Ahí donde le veis, seguro y con mucho empaque sobre el escenario,
Quique González es el último kamikaze del rock, un músico, como dirían en las américas, hecho a sí mismo, que un día tomó la decisión de cambiar su vida y hacerse músico, así como si fuese una andadura fácil. Hace ya casi veinte años de aquello y el tópico de “ha llovido mucho” desde entonces se puede aplicar aquí sin problemas, veinte años dan para muchas lluvias y muchos discos, diez sin contar singles y recopilatorios.
Una trayectoria en la que no sólo se ha rodeado de los mejores artistas (Enrique Urquijo, José Ignacio Lapido, Rebeca Jiménez, Iván Ferreiro, Jorge Drexler, Miguel Ríos…) sino que ha conseguido hacer verdaderos himnos desde sus canciones. Temas por los que no pasan los años ni los discos y se siguen coreando en cada uno de sus conciertos.
Así ocurrió, un poco “por lo bajini”, porque el formato teatro se prestó mucho a una escenografía de lo más lucido pero poco a demostrar el fervor y la entrega de un público que, en festivales, suele dejarse la garganta cantando “Su día libre”, “Tenía que decírtelo”, “De haberlo sabido”, “Aunque tú no lo sepas”, “Pequeño rock and roll” o “Vidas cruzadas”, entre otros muchos que cualquier fan de pro de
Quique González se saben de principio a fin.
Ahora recorre escenarios con una banda de lujo,
Los Detectives y una compañera de escenario con una voz maravillosa,
Nina (Morgan) que no sólo canta un temazo como “Charo” con él, sino que se ocupa de los coros y canta maravillosamente ese “De haberlo sabido” que fue compuesto para voz femenina y que también ha cantado Rebeca Jiménez tan estupendamente como la propia
Nina el pasado jueves en el
Auditorio de la Villa de Salobreña con un lleno completo y las entradas agotadas dos días antes.
Aprovechando su presencia,
Quique González instó a Nina a cantar “Volver”, un tema propio, en el que se acompañó con el piano para sorprender a quienes aún no la conocían y seguro que a partir de ahora no la pierden de vista.
La puesta en escena, teatral pero comedida, marco perfecto para acoger una actuación brillante y bien estructurada en la que el artista madrileño nada menos que veintitrés temazos imprescindibles para conocer su trayectoria o introducirse en ella. No en vano Quique es uno de los músicos actuales que hay que conocer si se quiere entender lo que se mueve en los escenarios nacionales. Un artista que ya no se queda en las salas, terreno en el que siempre se ha movido como pez en el agua, sino que se ha introducido en el circuito festivalero, con todo lo que ello conlleva en cuanto a posibilidades de que te vea mucha más gente en una sola actuación y eso se está notando.
Momentos llenos de sentimiento al cantar “Aunque tú no lo sepas” en el que recordó a Enrique Urquijo, para quien fue compuesto y que dedicó a Luís García Montero, autor del poema en el que está inspirada la canción. Y, por supuesto, no faltaron en su setlist temas como “Kamikazes enamorados”, “Salitre”, “Avería y redención”, “Conserjes de barrio” ni “Dallas Memphis”, todo un catálogo, un recopilatorio en directo de un músico imprescindible con capacidad para dejar a todo el auditorio pegado de la emoción a los asientos.
Crónica: María Villa
Fotos: JJ García
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