Drexler en Palacio de Congresos Granada (31/01/2020)



No hace falta más que un hombre, una guitarra… y tú. Si a esto le añadimos un trabajo impecable de iluminación y un gran dominio técnico del silencio, nos sale un espectáculo “Silente”. El de Jorge Drexler, por supuesto. Con dos mil almas atentas a cada movimiento del uruguayo, siempre bien iluminado y permanentemente asistido entre bambalinas para que la luz formase parte del espectáculo, el artista pudo dedicarse a cantar y comunicar hasta establecer con el público una unión con la capacidad de meter a los asistentes dentro del espectáculo. 

Cantando y recitando por décimas, Jorge Drexler se apoyó en un público receptivo que le hacía los coros, chasqueaba los dedos o hacía palmas, unas veces más rítmicamente que otras, para completar lo que podía faltarle en escena porque, musicalmente, la tecnología hace milagros y con una buena pedalera y la debida destreza un hombre puede convertirse, literalmente, en una banda, incluso en una orquesta.


Tras él, un juego de luces, transparencias y proyecciones fueron subrayando los temas más emblemáticos del cantante porque, para temas como “Tu voyeur”, Jorge Drexler prescindió de todo efectismo y se enfrentó al desnudo escenario con la grandísima compañía del rockero granadino por excelencia, Miguel Ríos. Entre ambos, sentados, cómplices, amigos, el tema cobró una dimensión que rompió esa barrera silenciosa que Drexler se había auto impuesto desde el principio para coquetear levemente con el blues y el rock a dos manos.
No faltó entre tanta música silente, el tiempo para las anécdotas, las explicaciones y las vivencias cantadas y contadas, como la que inspiró el tema que se estrenó en esa noche “Cuando cantaba Morente” y que, por supuesto, recoge la esencia de la noche en la que Drexler amaneció en el Albayzín enamorándose del arte de la familia Morente.

Anécdotas y canciones que se funden también en temas como “Pongamos que hablo de Martínez” (Joaquín Martínez Sabina), en la que recuerda y agradece como una noche, años atrás, en ese mismo Palacio de Congresos, teloneó guitarra y soledad en mano al mismísimo Sabina, del que dice, cambió su suerte “Haciendo caso a tu consejo delirante, hoy que pasaron veintidós diciembres ya de aquella noche loca que selló mi suerte".


No faltaron temas como “Transporte”, “Eco”, “Silencio”, “Telefonía” o, por supuesto “Mi guitarra y vos”, himnos compartidos con sus más files seguidores, algunos dispuestos a hacerle los coros por encima de lo que la educación y el saber estar recomiendan. Otros, con la suavidad y la delicadeza que requería el momento, para deleite del propio cantante, encantado con la situación.
Y es que Granada es así, ciudad de música y de músicos que acoge y recoge, a partes iguales, notas y silencios. Y hasta ahora, ningún silencio ha sido tan bello como el de Drexler.

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