Guadalupe Planta en Planta Baja (Granada) 20/10/2018



Deben tener un contrato firmado con el mismísimo diablo, haber vendido su alma en cómodos plazos e hipotecado el trozo de infierno que les pertenece, porque, cada vez que vemos a Guadalupe Plata en escena, es como escuchar la banda sonora del inframundo. Envueltos siempre en penumbra, entre tenues luces rojas y alaridos imposible, los de Úbeda siguen demostrando, concierto tras concierto, que son uno de los grupos más originales y personales de este lado del Mississippi (o del Genil, depende de dónde vengas).


En Planta Baja, el pasado sábado, con la sala a rebosar, recién comidos casi todos en Bella Kurva, artífices de estos conciertos “Noodles Music Box”, ciclo en el que se alían ambos para ofrecer buena comida y buena música en horario de tarde, Guadalupe Plata hicieron un repaso por su discografía, revoloteando con su “Milana” a las puertas del cementerio.

No es casualidad, que este grupo, de blues pantanoso y oscura iconografía entre lo demoníaco y lo bizarro, hayan optado por asimilar su sonido a todo tipo de símbolos infernales. Un coqueteo con la vida y la muerte que han sabido llevarse a su terreno para construir todo un imaginario que han hecho plenamente identificable con ellos.


Musicalmente, mucho ha llovido (sobre todo últimamente) desde que los viéramos, apenas un puñado de buscadores de tesoros, en la entonces llamada Sala Who, entre rejas, a buen recaudo, para volver a encontrarlos poco después en un Tornado donde los afines éramos aún pocos, pero muy dispuestos a disfrutar del reciente descubrimiento. Tiempo después, cuando el grupo se hizo con el galardón del Circuito Joven Pop-Rock de Andalucía (2009), otorgado por el IAJ junto a Chin Yi (por cierto, alguien sabe qué fue de ese grupo), presentaban el trabajo grabado a ambas formaciones en el Teatro Alhambra donde, ya sí, comenzaron a recibir el merecido reconocimiento.

A partir de ahí, una escala ascendente les ha ido llevando por los mejores festivales de nuestro país e incluso han saltado el charco para tocar en tierras mexicanas y visitar cementerios en otras latitudes. No en vano se han convertido en una de esas bandas imprescindible, de culto y de cultos, para disfrutar con uno de los grupos que más han arriesgado, musicalmente hablando, en los últimos años.


La banda, formada por Pedro de Dios (guitarra y voz), Carlos Jimena (batería) y Paco Luis Martos (bajo y ‘contrabalde’), ha sabido no sólo llegar, sino mantenerse, y ahora son capaces de facturar temas que, si bien siguen dentro del estilo inicial de la banda, siguen teniendo la capacidad de sorprendernos con cada nueva entrega.

Imprescindibles siempre, el baile y el buen ambiente que hubo el sábado en Planta Baja, a pesar de que el concierto comenzaba a las cinco y media de la tarde, demuestra que, cuando la propuesta es tan sólida como lo era en esta ocasión, no hay horas, ni lugares, ni lluvia, ni excusas para dejar de disfrutar de una buena tarde de música.

Crónica y fotos: María Villa 



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