Entrevista a Juan J. Vicedo: "Sheffield es tan protagonista del libro como Pulp, Jarvis Cocker y Richard Hawley"

Silex Ediciones edita Calles Que Fueron Nuestras, el cuarto libro de Juan José Vicedo (Alicante, 1961), una radiografía de Sheffield, ciudad industrial del norte de Inglaterra, trazada a través de las vidas y carreras de dos referentes musicales especialmente ubicables en la misma: Jarvis Cocker (y por tanto, sus Pulp) y el guitarrista-crooner Richard Hawley. Su autor, en una interesante charla, nos desvela los entresijos de tan inusual obra. 


Lady's Bridge

Lejos de ser el agujero color metal que muchos se han empeñado en hacernos creer que es, Sheffield es una ciudad viva, llena de rincones con un encanto especial, de la cual uno puede acabar enamorándose. Eso le ocurrió, por circunstancias de la vida, a nuestro protagonista, el autor de esta especie de ensayo musical que aprovecha la biografía para hacer también las veces de guía encubierta y subterránea de una urbe apasionante, entre otras cosas por la cantidad de buena música que ha generado: Joe Cocker, Heaven 17, Human League, Def Leppard o Arctic Monkeys son de allí, pero ninguno de ellos tan comprometido con ella, con sus calles, sus gentes y las pequeñas vidas que estas viven allí, como Jarvis Cocker, líder de los ya extintos Pulp e icono de lo que se dio en llamar britpop y Richard Hawley, guitarrista de elegancia supina y voz de crooner que canta como nadie al amor de la clase trabajadora. 

Juan José Vicedo
Las vidas de ambos músicos discurren paralelas e incluso confluyentes en diversos puntos del camino. Para descubrir lo que tienen en común (que es mucho) y porqué tanto el cancionero de uno, con su banda, como del otro en solitario está tan lleno de referencias a su ciudad de origen es necesario leer Calles Que Fueron Nuestras, el nuevo libro del abogado y profesor universitario metido a escritor Juan José Vicedo, que edita Sílex y que alberga en su seno varias características que lo separan de las biografías rock al uso. Trata a sus personajes desde un punto de vista "tú a tú", con un cariño familiar, como si les conociera (de hecho, en algunos capítulos hasta les habla) y sin faltar a la minuciosidad de desgranar cada disco y aportar datos, fechas y curiosidades, aprovecha todas las puertas que sus vidas le abren para dar una visión de Sheffield que logra sin duda trasladar al lector a sus calles. 

Juan José Vicedo es también autor de biografías sobre Dylan, Kate Bush y Patti Smith, que son más que recomendables lecturas y hay que decir que es un excelente conversador con el que es un auténtico placer debatir por ser alguien tan docto, certero y por qué no decirlo, encantador. Este es el resultado de nuestra charla: 

          

¿Por qué Sheffield?

Por una cuestión personal, afortunadamente, ya que de no haber mediado no habría puesto el foco en Sheffield. Tan fácil como que mi pareja vivió y trabajó tres años allí a principios de siglo y me transmitió sus vivencias de la ciudad y de sus gentes de un modo tan intenso que me empujó a indagar, a tratar de descubrir que es lo que había en sus calles que podía anudar sentimientos y canciones de un modo tan poderoso. Ten en cuenta que, como se describe en el libro, la atracción de la ciudad influye decisivamente en las canciones de Pulp y de Richard Hawley, que no pueden explicarse sin esa referencia.


En tu trayectoria has escrito libros sobre figuras tan míticas como Dylan, Patti Smith o Kate Bush. Podría decirse que, tras personajes tan clásicos del rock, es un gran cambio de tercio ocuparse de figuras representativas del brit pop de los 90.

Hablamos de figuras muy distintas. Dylan es el dios indiscutible y además es Nobel de literatura. Patti Smith, que tiene una vertiente literaria muy acusada que va más allá de sus discos, tiene su parcela en ese mismo Olimpo. Kate Bush ciñe su corona en el Reino Unido y poco más. Desde ese punto de vista, no debemos desmerecer la condición de “national treasure” de Jarvis Cocker. En cualquier caso, todos ellos son artistas que me han interesado a través de sus canciones y en los que además he reconocido una historia que valía la pena contar. No es solo música, hay mensajes en las letras y estas nacen de unas vidas singulares, ricas en matices. El britpop no era el objeto de mi interés como fenómeno musical, más allá de que un número más o menos amplio de bandas me gusten y me hagan disfrutar mucho. Pulp, Jarvis Cocker y Richard Hawley, y su conexión con Sheffield sí, ese era el motor de la historia.


