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lunes, mayo 13, 2019

En Órbita 2019 (Granada) 11/05/2019


Granada, ciudad festivalera desde que nos alcanza la memoria, tiene desde hace cuatro años un festival que se ha hecho un hueco indiscutible en la agenda local. Por su filosofía, que le acerca más a los festivales “gourmet” que a los “macrofestivales” y por ser el que abre la temporada primavera/verano. Aunque, por las temperaturas de esta última edición, el festival puede decirse que ha sido de pleno verano. En esta cuarta edición, un nuevo sold out, alcanzado cuando ya entraba la noche, nos indica que, sin dudas, es un festival ya imprescindible para los granadinos.

Apostando por el formato festival de día (y de un sólo día), una gran parte de sus actuaciones transcurren cuando aún no se ha puesto el sol, permitiendo la presencia masiva de familias con hijos que, además, desde hace dos ediciones, cuentan con un espacio específico “En mi Órbita”, donde descansar, hacer talleres y compartir experiencias con algunos de los grupos que actúan en el escenarios grande. Completa la apuesta por diferenciarse de otros festivales, una amplia zona de restauración y descanso que permite realizar ambas actividades fuera de la gran presencia de público que se da cita entre los escenarios del festival.


Inaugurando el horario de actuaciones, bien temprano (a las 14 h.), los granadinos Margaux actuaban a la sombra mientras que el público intentaba asistir a su concierto pegándose a las escasas sombras que se proyectan en tan complicado horario. Media hora después, la apuesta por la juventud de Las Dianas se materializaba sobre el “Escenario Satélite” bajo un sol de justicia y unas elevadas temperaturas que ellas combatieron a base de rock, actitud y muchas ganas de pasarlo bien. Frescura, juventud y actitud no faltaron precisamente en ese escenario, dedicado, con muy buen criterio, a la siempre vulnerable y olvidada escena emergente local. Tras ellas, la actuación de Nevada demostró que en esta ciudad se hace muy buena música. En promoción aún con su último trabajo “Cicatriz”, grabado en Jaén con Javier Valverde, el grupo aguantó estoicamente las máximas temperaturas registradas en la jornada y llevó a cabo un espectáculo a la altura de las circunstancias a pesar de que el público se refugió en una estrecha franja de sombra lateral. Mucha solvencia instrumental y una voz clara y potente hacen del grupo una de las apuestas más sólidas del indie rock granadino.


Tras ellos, Nilsson hacían lo propio y, a pesar de no haber debutado hace mucho ya tienen canciones y seguidores suficientes como para hacernos disfrutar de un buen rato a pie de escenario. Habrá que estar pendientes de su evolución pero el grupo ya apunta maneras. Jóvenes y dinámicos también, aunque no por ello menos experimentados, Vita Insomne saltó al escenario con hambre de espectáculo y se liquidó un repertorio fluido y potente sin respiro ni para afinar.


Su extensa gira en el año anterior, que fue el de presentación de su “Discurso de astronautas”, les ha dado tablas suficientes para dinamizar su puesta en escena hasta el punto de enlazar unos temas con otros como una auténtica ametralladora de temas frescos y bailables. En estos momentos, en los que el grupo prepara su siguiente trabajo su repertorio se distingue claramente entre ese antes, repleto de temas como “Juegos artificiales” o “La típica canción de desamor”, que el público cantó y bailó con ellos, y el después de los dos temas nuevos que pusieron de largo para la ocasión y que formarán parte de ese próximo trabajo. La voz inconfundible de Fer (que acabó, literalmente, desmelenado), las guitarras afiladas de Víctor, una base rítmica rotunda con Felipe y José Manuel y la incorporación de Carlos a los teclados para dar ese colchón sonoro tan personal a los temas, han hecho que su sonido se distinga y se haga reconocible en una escena a veces demasiado homogénea.


El escenario “pequeño”, que a partir de Vita Insomne estuvo a rebosar de gente, recibió tras ellos el sonido electro-tropical de los siempre divertidos Harakiri Beach que venían estrenando “Radiovisión”, un disco repleto de temas para no parar quieto a pie de escenario. Aderezados por el descaro y el desparpajo de Israel, que siempre tiene la “frase” para incentivar a los asistentes a moverse como palmeras de Motril, el grupo defendió con fuerza ese sonido que también les distingue de lo que se suele hacer por estas tierras tan dadas al pop de corta-pega. Si hay que buscar una definición para este grupo, sin dudas, son “to pollúos, illo”, no hay que ser motrileños para entenderlo.


También en ese escenario, llegado su turno, Colectivo Da Silva aprovecharon la oportunidad que da el festival a los grupos emergentes para mostrar lo que traen entre manos en este momento, suponemos que a punto de sacar su primer trabajo discográfico. Fin de fiesta, en ese escenario, de manos de Las Chillers, gamberras, descaradas, naturales, atrevidas y con muchas ganas de liarla. Lo suyo es la “pachanga”, coger versiones y darles la vuelta como un calcetín, hacerlas suyas, hacerlas divertidas. Gente llegada para bailar con ellas y convertir el espacio en una verbena donde bailar y disfrutar con estas chicas que además han sido capaces de trufar su repertorio con temas propios tan reivindicativos y esclarecedores que también las han hecho imprescindibles en cualquier fin de fiesta que se precie. Lástima que, los rigores de horarios de los festivales, que hay que aceptar para que estos eventos se desarrollen sin incidencias, no permitió que terminaran un repertorio que se preveía mucho más extenso.


