerzas a grandes celebridades como Gary Oldman (que orquestó el evento), Simon Le Bon, La Roux, Joe Elliott o Tony Hadley, de Spandau Ballet, para celebrar la memoria del maestro en su 70 cumpleaños. 

Por supuesto, nuestro país no podía ser menos: también se han programado, en las principales ciudades de España homenajes perpetrados en cada una por prominentes músicos. En Madrid, en el Real Jardín Botánico Alfonso XII ya tuvo lugar Juntémonos con Bowie, en el que participaron gente como Annie B. Sweet, Zahara, Maika Makowski, Julio de La Rosa o Pucho de Vetusta Morla entre muchos otros.

A un año de su muerte, en Barcelona esta misma noche (10 de enero) se celebra "The stars look very different today", concierto que en la Sala Razzmatazz 1 estará juntando a gente como Glaucs, Stand Up Against Heart Crime, Gerard Quintana & Oest de Franc, Ruben Pozo, Seward + Henry D'Arthenay (La Vida Boheme), Inspira & Sr Canario, Lav Records All Stars, Luis Miguélez, San Leon, Warsun + Julián Saldarriaga (Love of Lesbian), Mariona Aupí, Elefantes, David Amills & Jaume Vilaseca, Santos, Àlex Torio & Friends, Empar Moliner, Brennevin N’Cigarettes, Jose Bartlett, Oblique & Carlos Bayona, Tori Sparks con Calamento y El Rubio, Ramon Aragall, Conttra, Suite Blackstars, Minova y Les Skeletas.

Y en Valencia: dos homenajes. El primero tendrá lugar este mismo sábado 14 de eneor, en la Sala 16 Toneladas, bajo la denominación "Bowie-naje". En él participarán gente como Alex Vidal, Antonio Tono, Dani Cardona, FerLLobat, Gilberto Aubán, Jaime Llorens, Marta Domingo, Miguel Matallín, NandoVidagany, Profesor Palanca, Rafa Vicente, Rebeca Ibañez, RemiCarreres, Samuel Reina, Víctor Jiménez y algún invitado sorpresa.

Y algo más tarde, en la Sala Russafa y orquestado por el gran Remi Carreres (Glammour, Comité Cisne, Coleccionistas) el llamado "Proyecto Blackstar", en el que éste, junto a Samuel Reina, Pablo "Andreas" Pérez y Dani Cardona darán una lectura personal del último disco del cantante, acompañado todo ello de proyecciones audiovisuales y más sorpresas, en un evento que promete ser tan original como portentoso.

Todo lo cual no hace sino demostrar que David Bowie, al final ha sido un genio hasta para eso: lograr el imposible de burlar a la muerte. Nos ha enseñado a todos que el legado de uno puede ser tan largo, duradero y vigente como se quiera. Que si alguien se lo propone, puede resucitar como Lázaro y estar de nuevo con nosotros. Algo más por lo que estar agradecidos a este monstruo, este gigante del cual ni siquiera hoy se entiende claramente el verdadero alcance de su importancia e influencia. Jamás en el arte existió alguien tan indispensable, tan insondable, tan imponente. Pero se empeña y se empeña en impedirnos llorar su pérdida. El Camaleón sigue a nuestro lado, señalando el camino.

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