Mucho arte, por todos lados, en las paredes, en el recinto, en las distintas salas, especialmente en la que acoge “La salida de la familia de Boabdil de la Alhambra” de Gómez Moreno, ante el que, al llegar, encontramos situadas tres sillas, una destinada a acoger a Manuel Sánchez, la persona encargada de hacer una semblanza de la vida musical de Pedro de Dios, cantante y guitarrista de Guadalupe Plata. Aunque, decir eso, es obviar que es uno de los bluesman más rompedores que ha dado el sur del Guadalquivir, aunque bien podía haber sido el del Mississippi.
En la otra, obviamente, el propio Pedro de Dios y una tercera sobre la que un gato (mecánico) blanco, reposaba ante un pequeño pero matón ampli desde el que se desgarró la señal de una de las guitarras más expresivas que se pueden escuchar actualmente sobre los escenarios.
Los gatos, el diablo, las calaveras (México ya había influido a Guadalupe Plata antes de pisar su tierra), como símbolos omnipresentes en las letras que planean entre el delta y los olivares de una ciudad tan artística como es Úbeda, lugar que vio nacer a Pedro de Dios y que sirvió de escenario para sus primeros pasos artísticos.
La sala, llena antes de empezar, siguió acogiendo gente durante la celebración del concierto hasta llegar a completar el aforo. Un público que sabía qué iba a escuchar y otra parte del mismo que asistió con curiosidad al acto, siempre único, de descubrir un personaje con tanta personalidad y tanto que contar de sí mismo a pesar de su juventud. De una orquesta allá por tierras gallegas a un sinfín de grupos (a Pedro de Dios le vi por primera vez con “Los Malignos”, no con Guadalupe) por los que el músico ha ido pasando en su vida profesional teniendo claro en todo momento que experimentar con la seis cuerdas debía ser parte de su discurso artístico y que el blues debía ser el punto de partida y luego el de inflexión sobre el que desarrollar sus composiciones. Tantos grupos que alguno incluso fue definido por él, con muy buen humor, como su futuro grupo imaginario, ese en el que algún día depositará lo más profundo de sí mismo.
Que escuchó en su infancia, fuertemente influida por el flamenco, qué escucha ahora, qué temas han marcado su vida, como el primero que interpretó, ese “París Texas” interpretado por Ry Cooder que todos conocimos como cabecera de Documentos TV y que nos ponía los pelos de punta, algunos de los temas más emblemáticos de Guadalupe Plata, como el “Milana bonita” que también nos traslada al imaginario de una España negra y dolorosa de la que Pedro recoge los gritos de auxilio para llevarlos hasta ese ‘quejío’ que podría formar parte de un blues o de lo más jondo de un martinete flamenco.
Las fronteras son estrechas cuando se habla de música y hablar, se habló, se escuchó y se disfrutó hasta el punto de salir del Museo de Bellas Artes con “los pelos como escarpias” tras escuchar, como último tema, de despedida y cierre, inédito y que formará parte del próximo trabajo de la banda un tema que emocionó a los presentes y nos puso sobre la pista de cuanto México se ha podido colar en el imaginario musical de esta formación tan peculiar y con tanta personalidad que es Guadalupe Plata. Atentos, que vienen curvas.
Crónica: María Villa
Fotos: J.M. Grimaldi
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