Foto: Juan Limousine |
Y vaya, no es que no estuviera al tanto de su carrera. Más o menos desde la aparición del colosal Mossey (2016) habÃa seguido todo lo que hacÃa, incluido el maravilloso Finally Free (2018), un delicioso ejercicio de psicodelia folkie que me parece de lo mejorcito aparecido en el planeta tierra durante la última década, asà como sus primeros discos de puro country -aunque esos reconozco que me gustan menos- e incluso otros que ha ido lanzando casi clandestinamente, dada su tremenda incontinencia creativa, como el guitarrero Neverless.
Todo esto, inevitablemente, iba poniéndome los dientes largos y desde luego, esta era ocasión ideal de comprobar en mis carnes lo que todo el mundo que le habÃa visto varias veces decÃa: que cada concierto era diferente al anterior. Aunque en mi caso -obvio- esto resultara de difÃcil o imposible comprobación, dado que serÃa mi estreno.
Foto: Juan Limousine |
Elevada la expectación, por tanto, entre la nutrida asistencia de viernes noche, que parecÃa entregada a este secreto a voces que en anteriores ocasiones ya les habÃa convencido tanto como para repetir las veces que hiciera falta. ¿Qué harÃa el muchacho esta vez? ¿A cuál de todos los Daniel Romano verÃamos? ¿Al vaquero elegantemente vestido estilo Nashville 60's? ¿Al hijo bastardo del Dylan post Blonde On Blonde? ¿Al genio alucinado que habÃa alumbrado una obra tan bella y compleja como Finally Free?
Francamente, mi deseo hubiera sido ver a este último, pero estaba claro que con banda, eso no iba a pasar. Y no pasó: Daniel y sus chicos aparecÃan en el escenario en la misma tesitura que serÃa la tónica general en toda su actuación: sin mediar palabra. Rápidamente, los acordes pausados de Empty Husk, canción de apertura del disco de mis amores, salÃan de la experta guitarra de un tipo ataviado con bigotito a lo Charlot, camisa de alerón, suéter sin mangas y pantalón campana (él y su bajista parecÃan salidos de un programa del Old Grey Whistle Test de la BBC del 73), parecÃa que sà que Ãbamos a ver recrear un poco del ácido y vaporoso sonido de su último disco oficial, pero tras medio minuto ¡BOOM! una explosión de rabiosa electricidad ejercida por cuatro auténticos energúmenos comenzó a estallar desde el escenario para volar nuestras cabezas a ritmo de lo que parecÃa un extraño cruce entre el Bobby Dylan de la Rolling Thunder Revue y los Who de la época en que Pete hacÃa molinillo y Keith rompÃa baterÃas. Hablo de que ese era el nivel, no de que trataran de imitar a nadie.
La larga canción de unos 60 minutos con que nos obsequió el concienzudo cuarteto que atizaba sin demora ni compasión su instrumental desde el escenario de nuestro club amigo parecÃa ser una especie de Frankenstein tejido entre canciones de toda la ya extensa carrera del canadiense, pero no por ello reconocibles. Tengo conciencia de haber escuchado algo parecido a Tolouse, Roya, Sucking The Old World Dry, Neverless o Modern Pressure, pero no podrÃa asegurarles... todo sucedÃa demasiado rápido, era como estar en una trinchera en la primera guerra mundial, las explosiones sucedÃan sin ton ni son a nuestro alrededor y era casi imposible mantenerse a salvo de su impacto con la cabeza frÃa. Uno se veÃa irremediablemente hipnotizado por aquellos guitarrazos impenitentes, aquél baterÃa bestial que hacÃa sonar pequeño a cualquier otro, ese sonido compacto que hacÃa de nosotros lo que querÃa, llevándonos con él a otro jodido mundo. Mucho mejor que éste.
La loncha de sesenta minutos terminó y la banda hizo la entrada-salida del camerino de rigor para ofrecer dos temas más, creo que What's To Become Of The Meaning Of Love y When I Learned Your Name, pero una vez más, no podrÃa asegurarlo... lo que sà aseguraré es que, pese a mi pequeña decepción inicial por no ver a este puto genio recrear su Finally Free tal como me hubiera gustado, lo que contemplé sin embargo fue un espectáculo de rock clásico tan impecable como masivo (en actitud), de los que mis ojos no están tan acostumbrados a ver. Volver a recuperar la energÃa perdida en un cuerpo de 45 años, estar ante algo grande sin necesidad de añoranza de tiempos pasados, reencontrar la inocencia de todo lo que nos trajo hasta aquÃ. De eso se trataba todo. Y eso nos trajo este chaval de mirada perdida y esquiva que trataba de rehuir, tras el concierto, todo contacto con un público que tenÃa ganas de sacarle a hombros por la puerta grande, esa que pone Rock And Roll All Nite, la del Loco, saben... Y con razón: ese tipo supo extraer lo mejor de años y años de tradición y ofrecérnoslo en bandeja. No se puede pedir más de un viernes noche. Bueno sÃ, la fiesta posterior, pero esa es información clasificada...
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