El que fuera miembro de los legendarios Screaming Trees, tiene una carrera por sí solo tan extensa como variada. Su último y fantástico disco se llama Somebody's Knocking y a reivindicarlo viene a nuestro país con una gira especialmente extensa. 

Esa voz arenosa, espesa, profunda, ya debería ser inconfundible. Sin embargo, Mark Lanegan nunca ha conseguido superar su aura de músico maldito. Quizá eso se deba a ese aspecto de Tom Waits pasado de anabolizantes, de hellboy de bar de carretera, que se ha gastado siempre. De inquietud insaciable, siempre se ha mantenido atento a los cambios que se generaban a su alrededor, sin perder un ápice de esa autenticidad que le hace tan especial y siempre recuperable.

Atrás quedan sus inicios con Screaming Trees, la que fuera una de las bandas de referencia del lado más oscuro del grunge, que ajena a la comercialidad quinceañera de bandas como Pearl Jam o Nirvana alumbraba discos oscuros, desérticos y celebrados como You And Oblivion (1992) o Dust (1996), entre los cuales también se las apañó para iniciar su carrera en solitario con The Winding Secret (1990) y Whiskey For The Holy Ghost (1994), con los que se apartaba de la vena rockista de su banda, para abrazar territorios igualmente de tonalidades oscuras, pero más próximos al cancionero de Leonard Cohen, Nick Cave o Scott Walker.

Además, comenzó a hacerse famoso también gracias a una serie de colaboraciones con artistas de toda índole, que no han cesado desde el siglo pasado. Comenzando con Mad Season, la super banda grunge que compartiera con miembros de Alice In Chains, The Walkabouts o Pearl Jam, prosiguiendo con The Queens Of The Stone Age, archifamoso proyecto puesto en marcha por Josh Home y aún hoy en activo (sin Lanegan) o sus discos a dúo con Isobell Campbell, ex-cantante de Belle And Sebastian, como si de un Lee Hazlewood y Nancy Sinatra se tratara, con la que editó dos tremendos discos: Ballad Of The Broken Seas (2006) y Hawk (2010).

Pero todo eso no es nada comparado con la ya larga lista de álbumes que completan su discografía en solitario desde la separación de Screaming Trees. Siempre se las ha apañado para salir victorioso de sus enfrentamientos con el estudio de grabación, ofreciendo un paso adelante con cada nueva referencia. Así ha alumbrado trabajos tan superlativos como Scraps At Midnight (1998), I'll Take Care Of You (1999), Bubblegum (2004) o Blues Funeral (2012). Todos ellos y unos cuantos más forman una ya más que nutrida colección que jamás da muestras de flaqueza ante cualquier género que se le antoje probar a su dueño y señor. Con esa voz tan oscura como el alma que se gasta parece ser capaz de enfrentarse a cualquier sonido que busque adaptar a su particular estilo.

A todo ello no es ajeno el nuevo capítulo de su historia, que es el que viene a presentar en esta larga gira que emprende ahora por España. Somebody's Knocking (2019) es consecuencia directa, por supuesto, de todo lo andado, pero además aporta un plus inédito: su tercera referencia para la discográfica Heavenly en poco más de tres años (eso es trabajar) es quizá lo más pop que ha hecho en mucho tiempo, pero también lo más bailable. Sí, amigos, el señor de la voz aguardentosa, relator de historias de asesinato y vidas perdidas, ha decidido hacernos disfrutar en la pista de baile. Vale, no será Kylie Minogue, pero desde luego piezas como Night Flight To Kabul, Letter Never Sent o Name And Number (con un bajo que recuerda muchísimo a los que Peter Hook fabricó para Joy Division o New Order), contienen los suficientes ingredientes para hacernos mover el esqueleto. Un Mark Lanegan pletórico, por tanto, será el que nos visite en esta ocasión para deleitarnos con su reivindicación de una carrera a la que pocos puntos flacos podemos achacar. Lo hará aquí: