Preciosa presentación en Córdoba del nuevo trabajo de la artista de Hondarribia, que pese al hándicap de la lesión en un dedo que le impidió colgarse la guitarra, demostró que la solidez y coherencia demostradas en su carrera hasta el momento se corresponden en directo con unos conciertos cercanos y emocionantes.
La propuesta de Tulsa es árida, profunda y enraizada en un
folk electrificado en los primeros discos y tendente a la base sintética en los
dos últimos. Eso no quiere decir que no sea accesible, aunque siempre será
carne de minorías, plato solo degustable por sibaritas del pop y gente que se
deje los prejuicios en el estómago después de haber digerido discos tan
emocionantes como ‘Espera la pálida’ o ‘La calma chicha’. Del primero apenas
queda rastro en la gira actual de la banda comandada por Miren Iza, pero del
segundo aún hace un recorrido exhaustivo por las piezas más significativas,
adjuntándolas al repaso prácticamente completo de ‘Centauros’, la más reciente
grabación de la artista en la que vuelve a conjugar varias tradiciones y modos
de expresión en un concepto más minimalista pero igual de valioso. Por eso,
quizá por la necesidad de prestar una atención fuera de lo común a unas letras
y lo que estas narran, el apenas medio aforo que presentó la sala Hangar ante
su presentación en Córdoba no dejaba de ser previsible. Puede que siga siendo
verdad aquello de que no está hecha la miel para hocicos limitados. O algo así
habíamos oído.
Ningún
inconveniente, al contrario, para disfrutar de manera más cercana e intensa de
estas nuevas canciones a las que aún hay que darles algún que otro repaso para
interpretar correctamente su calado. La inmensa ‘Atalaya’ desde la que esta
menuda mujer nos mira (ciertamente mermada por no poder coger la guitarra a lo
largo de todo el concierto, apenas un par de temas al piano, debido a una
lesión inoportuna en un dedo) abre un paisaje íntimo, recorrido por medios
tiempos maravillosos como el de ‘Venda, vendita, venda’ y la visión lúcida y
nada nostálgica de su adorada ‘Bilbao’. Son solo parte del recorrido
sentimental que la guía en sus últimas canciones, acrecentado en un himno
desgarrador apenas susurrado en su voz en ‘La miel que pudo ser’, la auto
plegaria de ‘Amiga’ y el escueto título ‘Canción’, que calla mucho más de lo
que cuenta. Los sentimientos y sus más recónditos e inconfesables vericuetos
son algo que nunca fue fácil de plasmar en canciones con verdadera entidad,
pero con Tulsa eso cobra un sentido que rara vez acaba en decepción. Es cierto
que el giro dado en su anterior trabajo, donde una incipiente electrónica
tapaba otras virtudes de temas como ‘Los amantes del puente’ o ‘Gente común’,
aun así recreados en directo con coherencia y sentido, pudo desconcertar o
incluso ahuyentar a quienes no habían accedido del todo a su particular
universo, pero carece de importancia ante la austeridad de ‘Pequeñas
embestidas’ o ‘Brancusi’, una canción simplemente preciosa que deja para los
bises junto con ‘Los ilusos’ y la insospechada ‘Tus flores’, solo apreciada por
los fans de base. Maravillas siempre por redescubrir con el acompañamiento de
su inseparable Alfredo Niharra a las guitarras, Javier Carrasco (también
integrante de Betacam) en los teclados, el multiusos José Mora aplicado con el
bajo y Álex Moreno cerrando el ritmo a la batería.
El
ánimo por meterse en proyectos alternativos y complementarios a un modo de
expresión ciertamente personal es evidente cuando toca en directo temas que si
solo has escuchado su discografía básica, es decir, los cuatro trabajos
oficiales publicados bajo su nombre, te resultan algo ajenos. Es el caso de
‘Gambetta’, grabada como parte de la banda sonora de ‘Los exiliados
románticos’, película dirigida por Jonás Trueba, o de ‘Verano averno’, juego de
palabras especialmente apropiado para describir una especie de aventura
interior descrita en el cortometraje ‘Ignonauta’ en el que Miren se ayudaba de
Raúl Santos para aunar música e imágenes a lo largo de un cuarto de hora
tremendamente cautivador. Trozos de emoción fundamentales para entender una
trayectoria artística instalada permanentemente en el riesgo. Seductora en la
espléndida ‘Oda al amor efímero’, irreemplazable en la otra vez brutal
‘Matxitxako’ y apegada al corazón en ‘Carretera’, el único recuerdo de aquel
primer disco con el que muchos la descubrimos para no abandonarla hasta ahora.
Y si todo sigue igual, ya nunca lo haremos.
Asistir
a conciertos como este de Tulsa es una aventura íntima en todos los sentidos,
el físico y el emocional. Ella sonríe, saluda a un poeta local que no está
donde debería, se enorgullece de moverse a sus anchas en un territorio que
otros transitan con mucha más ligereza, golpea el pie de micro con una baqueta
invasora y saluda agradecida a las gentes que, como ella, entienden de qué va eso
tan extraño del amor, el desamor y las cosas que le pasan a alguien cuando es
incapaz de comprender nada de lo que ocurre a su alrededor. La entendemos y, a
nuestra manera, la queremos cada vez un poco más. Y eso que, por mucho que uno
quiera ir más allá, ‘Solo me has rozado’.
Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney
Más info:
https://es-es.facebook.com/TULSA-OFICIAL-342303966119/
http://salahangar.es/
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