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martes, noviembre 26, 2019

Las miradas del nuevo Deleste Festival


La octava edición del Deleste Festival consiguió instalarse en el cauce del río Turia con una respuesta por parte del público de más de tres mil personas. Durante la jornada se pudo disfrutar de más de ocho horas de conciertos y de dos espacios abiertos y gratuitos con sesiones de Djs: Deleste Electrònic y Espacio Movistar Jardines de Palau. 


El pasado 9 de noviembre tuvo lugar la octava edición del Deleste Festival en una jornada que abarcó todo un día de música en directo en un espacio maravilloso como son los jardines del Palau de la Música. El nuevo Deleste, tal como lo han bautizado los propios organizadores, nos plantaba ante un escenario muy diferente al de aquellas seis primeras ediciones en La Rambleta. El año pasado seguramente fue seguramente un punto de inflexión para el festival; encontraron el nuevo emplazamiento que les permitiría crecer (por fin) y proyectar una nueva etapa en la que en parte cambiaría esa esencia inicial del festival. El Palau de la Música se convertía en su nueva sede, siendo esto un hecho bastante significativo en la historia de un edificio clásico para la música en València. 

Este año el festival abandonaba el edificio y salía al aire libre para ocupar un espacio público enclavada en un entorno único y céntrico: “La cosa comenzó a gestarse ya desde la misma edición del año pasado en el Palau de la Música. Todo salió a la perfección pero algo no nos acababa de cuadrar. La terraza del Palau funciona de lujo para la electrónica pero para los conciertos de rock se nos quedó estrecha, incómoda. Entonces nos asomamos al río y dijimos: Eh, peros si lo tenemos ahí. Y, claro, ya pensamos en ampliar algo el escenario, el aforo... La verdad que cuando vimos que todo comenzó a rodar en esta edición nos dimos cuenta de que habíamos acertado con el espacio. Fusionarnos con la vida habitual de un sábado en ese tramo tan bonito de río Turia, sentimos que todo encajaba a la perfección, que habíamos encontrado nuestra nueva casa”, nos explica Quique Medina, organizador del festival. Perdíamos así esa maravilla que siempre nos regalaba nuestro festival preferido; directos emocionantes e intensos en un auditorio como el de La Rambleta o el Palau de la Música. Quizá los nostálgicos o los amantes de las cosas pequeñas seamos más tercos en ver con otros ojos o desde esa belleza y felicidad con las que contemplábamos los primeros Delestes esta nueva aventura y fase de progresión del festival. Pero seguro que iremos encontrando ese plano donde proyectaremos con perspectiva ensoñadora sus próximos años de vida. 


Gemma Pinilla lleva unas cuántas ediciones a sus espaldas, en concreto ocho, eso quiere decir que no se ha perdido ningúno. Como ella hay más, un buen puñado de público fiel que compra las entradas sin conocer el cartel y que conoce y apuesta de lleno por la marca Deleste: “Creo que lo que había en La Rambleta era algo muy mágico. Era un lujo dado que se establecía una intimidad y conexión con los artistas maravillosa. Había un respeto total por el músico por parte del público. El cambio al Palau era verlo como el hermanito mayor, al no perder el auditorio.” Otro de los que nunca faltan a la cita otoña es Santi Lluch que nos cuenta que a pesar de un cierto desencanto por no encontrar esa esencia y atractivo inicial al festival, siempre es de agradecer que hayan propuestas de ese calibre y que después de ocho años se mantengan, y por supuesto el duro trabajo que hay por detrás: “El cartel ya no nos atrapa como lo hacía en esos años de La Rambleta y que haya mucho más gente hace que no disfrutes tanto de la música en directo. Por otra parte, entendemos que es un negocio y que hay que vender entradas. Pero echamos de menos esa primera filosofía del Deleste de acercar grupos a València que incluso descubríamos en el festival u otros que sabíamos que lo estaban haciendo bien al descubrirlos en el Monkey Week. Además de fundirse los dos espacios y sacarlo todo al aire libre ya que hay conciertos que son de auditorio y se agradece mucho escucharlos sentado y con una alta calidad acústica. Conciertos como el de Low, Polar o McEnroe siempre permanecerán en nuestra memoria”. 