Y, retomando la crónica del Escenario Planetario, (si habéis llegado leyendo hasta aquí es porque os importa la música), tras la actuación de Margaux, La Sonrisa de Julia fueron los siguientes en someterse a las altas temperaturas del día cantando cara a un sol de justicia con “la mejor de sus sonrisas”, como no podía ser de otro modo. Con sus hits por bandera, el grupo contentó a los acalorados fans, que no se fueron de allí sin escuchar ninguno de los temas que les habían llevado hasta su concierto. En similar situación, Despistaos, grupo que nos suena a todos por su “Física o química”, agruparon un buen número de fans que desafiaban al sol para bailar con ellos sus temas más conocidos antes de que Full desplegaran su “Alfombra roja” en la que se iba dando cita cada vez más gente que a esas horas aún podríamos denominar “madrugadores” lo que, al fin y al cabo, es la filosofía de este festival donde la jornada de día siempre tiene grupos de primera fila.


A partir de ahí, el escenario Planetario fue un hervidero de gente que se apiñaba para disfrutar de cerca del espectáculo preparado por Miss Caffeina para adornar y sacar brilli-brilli a su “Oh Long Jonson”, el más electrónico y bailable de sus álbumes hasta el momento. Si, una semana antes, disfrutábamos de la escenografía lumínica preparada al efecto, con pasarela iluminada incluida, esta vez tuvimos que imaginar el impactante efecto de las luces y disfrutar de su espectáculo centrándonos más en las canciones, bailables, directas y llevadas a un terreno completamente distinto del que marcó los inicios de la banda, entonces más guitarrera, que ha sabido evolucionar con las nuevas tendencias musicales, sin cerrarse a ningún sonido. Un buen repaso a sus últimos trabajos, intercalados con lo que están presentando, hicieron de su actuación una auténtica fiesta que disfrutamos sobre todo los que conocimos a la banda en sus inicios y les hemos seguido desde entonces.


Fiesta, y grande, con traca de fuegos artificiales incluida, la de la vuelta “refinitiva” de los 091 que el año pasado ya anunciaban temas nuevos y ahora, previsiblemente, les dará pie a recorrer los grandes festivales con sus novedades musicales. Un inicio con algunos problemas de sonido no empañó la presencia de los granadinos en escena y, ante un público masivo que exhibía camisetas “de los cero” y quería volver a corear sus temas más conocidos, fueron la ratificación de que segundas partes, a veces, fueron buenas y, esta, es una de esas veces. Hora y media de repertorio que contentó con creces a los que afirmaban que habían ido allí sobre todo por volver a verlos a ellos. Se produjo así, casi un intercambio de público, marchándose los más rockeros y entrando al recinto masivamente los que llegaban atraídos precisamente por la presencia del siguiente grupo.


Love of Lesbian hicieron su aparición en escena en un formato “macro”, con una banda ampliada con vientos y percusiones, su espectáculo, último antes de que se retiren a preparar el siguiente disco, se revistió de la magnificencia propia de la puesta en escena en grandes teatros aunque en la dispersión propia del público de festival, los más melómanos y seguidores de la banda, no pudimos disfrutar de todo lo que el grupo daba de sí. Preciosas y emotivas canciones como “Belice”, “Allí donde solíamos gritar” o “Voy a romper las ventanas” que con la formación musical que llevaron se percibían muy cuidadas. Lástima que el exceso de ruido y conversación de parte del público interfiriera en la correcta escucha de los temas. Incluso, algunos, como “John Boy”, se disfrutaron menos de lo que hubiera sido deseable de haber podido escucharlos con todos sus matices. Un repertorio que repasó dos décadas sobre los escenarios, con un público que cantó a voz en grito, hasta la afonía, temas tan enormes como “1999” o “Incendios de nieve”, que junto a los temas de su último disco fueron los más coreados.


Terminaba la jornada con unos incombustibles Fangoria adornados de un estupendísimo cuerpo de baile y unos cambios de vestuario que hacen de sus conciertos un espectáculo visual. Con una Alaska siempre llamativa y en forma, el baile y el buen rollo asegurados y esa sensación de “estoy agotado pero no quiero que esto acabe” que te lleva a quemar las últimas balas bailando hasta el final como si no hubiera mañana. Como curiosidad, en el cover de "Historias de Amor" de OBK (diminutivo de OBerKorn o Abertura de Depeche Mode) adjuntaron un medley de "Descongélate" (en la original llevaba un sampleado de Behind the Wheel también de Depeche Mode) en un recurso muy adecuado para conectar ambos temas.

Mención especial a la organización, que mejora edición tras edición y aún así recogen las críticas constructivas y tratan de mejorar en los siguientes festivales y al espacio “En mi Órbita”, donde los menores pueden vivir su propia experiencia festivalera alejados de la masificación del festival, conviviendo con otros niños y conociendo a algunos de los grupos que pasan por allí en una experiencia adaptada a su edad y circunstancias. Esperamos ya impacientes la próxima cita que, esperamos, llegue nuevamente con la misma energía que ha tenido esta.

Crónica: María Villa
Fotos: Javier Rosa (oficial para En Órbita) 1, 6, 7, 8 y 9; José Luis Alonso (9 y 11); María Villa (3 y 4); Tourbandlive (2 y 5).

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