Ismael Clark publica su tercer trabajo “La Gràcia d’esculpir un elefant” a través de la respuesta más que positiva de una campaña de mecenazgo vía Verkami. Ismael Inarejos es un músico de Sant Boi de Llobregat que desde hace seis años trasladó su vida a Portsmouth (Inglaterra).
La contracorriente musical en tiempos actuales siempre debería ser meritoria de reivindicar y valorar; salirse del establishment no es algo que se haga con facilidad, más bien requiere un ejercicio reflexivo y el lanzarse a hacer las cosas tal como te nacen sin fijarse en si aquello tendrá grandes réditos o el reconocimiento masivo del público.
El título del tercer trabajo de Ismael Clark me parece una frase de esas que aciertan la esencia de una obra; esa gracia de esculpir un elefante para mí sería todo aquello que veo y siento al recibir un disco como éste. El arte de esculpir como un verdadero orfebre del pop. Un pop melodioso que te acompaña, te transporta y te eleva en una maraña de sensaciones que conectan con las emociones más puras y vitales. Todo ello bajo un paraguas de colores con una singularidad extraña e inusual; parir tus canciones en catalán lejos de tu tierra natal e insuflarles de esa melancolía tan presente en el recorrido del disco, además de evocar a las voces de cantautores americanos en algunos pasajes.
Un aire clásico también se imbrica en algunos de los cortes haciendo a estos piezas atemporales que resuenan con gran intensidad en una calma repleta de matices, gamas cromáticas, instrumentos de viento, y un ritmo perfecto para hacer ondear sus sanciones, firmando así una apertura embelesadora con temas como “Retorn”, “Almirall” o “Preocupat”, con esos coros y juego de palabras, que exaltan aún más si cabe esas melodías tan luminosas.
Algo más folk o del sabor americano que antes nombrábamos aparece en “Lúcids”, una de las canciones más bellas del disco. Esa voz quebradiza y grave también brilla en melodías más pop que cantan al amor y otros valores universales, son “Amor”, “Brighton” (la ciudad donde encontró a su mujer) o “Amic”, una tonada que suena a esos cantautores catalanes de los 70.
Vuelve a subir la intensidad con “Feliç” y “Fantasmas” donde la guitarra de una acústica, los vientos, la percusión y los teclados bordan el tramo final. Cierra con un “Si” al piano y coros femeninos que recogen a la perfección todas las virtudes de la música de Ismael Clark; la elegancia, el cuidado por el detalle, los cambios de intensidad, sus historias costumbristas y ese arte para emocionar ya sea con su voz o con la nostalgia que desprende.
Un disco para escuchar una mañana soleada con tiempo y reposo. La vida son esos momentos.
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