Adentrándonos en el libro, lo primero que llama poderosamente la atención son esos pasajes en que una suerte de voz en off habla a los protagonistas. ¿Es su conciencia hablándoles?

No estoy muy seguro de que la conciencia hable de ese modo, ¡al menos no la mía! En realidad me imaginaba a mí mismo hablando con ellos en cada uno de esos momentos de sus vidas. Era mi manera de acercarme a unos personajes que intuyo como gente muy cercana, aunque no he tenido la suerte de comprobarlo personalmente. No quería que Cocker o Hawley quedaran como objetos fríos de una biografía, he pretendido retratarlos en sus momentos más humanos, frecuentemente de duda, de fracaso, de incertidumbre, y también en episodios luminosos como esa noche en que Hawley, siendo niño, toma conciencia de que ha compuesto una canción. Esos pasajes con la voz en off en cursiva son para mí el alma del libro. 

Richard Y Jarvis

Uno de los rasgos que más une a ambos protagonistas, Jarvis y Richard –y que también les vincula a su ciudad- es el origen obrero de ambos, del que nunca se han desvinculado, ni siquiera en sus momentos de más fama ¿Fue eso lo que atrajo de ambos?

Es un dato y desde luego no es una circunstancia menor, pero no es lo que me llevó a ellos. En una ciudad maltratada por la crisis industrial como era Sheffield la cuestión social aflora y por otra parte el carácter orgulloso de los norteños les lleva a no renunciar a sus orígenes, entendidos incluso como algo colectivo, pues no hay que olvidar que Jarvis Cocker pertenece a una familia de clase media, más o menos acomodada, lo que sin embargo no le priva de reconocerse a sí mismo en la izquierda política y, por supuesto, poniendo distancia con esas clases altas a las que azota en sus letras y que culmina en el trallazo fulminante de “Common People”. 

Park Hill

Otra de las cosas que resalta en el libro es una especial minuciosidad en cuanto a desmenuzar cada una de las canciones de un disco, aportar datos detallados de giras, conciertos y eventos, a modo de cronología exhaustiva ¿Consideras esta minuciosidad algo necesario para contar una historia?


Cuando el autor tiene algo que contar en sus canciones eso es relevante y siento que debo prestarle atención, porque es parte de la historia que estoy narrando. Cuando me planteo escribir un libro hay un imperativo de divulgación musical, de dar a conocer y compartir pasiones, de desvelar al personaje, pero esencialmente me veo como un contador de historias, y creo que en este último esta faceta se hace más visible. Pero no creo ser exhaustivo en datos de giras o grabaciones, si bien es cierto que me interesan en la medida en que son necesarios para hacer avanzar la historia y para dotar de un mínimo de datos biográficos, ya que en definitiva estamos hablando de músicos y es la música lo que me conecta inicialmente con ellos.


Las carreras de Hawley y la de Pulp (y Cocker, por tanto) se cruzaron en los 90, cuando el primero pasó a ser guitarrista de apoyo en la banda. Más allá de esto, ¿Cuáles entiendes que son los vínculos principales entre ambos protagonistas, al margen de haber nacido en el mismo sitio?

Sheffield es una ciudad de tamaño medio, para hacernos una idea está a medio camino entra la población de Alicante y la de Valencia. Es fácil conocerse en una ciudad así, sobre todo si tienes intereses comunes. Hawley era fan de Pulp desde sus primeros tiempos, incluso les invita a su fiesta de cumpleaños; más tarde Longpigs telonean a Pulp. Son caminos llamados a cruzarse y lo hacen años después en un momento crucial, cuando Pulp había llegado a la cima y Hawley estaba en la cresta de la ola con Longpigs. En aquel momento tanto Cocker como él estaban desencantados del éxito y al borde del colapso personal. A partir de ese momento ambos se desconectan voluntariamente y encuentran otro modo de hacer las cosas y lo encuentran juntos. Ese es, a mi modo de ver, un vínculo indestructible, sobre todo tratándose de tipos como ellos, gente de la calle que no se ven a si mismos como héroes del rock ni de la clase trabajadora ni de nada.


Enlazando con lo anterior, una de las similitudes que sí encuentro entre ambos es que han manifestado una presencia esencial de su ciudad de origen en sus canciones y discos (Lady’s Bridge, Coles Corner, en el caso de Hawley, o Sheffield Sex City en el caso de Cocker) ¿Fue esto algo determinante a la hora de decidir enlazar ambas biografías con la ciudad?

Sin duda. Es lo que da sentido al libro. De ahí el título, que nace de la célebre canción de Hawley “Tonight the streets are ours”, pero también de otra no tan conocida, en la que le acompaña Cocker, “Nothing like a friend”, en la que se pregunta si esas calles por las que caminaron les recordarán, una reflexión muy hermosa sobre el paso del tiempo y la impermanencia. La ciudad ocupa también la portada, esa evocadora fotografía que tomó Rosa en Leadmill Road. No es frecuente que un libro de estas características no tenga imagen de portada de los artistas, pero fue una decisión valiente y muy acertada del editor, Ramiro Domínguez, porque Sheffield es tan protagonista como Pulp, Jarvis Cocker y Richard Hawley. Sheffield impregna las canciones de Pulp, que están desbordadas de nombres de calles y de personas, de descripciones realistas, y como bien dices da título a prácticamente todos los discos de Hawley, e incluso el título del último, “Further”, puede tomarse como un guiño irónico a esa costumbre. Hablamos de ese fino humor inglés, claro.


¿Qué hay de ti en este libro? ¿Te has descubierto trazando paralelismos entre tu vida y la de sus personajes al escribirlo o te has podido mantener siempre al margen para guardar un punto de vista objetivo?

Te contestaré con algo que dijo Dylan, que él no era el personaje en ninguna de sus canciones pero que estaba en todas ellas. Yo estoy irrenunciablemente en todos mis libros. No quiero ser objetivo en nada de lo que escribo y posiblemente no sabría serlo. No pretendo hacer investigación histórica ni musical sino que la utilizo para crear un espacio en el que el lector se sienta implicado con las historias que cuento, historias reales narradas a mi manera, con toda la carga personal que supone hablar de algo que también me afecta, me zarandea, me agita. Eso es lo que busco transmitir. Y es inevitable conectar con los personajes, porque en toda atracción hay un sustrato común, un hilo que te une a ellos y en el que te reconoces. Con Jarvis Cocker me ha sucedido también.


Hablemos un poco de ti: eres profesor universitario, pero colaboras habitualmente con medios y ya es –si no me equivoco- el cuarto libro que editas ¿Cómo se compagina todo esto?

Más que eso, ante todo soy abogado, una profesión complicada hoy en día. Afortunadamente mis colaboraciones en medios no me imponen plazos urgentes, a diferencia de la abogacía, y esto me permite cumplir con mis compromisos. Por otra parte, soy de los que creen que dos párrafos son mejor que seis si en esos dos ya está todo dicho, y sea verdad o no, es mi estilo de hacer las cosas. En cuanto a los libros, escribo solo en verano, de San Juan a San Miguel, esas largas y claras tardes. Los años impares me documento y los pares escribo. Escribo rápido, eso sí, es el único secreto.


Volviendo a lo mismo: es cada vez más frecuente –y por propia experiencia lo digo- encontrar a gente que, sin dedicarse profesionalmente al periodismo musical, ni haber cursado estudios en ese sentido, escribe sobre música en medios digitales o incluso prensa generalista ¿Consideras que puede existir cierto intrusismo ante la labor de gente que sí es profesional o consideras que forma parte del aspecto “popular” de la música el que cualquiera pueda hablar sobre ella?

Ni una cosa ni otra. Intrusismo es una palabra muy seria, es un delito. Quizá podríamos hablar de invadir espacios sin suficiente cualificación, pero ¿cómo se mide la cualificación para escribir? Hay gente que escribe en los medios muy mal y otros que lo hacen muy bien, con o sin titulación. Escribir y ser periodista son cosas distintas, salvo que yo esté equivocado. Para escribir, y publicar, solo hace falta saber hacerlo y que otros piensen que realmente sabes hacerlo y lo publiquen, por eso y porque tengas algo que transmitir. No veo la diferencia entre algunas cosas que he hecho, como escribir un libro sobre Dylan, una columna en un diario sobre la concesión del Nobel o una crónica de su último concierto en un medio digital. Por otra parte, ser periodista creo que es algo mucho más complejo y amplio, una profesión muy seria con unos fundamentos técnicos y éticos.


Hawley acaba de editar disco, el cual obviamente no ha podido entrar en el libro. En él, predominan bastante las guitarras respecto a la faceta crooner, por la que es más conocido ¿Qué opinas del disco? ¿Cuál es tu Richard Hawley favorito, el romántico o el rockero?

¡Los dos! En mi opinión, “Further” no es tan guitarrero como parecía por los primeros temas que se dieron a conocer, especialmente ese apabullante “Off my mind”. Combina en sabias proporciones ese tipo de temas, las baladas que son su marca y medios tiempos, ese destilado maravilloso que le empareja con los grandes del country urbano tanto o más que con los cantantes melódicos. No he tenido tiempo de escucharlo conscientemente más que dos o tres veces, me pilló de viaje cuando me llegó el paquete con el disco, pero te puedo decir que con Hawley siempre me ha pasado que cada escucha de cada uno de sus discos me aporta algo nuevo. Y realmente no importa que este álbum se haya publicado posteriormente al libro, ya que no altera el hilo argumental de la historia. 




También hay nuevas de Cocker. Precisamente en la última edición del Primavera Sound presentaba su nuevo proyecto Jarv Is, del que recientemente ha presentado en streaming una canción con el curioso título de Must I Evolve? ¿Qué te ha parecido todo esto?

Ya había dado algún avance de esto en pequeñas salas británicas, incluso me dio tiempo a recogerlo en el libro. Jarvis es imprevisible. Eso es parte del genio, no respeta patrones, ideas previas, y puede gustarte, desconcertarte o rechazarlo. Tras “Different Class” vino “This is Hardcore”, por poner un ejemplo, y lo mismo pasa con su obra posterior a Pulp, es capaz de transitar con facilidad del minimalismo clasicista de “Room 29” a la música electrónica. Hay que escucharle siempre con mente abierta. 


Háblanos de las cosas que tienes en la cabeza para un futuro inmediato y no tan inmediato: presentaciones, nuevos libros…

Me gustaría compartir todo esto con vosotros en Valencia, pero se ha echado el tiempo encima, será mejor a la vuelta del verano. En cuanto a nuevos libros, es posible, pero no toca todavía. Si en 2020 sigue siendo una buena idea y nadie ha publicado nada parecido a lo que tengo en mente, entonces tal vez.


Por último, siempre que entrevisto a alguien le pido una selección de discos. En este caso va a ser un poco diferente: ¿Te atreves a seleccionar cinco canciones de Jarvis y cinco de Richard que entiendas que son capitales para el espíritu narrativo de Calles Que Fueron Nuestras?

Claro que sí. Las dos que te he comentado antes (“Tonight the streets are ours” y “Nothing like a friend”); “Swimming in the heart of Jane”, que nos remonta al joven Hawley de Treebound Story, necesario para comprender su trayectoria anterior a su carrera en solitario; “Coles Corner”, quizá la conexión más vital con Sheffield; y “Standing at the Sky’s Edge”, que refleja su posicionamiento social. En cuanto a Jarvis, cinco temas de Pulp: “My legendary girlfriend”, la primera vez que escribe sobre Sheffield y el inicio de la etapa eurodisco; “Babies”, un ejercicio de observación voyeurística y de narrativa, musicalmente brillante; “Sheffield: Sex City”, un tratado sobre pulsiones, fracaso urbanístico y colapso social en las antípodas de los cánones del pop; “Common People”, por supuesto, una obra mayúscula en todos los sentidos; y “This is Hardcore”, el reverso oscuro de la historia.

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