Gemma nos confiesa y nosotros también lo estuvimos imaginando durante el festival que sería ideal si se combinara el espacio de este año con actuaciones dentro del Palau de la Música, aún así   su experiencia del cambio la vivió así: “Me gustó mucho la nueva ubicación, se agradece mucho que hubiera una buena movilidad, que tuviéramos visión desde muchos ángulos y que el aforo no diera cabida a los agobios. En cuánto a la organización se llegó a la perfección, cero colas en barras y baños. La comodidad no se perdió, la verdad. Me sorprendió gratamente y me pareció que hubo magia, conseguir esto en un espacio abierto me parece muy importante. Siempre habrá ese anhelo a La Rambleta…”  

Santi es un poco más insistente en la pérdida del espacio y la esencia inicial: “Hemos perdido cosas como estar viendo un concierto al lado de los músicos, los directos de proximidad, el ambiente que se generaban en La Rambleta, el encontrarse con el resto del público, esa gente conocida que ama la música en directo y la entiende como tú. Nos quedó un poco desangelado todo.” Pero como todos sabemos, el Deleste nació de un sueño y las quimeras para alimentarlas a veces hay que reconducirlas y llevarlas a algo que los lleve a tener esa recompensa monetaria a la que nunca han podido llegar. Esa máxima de que trabajamos solo para pagar gastos la conocen bien sus organizadores. Esperamos que este año al menos la suerte les haya cambiado. Tanto Gemma como Santi entienden ese plano profesional, creen que es una evolución lógica del festival, que esa intimidad y pequeño aforo no puede ser sostenible, y por más que se beneficien como publico reconocen que en cierto modo la apertura es la consecuencia del paso de los años y de la necesidad de crecer. Además de que se pueda sumar más gente a un nuevo concepto de festival al lado del centro, al que se puede ir andando o en bici, al aire libre, con la ocupación de un espacio bello y muy simbólico e importante para la ciudad.


En cuánto al cartel echan en falta como nosotros esas bandas que nos descubrían (McEnroe o Joe La Reina) o propuestas en las que apostaban que salían de la corriente general y que nos hacían perder el control y sudar (Toundra, Perro, Mujeres o El lobo en tu puerta). Santi y sus amigos se hicieron sus cábalas y pensaron que al coincidir con el Primavera Weekend habría alguna oportunidad de que alguna banda que tocase allí, lo hiciera también el festival. Algo internacional, unos Belle And Sebastian, jeje. Ahí les sale la vena de fan y bueno por imaginar pensaron en unos Idles, esos sí que hubieran subido a base de bien la temperatura del festival. Por soñar que no quede, que encima es gratis. Gemma echó en falta grupos de post-rock como Tounda o Dûrga, más guitarras, las necesita. Para ella son muy deleste. A pesar de esas carencias encuentra que traer a Manel para que presente disco y unir a Second con la Orquesta de València es una apuesta atractiva, además que en el directo de los murcianos hubo una comunión entre todos y con el público, un respetable que lo disfrutó mucho. Además de descubrir propuestas como Alavedra o Pony Bravo. Para ella los carteles del primer año le representaban totalmente, eran todo grupos de su agrado, siempre me he nutrido mucho del festival y gracias a ellos he conocido a Pau Vallvé, Za! o Mike Kroll, por ejemplo. Siempre hay algo que desconoce y como tiene confianza plena con los organizadores se deja llevar. Añade que encima son gente que le ponen corazón y eso como público se agradece mucho. Se alegra mucho por ellos de que salten al formato grande, aunque se haya perdido esa intimidad. 

Hemos querido contar con alguna voz compañera para hacer balance del festival. Sergio de Redacción Atómica nos cuenta que esta edición ha sido todo un éxito, ya no solo para los promotores sino para la ciudad de València y sociedad en general. Disfrutar de un festival de este calibre al aire libre, superando las condiciones climatológicas, teniendo varias zonas de descanso o una versión electrónica para los más festeros… Para él, los vencedores fueron Second con su bestial concierto. Sin duda, ya lo considera como un momento histórico para el Deleste y la ciudad de València. Destaca también el directo de Mueveloreina que a pesar de ser las seis de la tarde fue uno de los espectáculos que más gozó el público. Es imposible concebir la historia musical de València de la última década sin la evolución de este festival. Esperamos que continúe en el mismo enclave conquistando los jardines y con un espectacular cartel. 

El directo de Second y el producir el festival al aire libre ha supuesto una inversión mayor, algo más de riesgo. Los organizadores no tienen la intención de parar, no conciben la llegada del otoño sin el Deleste y les gustaría creer que la ciudad piensa igual. Como dijo Sean Frutos (cantante de Second): “Sin riesgo no hay arte”. La sensación general de Quique es muy buena. Dice que no han tenido ninguna crítica mala en cuánto al espacio o el devenir del festival, salvo que alguien dijo que todo era muy caro. En este punto salimos en defensa del festival con unos precios más que asequibles y una organización impecable que no produjo ni colas ni incidentes. De parte de los músicos y la gente del sector han recibido la enhorabuena en cuánto a comodidad, sonido y visibilidad del nuevo espacio. ¡Están muy felices!, me cuenta emocionado. 

Nosotros ratificamos que en cuánto a esos valores que menciona todo ha salió a la perfección. Solo nos queda seguir soñando el festival en ese enclave, y deseando que vuelva a estar la oportunidad del auditorio, y en parte, un cartel en el que encontremos todo eso que hemos echado en falta este año.¡Larga vida al Deleste Festival! 

Fotografía: Susana Godoy

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