Les filles de Illighadad en Planta Baja (Granada) 31/03/2019


Han vuelto a España, tras interrumpir su gira por enfermedad de su guitarrista Ahmoudou Madassane, músico habitual de la banda de Mdou Moctar y lo han hecho multiplicando la expectación que se ha creado en torno a esta banda para nada convencional. Al frente del trío Fatou Seidi Ghali, una de las escasas mujeres guitarristas de Níger, acompañada de las otras dos componentes del grupo, Alamnou Akrouni y Amariam Ahme.

Como cuarteto, con claras diferencias estilísticas y de protagonismo entre los componentes del grupo (por un lado, delante, ellas, detrás él), se hacen llamar Les filles de Illighadad y su carta de presentación en Granada ha sido llenar hasta arriba Planta Baja un domingo por la tarde.


Su debut, con “Eghass Malan”, un disco de blues arenoso y desértico que sonaba incluso “indie” si tenemos en cuenta la capacidad de adopción sobre todos los estilos musicales que ha mostrado la música independiente, tuvo una gran repercusión tras ser editado por Sahel Sounds, sello propiedad del norteamericano Christopher Kirley, musicólogo y mentor también de artistas como Mdou Moctar o Mamam Sani.

El título del álbum, curiosamente, da nombre en un vocablo sin traducción literal, al número de camellos que corresponde a la futura esposa por la dote, costumbre aún vigente en Illighadad, un pueblo del desierto donde aún no ha llegado el agua corriente ni la electricidad y que vive de una forma tradicional y apegada a la tierra que vive principalmente de la agricultura de subsistencia y el pastoreo nómada. Duras condiciones para mostrar un interés tan profundo por la música.


 “Les Filles”, vienen desde un mundo musical que siempre ha estado dominado por hombres y una de las claves de su éxito es la capacidad que muestran para transmitir las canciones tradicionales de su pueblo a través del uso de instrumentos modernos (guitarra eléctrica) sin restar por ello la emotividad rítmica y contenida de los cantos tuaregs.

Riff hipnóticos, frases cortas repetidas en bucle y la polifonía de unas voces que cantan melancólicamente a temas tan universales como el amor o tan personales como la religión. Nada que no se hubiera hecho antes, pero hecho de una manera completamente distinta. Para Ghali, lo más complicado fue decantarse por tocar la guitarra eléctrica en una sociedad donde las mujeres, a lo sumo, tocan el tendé (percusión tradicional fabricado con membrana de piel de cabra sobre una caja de resonancia cubierta de agua), pero el reto, sin dudas, fue aprender a tocar un instrumento que, si no prohibido, sí está mal visto (en manos de mujeres) en su cultura.


En Planta Baja, ataviadas con ropas tradicionales, el espectáculo estaba en ver la capacidad del  trío para contagiar al público con su rítmica y hacerlos adoptar sus ritmos a pesar de la distancia cultural entre ambos mundos. Comenzaron sentadas en el suelo, con cuatro temas de origen rural que se asemejan poderosamente a los cantos del pilón venezolanos o a los cantos de siega de nuestra meseta, repetidos hasta la saciedad como ‘mantra’ mientas se realizan las faenas más rutinarias del campo. 

Perfecta introducción para dar paso a la entrada en escena de Ahmoudou Madassane, que se situó tras ellas para completar la formación con la otra guitarra y dar paso al repertorio más eléctrico, contenido en el álbum que están presentando, lleno de temas largos y repetitivos que consiguen llevar al público casi hasta el trance.

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