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jueves, septiembre 20, 2018

Dos corazones rotos de gira: Dylan Leblanc y Nicole Atkins

Dos cantautores norteamericanos de la nueva hornada, con similares raíces musicales, dos discos inmensos que presentar y un pasado tormentoso de un parecido sorprendente, están de gira por nuestro país y recalarán en Valencia (Loco Club) este domingo.




A veces los dobles carteles conllevan, más allá de la mera relación estrella-telonero, un verdadero concepto tras de sí. Ya pasó, curiosamente, en otro concierto dominical aquí en Valencia: la presencia de Damon & Naomi y Thalia Zedek en un mismo evento generaba una combinación que añadía gran valor al mero espectáculo en directo. Las historias, bagajes, espíritus similares entre artistas que viajan juntos en un mismo espectáculo genera una energía especial que añade azúcar a la receta.


Eso pasa, incluso en mayor medida que en lo apuntado, en esta ocasión: Dylan Leblanc y Nicole Atkins son dos artistas de edad similar y con una historia turbulenta tras de sí que les otorga un parecido más que razonable y un cierto aroma a "perdedor resucitado" que aporta esa pequeña historia extra que despierta el morbo del espectador y se añade al ya de por sí, en este caso, alto valor musical que tienen los protagonistas.

En cuanto a Nicole Atkins, su último disco "Goodnight Ronda Lee" ya fue destacado por el que suscribe en la sección Del Pop (leer) como uno de los mejores discos del pasado año. Se trata de un magnífico compendio de country, pop, soul y rhythm and blues, perfectamente orquestado para dar salida a una serie de demonios que atormentaron a la compositora durante su gestación. Nicole pasó por una época difícil con el alcohol, con la subsiguiente etapa de rehabilitación en una clínica. En ella, tal como contábamos en el artículo que os comentaba, coincidió con un productor de hip-hop. Un buen día, éste le dijo: "muéstrame tu material".Ella lo hizo y obtuvo una respuesta entusiasta, pero con ciertas reservas: "debes dejar esta mierda indie-rock, tú eres una cantante de soul. Tan sólo haz lo que sabes hacer".

Y eso hizo: una noche se despertó con lo que parecía una canción de la llorada Aretha Franklin en la cabeza. El resultado fue "Sleepwalking", que es el germen de "Goodnight Ronda Lee", el disco que la transformó en una mezcla entre el Roy Orbison que le mostraron todas las películas de su idolatrado David Lynch y la Dusty Springfield de "In Memphis". Entre medias, cantidades ingentes de referencias vintage: Spector, Brill Building, Stax, Motown, Curtom, Patsy Cline, Joni Mitchell, Laura Nyro...Un compendio inteligente, bien traido al presente y sobre todo, tremendamente disfrutable como lo que es: dejar a un lado lo innecesario y centrarse en la música. Música pura, sin pretensiones, de alta calidad y pertinente precisamente por su ausencia de ampulosidad.

Dylan Leblanc, por su lado, se ha criado entre música y músicos. Su padre es James Leblanc, reputado músico de sesión de la mítica ciudad en que se crió, Muscle Shoals, Alabama, localidad que cuenta con uno de los estudios de grabación (FAME) con más solera de estados unidos. Allí se curtió desde bien joven Dylan, que con tan sólo 15 años inició una carrera digna de su talentosa precocidad, al formar sus primeras bandas, Jimmy Sad Eyes Blue y Abraham. Con 20 años ya estaba editando su primer disco "Paupers field" (2010), que ya le granjeó relucientes críticas y la oportunidad de salir de gira con referentes de gran altura como Lucinda Williams, Laura Marling o Calexico.

Su repercusión y la alusión a "un nuevo Neil Young" al citar su nombre fueron en aumento, así como las giras con gente importante (Springsteen, sus compadres de Alabama Shakes...), con la llegada de un segundo álbum "Cast the same old shadow" (2012), que lejos de proporcionarle felicidad, pese a la unánime aclamación, le sumió más y más en unas adicciones que llevaba demasiado tiempo acarreando. Su primer intento de rehabilitación fue al poco de formar su primera banda y la cosa no hizo sino empeorar con lo años, alcanzando su culmen en este punto de su historia.

Lejos de querer convertirse en  un cadáver de 23 años, Dylan regresó a su tierra natal, Muscle Shoals, para grabar el que sería un tercer disco de carácter exorcizante, para cuya realización se apoyó en amigos con un talento casi más grande que el suyo como Benn Tanner (Alabama Shakes) y John Paul White (Civil Wars), que le ayudaron a encontrar ese sonido fino, elegante y setentero que encuentra en la textura y el detalle una excelencia rara de escuchar. "Cautionary tale" (2015) es una delicia de disco, una de esas manifestaciones de pura belleza atemporal que además se hallan coronadas por una voz totalmente reconocible y personal. Un disco de aúpa para encontrarse al fin a sí mismo y encauzar como merecía una carrera como la suya.

Ambos artistas cuentan, como veis, con una tormenta que les persigue de cerca. Parece ser que han conseguido dominarla y emplear su fuerza para hacer canciones e interpretarlas como sólo los grandes y experimentados talentos saben hacerlo. Tanto uno como ofrecen sobrados motivos para convertir un concierto en obligatorio para cualquier persona sensible, pero es que juntos son un auténtico acontecimiento. Sin duda uno de esos conciertos que dan la bienvenida a lo grande a la nueva temporada tras el descanso estival. Si empezamos así, menudo año nos espera!


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