Sin haber cumplido aún la mayorÃa de edad (el próximo verano
se celebrará la edición número dieciocho), el festival “Jazz en el Lago”, con cita anual en el primer fin de semana de
julio cada año, se consolida como una de las citas ineludibles para los aficionados
al género. En años anteriores han pasado por ahà reputados músicos que han
cumplido con creces las expectativas de quienes se han acercado al siempre
acogedor (y fresco) espacio de la explanada situada bajo la Ermita de los Tres
Juanes, como no, junto al “lago”.
En el espacio, que durante el año no se aprovecha para otras
actividades similares a pesar de lo adecuado del mismo, se daban cita este año
nada menos que Kenny Garret, el
saxofonista ampliamente conocido por haber sido miembro de la Orquesta de Duke
Ellington y de la banda de Miles Davis, nada más y nada menos. En formato
Quintet, que viste mucho, bien rodeado de músicos de una solvencia indiscutible
que no desmerecÃan en ningún momento el nivel del titular del quinteto.
Lleno absoluto y ambiente preparado para disfrutar de uno de
los conciertos musicalmente más intensos que se han presenciado en este
festival en los últimos años.
Precedido de la merecida fama de su buen hacer
con el saxo, Kenny Garret sorprendió
a los presentes bajándose en el primer tema del escenario para dirigirse al
lugar que ocupaban las cámaras, encargadas de transmitir por las pantallas
situadas a ambos lados del escenario, para retirar sendos discos duros, para
que no se tomaran imágenes suyas. Hecho, este último, que no gustó mucho a la producción
y prensa presentes en el evento.
Tema aparte el preciosismo con el que el saxofonista de Detroit
interpretó temas de su último trabajo” Do you dance”, dando siempre espacios de
lucimiento al resto del quinteto, en el que cada uno de sus miembros brilló
como si de un solista se tratase, especialmente en el caso de Vernell Brown al
piano y Rudy Bird, con coros y percusiones, verdaderos co-protagonistas de la
noche. Final épico con un “Happy people” que hizo precisamente eso, hacer muy
felices a un público que se subió a la plataforma instalada para los bailarines
de swing que se preveÃa acompañarÃan a “The Jump Club”, para bailar y corear
con el americano un estribillo, a modo de mantra, que sumergió a los presentes
en su particular fiesta fin de concierto, apoteósico.
Una vez saciados de buena música, la hora del baile llegaba con
The Jump Club (de los que, parte de
los integrantes vienen de la “Potato Head Jazz Band” , banda encargada de hacer
bailar además de disfrutar también de buenos temas junto al frescor del lago en
una edición que al dÃa siguiente tendrÃa continuidad con la magnÃfica voz de
Claire Martin y el ya repetidor en este sitio, Sergio Pamies, que también
dejaron el listón alto en espera de la que será una edición muy especial, la
que celebre la mayorÃa de edad de este festival tan veraniego.
Crónica y fotos: MarÃa Villa
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