La sala Long Rock, en el centro urbano y musical de Córdoba,
ha vuelto a programar buen y activo material en vivo para que el rock y pop de
nuevo cuño hecho en la capital tenga el mínimo eco que merece. Hay muchos
artistas que luchan, aquí y en todas partes, día a día, por hacerse un hueco
cada vez menos reservado a quienes de verdad lo trabajan, y atraer poco a poco
la atención de medios y público. El caso de David Blue (evitemos confusiones
con el cantautor norteamericano que llegó a ser relativamente conocido en el
circuito del folk), músico no profesional a su pesar y pasional y entregado a
la causa con admirable denuedo, es otro de los que honran a una escena que ha
dado grandes nombres y sigue intentando extraer petróleo de un terreno poco
proclive, salvo honrosas excepciones, a facilitar la obtención de crudo. Símil
extensible a otras muchas artes y lugares, entiéndase, aunque cuando conoces a
gente cuyo empeño es en ocasiones incluso superior a su verdadero talento
piensas que la vida sigue siendo injusta. En este proyecto, que ya ha fructificado
en dos discos grabados con pausa y sin prisa, superando obstáculos y reposando
canciones que solo llegarán a unos pocos, los mismos que saben el auténtico
valor de la música hecha con el alma.
Acostumbrado a tocar con la única compañía de su guitarra
acústica u ocasionalmente flanqueado por la eléctrica del gran Paco Marín, un
personaje único de inspiración errática y genial al servicio de otras causas
igualmente nobles (¿alguien recuerda a los enormes Pabellón Psiquiátrico del
malogrado Juan Antonio Canta?), este era un concierto “grande” para David Blue
justo en las vísperas de su cumpleaños y rodeado casi exclusivamente de amigos
y gente cercana. Un bolo en familia en el que pudo explayarse más de lo
habitual y por fin darle forma más o menos redonda a las nuevas canciones que
hablan de lo que él sabe hablar. Esperanza y desilusión en raciones compartidas
en títulos como ‘Qué hacer’, ‘Querer querer’ y ‘Chico de ciudad’, el amor y las
diversas formas de aproximarse a él en ‘Se están amando dos personas’, ‘Yo no
te quiero mirar’, ‘Ya no duele’ y ‘No eres tú’ o las emociones introspectivas
que solo se pueden vomitar en un trozo de papel, como lo hace en ‘Frases’, ‘Preso
de mis pecados’, ‘Ladrón de futuros’ y ‘Noches mágicas’. Se podría decir que lo
que hace este señor es folk eléctrico, pop con pretensiones sentimentales o
simplemente canciones humildes salpicadas de blues por aquí, country por allá y
unificadas por su visión personal de la vida y las relaciones íntimas y
sociales.
Su irregular álbum ‘Chulo’, con el tema central como parte
más definitoria de su perfil, y las concesiones a su entorno más cercano (‘Solo’,
‘Esto va por ti’, ‘Otra’, ‘No es sano mentir’) entablan complicidad con su
banda de directo, completada por el bajo de Antonio Muñoz, la batería de Emilio
González y el saxo puntual de Tony Basalto, que eleva el tono rockero de una
presentación que aún tiene que conocer noches más grandes. Para flirtear con la
balada toca ‘Si contara las veces’, un tema más que elocuente, invoca a su primitiva
inspiración en ‘Música ven’ y se deja arrastrar al ‘Vértigo’ momentáneo y fugaz
del escenario. La próxima vez seguro que volveremos a verlo en la distancia
corta, pero nos hará el mismo guiño de siempre y sonreirá pensando en que otra
vez, sin importar nada más y por encima de pericias y capacidades, se ha salido
con la suya. La lucha debe continuar, Mr. Blue.
Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney
Más info:
https://es-la.facebook.com/davidblue2017/
http://www.longrock.es/cordoba
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